La muerte el pasado domingo 16 de julio de un niño de cuatro años por un síndrome de inmersión tras ser rescatado dos días antes en una piscina de Murcia no solo ha causado conmoción entre los vecinos, sino que ha vuelto a generar dudas sobre qué es este síndrome y por qué se produce.
Según informaron fuentes del Centro de Coordinación de Emergencias, el pequeño fue rescatado inconsciente pero vomitando al tiempo que un médico, que estaba en el lugar, practicaba maniobras de reanimación cardiopulmonar. Dos días después el pequeño fallecía por un síndrome de inmersión o hidrocución, lo que se conoce popularmente como 'corte de digestión', término que los médicos insisten en que no es adecuado, pues no es un problema del sistema digestivo.
Conocido también como hidrocución, es un fallo del sistema cardiorrespiratorio cuando hay una inmersión en agua y se produce un choque térmico por la gran diferencia de temperatura del exterior. Este síncope puede venir acompañado de una pérdida del conocimiento con el riesgo de ahogamiento. Entre los síntomas el afectado suele presentar palidez, escalofríos, visión nublada, mareos, náuseas y vómitos.
La doctora María del Pilar Álvaro, especialista en Urgencias Pediátricas de HPS explica que el contacto de la piel con el agua fría genera vasoconstricción: «Quiere decir que los vasos sanguíneos de la piel que estaban dilatados para favorecer la pérdida de calor, por las altas temperaturas o el ejercicio, se cierran de forma brusca con la consiguiente sobrecarga súbita e intensa del corazón» y añade: «Asimismo, el contacto de las vías respiratorias con el frío origina un cese de la función respiratoria. Este desajuste causa una disminución importante del flujo sanguíneo y oxigenación en los órganos». A nivel cerebral puede provoca pérdida de conocimiento, con el consiguiente riesgo de ahogamiento.