
Boda de Toni en Cuéntame cómo pasó
El misterio de los adictos a las series: «En Cuéntame se inventaron un amorío para subir la audiencia»
En India un hombre de 26 años fue el primer caso diagnosticado de teleadicción, pero ¿es posible desarrollar dependencia por este medio?
«Hoy, día 28 de octubre, domingo, día de Cristo Rey, a quien ha sido dado todo poder en los Cielos y en la Tierra, se inauguran los nuevos equipos y estudios de la Televisión Española». Madrid, Paseo de la Habana, año 1956. A las 20:30 de la tarde el ministro de Información y Turismo, Gabriel Arias Salgado, daba comienzo a una nueva era. Series, realities, películas, programas… En menos de 100 años la pequeña pantalla ha empezado a desarrollarse a la velocidad del rayo con la finalidad de ocupar el día a día de todas las personas y evadirles de la realidad. Entró un nuevo siglo y con él, antes de la aparición del TDT, comenzaron los realities, programas de corazón, peleas en directo sin mesura…
Ser adicto a la televisión es parecido a tener adicción al juego. Luces llamativas, sonidos y la posibilidad de ganar una aventura que nos envuelve y nos invita a jugar otra partida, en este caso, a pasar al siguiente capítulo con un solo clic del mando. Este fenómeno, al alcance de todos, es lo que poco a poco va generando una adicción. Pasan las horas y estás tan metido en la trama de la serie o película que no te das cuenta lo que pasa a tu alrededor. Pero ¿cuándo se puede hablar de adicción?
En India un hombre de 26 años desempleado fue el primer caso diagnosticado de teleadicción en Netflix: se pasaba más de siete horas al día frente al televisor.
Según Carlos Alvarado, el psicoterapeuta familiar del Instituto de Formación, Tratamiento en Terapia Familiar Sistémica y Adicciones también aparecen más casos de Binge-Watching: «Cada vez hay más actividades que se repiten de forma continuada y nos llevan a realizarla de forma totalmente compulsiva sin poder pararla. La Smart TV favorece esto. Ha aumentado debido a la pandemia. La gente no tenía entretenimiento y optaba por ver series y películas. En este factor han tenido más influencia las series, ya que las plataformas pasaban de un capítulo a otro sin la necesidad de moverse».
Los trucos de los guionistas
Las películas y las series son las que conducen al cerebro a tener esta conducta. Sin embargo, las segundas impulsan al usuario a no despegarse de la pantalla: «Cuando la gente ve películas, se sea adicto o no, termina con una pesadez mental y física que les obliga a dejar de ver la pantalla, pero cuando hablamos de series, aparecen cápsulas más pequeñas que aparentemente no se agotan, aunque realmente se van deteriorando. Esto hace que cada vez se vean más y más y cree una adicción», explica Alvarado.
Las series consiguen captar la atención de millones de personas en poco tiempo. Esto se debe al dinamismo de la trama, personajes y los diferentes géneros televisivos.
La comedia, el misterio, el género policíaco o las series de acción y ciencia ficción son los que abarcan el interés general de la audiencia. Pero la mayor parte de las veces, el género más visto y adictivo es el género melodramático: series de amor o tramas románicas son las que más “atrapan”.
Cuéntame el guionista ya tenía el desarrollo de uno de los personajes, le pasó el guion a la productora y esta se lo hizo cambiar porque las audiencias estaban bajando, ¿cómo lo hizo? Creando un lío amoroso
Juan Orellana, profesor de Narrativa Audiovisual de la Universidad CEU San Pablo afirma que las series sí generan adicción. «Consiste en despertar al espectador. En las series cuyo final de capítulo no es cerrado se emplea una dinámica de suspense que no se resuelve al final de cada episodio. En el caso de las series auto conclusivas, hay una trama secundaria, que, aunque termine el capítulo con el final cerrado, nos va a mantener en vilo queriendo saber qué pasa. En ambos casos, no va a estar el espectador esperando dos o tres días para ver lo que pasa». Esto poco a poco genera una adicción a las series, la necesidad de estar conectados a una trama y saber qué pasa con los personajes.
Cada vez los estudios de audiencia son más exhaustivos, minuciosos, cuadriculados… Hay guiones que se están empezando a hacer por inteligencia artificial. Esto se da gracias al Big Data y los algoritmos que se utilizan para sacar los datos de los usuarios de las plataformas y espectadores de las series. «Esto es un debate: ¿dónde queda la autoría del guionista? Con este algoritmo se saca la edad, el horario de visualización, la geolocalización, los meses de mayor uso de las plataformas…», afirma Orellana.
Esto provoca una lucha entre guionistas y productoras: «Los guionistas tenemos ideas, a la productora no le parece bien y te corrigen. Por ejemplo, en la serie Cuéntame el guionista ya tenía el desarrollo de uno de los personajes, le pasó el guion a la productora y esta se lo hizo cambiar porque las audiencias estaban bajando, ¿cómo lo hizo? Creando un lío amoroso entre dos de los personajes, hacen que haya más morbo. En realidad, es como todo, manda quien tiene el dinero».
El estudio previo de los espectadores es claro, el psicólogo Alvarado coincide con Orellana: «El guion de una serie o película está basado en una búsqueda previa de personas que miden la audiencia para que la gente compre ese contenido. Calculan la necesidad de cada persona. Por ejemplo, el cine en los años 70, 80, 90… ha ido cambiando, la mentalidad de las personas cambia cada década. El ser humano vive la vida adecuada a cada época y necesita una narrativa ajena a lo que pasa para evadirse. En los años 60 teníamos a Batman, un personaje fantasioso que iba a salvar el mundo. En cambio, en los años 80 aparecía la figura en carne y hueso de Rambo».
Hay que tener en cuenta que no es lo mismo adicción que abuso. Los españoles pasan frente a la ‘caja tonta’ una media de diaria de tres horas. Esto es la mitad del tiempo de ocio que un adulto tiene. Federico Casado Reina, psicólogo del Centro Sanitario Polivalente Menfisalud de Sevilla, distingue estos dos términos: «Se produce abuso cuando una persona acude constantemente a una actividad o sustancia para ‘sentirse bien’. En cambio, podemos hablar de adicción cuando esta actividad o sustancia se necesita obligatoriamente para sentirse bien. Existe una gran diferencia entre una persona que abusa de la pequeña pantalla porque está aburrida a otra que sufre de ansiedad e irritabilidad si se apaga la televisión».
Riesgos para la salud
Una de las principales consecuencias de la adicción a la televisión es el deterioro físico, mental y social que sufre el individuo a lo largo del tiempo.
El estilo de vida sedentario aparece en el momento en que nos sentamos de forma seguida a ver una serie. El adicto a las películas o series pasa la mayor parte del tiempo sentado o tumbado. Esto puede acabar creando obesidad, que va de la mano de otros problemas cardiacos o accidentes cerebrovasculares como el ictus.
Uno de los aspectos más contraproducentes y perjudiciales para la salud del Binge-Watching es la ruptura del ciclo natural de sueño, llevando a la persona a no rendir en su vida laboral o académica. Por otro lado, si el contenido que ve es agresivo, aparte de alterar los ciclos, puede provocar comportamientos violentos o alucinaciones.
Otra consecuencia es la vida social. «Estas personas se aíslan para ver la televisión, suelen hacerlo en solitario, dejando atrás a su familia o amigos. Ellos no identifican que tiene una adicción, lo detecta su entorno, que suelen ser los portadores de la queja», concluye Alvarado.
Esta adicción no es diferente a las que padecen los alcohólicos, drogadictos o ludópatas. Cuando empieces a ver que sin la televisión te sientes solo, que necesitas estar con ella todo el día o haces un uso excesivo e inadecuado, probablemente ya estés enganchado. Eres adicto a las series.

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