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23 de abril de 2024

'La Coruña, clima ideal', cartel de Álvaro Cebreiro, en 1934

Detalle de La Coruña, el mejor clima de España, cartel realizado por Álvaro Cebreiro en los años 30

«La Coruña, el mejor clima de España»: la profecía de 1934 que se está cumpliendo

La ciudad gallega, cuya media anual es de 14,8º grados, no ha superado aún los 24º en plena ola de calor

En 1934, el ayuntamiento coruñés convocó un concurso de dibujos cuyo destino era ser reproducidos en unos sellos promocionales de las bondades de la ciudad. Los dos primeros premios los logró un dibujante, humorista e ilustrador de la casa: Álvaro Cebreiro. «La Coruña, ciudad de turismo», decía el texto del ganador del máximo galardón, en una época en la que la urbe gallega aspiraba a ser una alternativa estival norteña a Santander o San Sebastián. La segunda de las propuestas de Cebreiro, tomada a chirigota durante décadas, ha resultado ser toda una profecía: «La Coruña, clima ideal». Esta iba en la línea de otro cartel del mismo autor, en el que se lanzaban definitivamente las campanas al vuelo: «La Coruña, el mejor clima de España».
El martes, mientras España se abrasaba, el termómetro marcó en la urbe gallega un máximo de 24,4 grados centígrados y una mínima de 17,6º. Ayer miércoles, jornada que amaneció con una espesa niebla, llegó a los 24º, y la mínima, marcada de madrugada, fue de 15º. En cuanto a hoy jueves, la AEMET pronostica que podrían alcanzarse los 27º (está por ver, que también el Dépor iba ascender a Segunda el sábado y se dio el castañazo padre). Además, todas estas temperaturas benignas están acompañadas con un viento que rebaja notablemente la sensación térmica. A partir de mañana viernes habrá lluvias al menos hasta el martes.
Cartel "La Coruña, el mejor clima de España", realizado por Álvaro Cebreiro en los años 30

Cartel «La Coruña, el mejor clima de España», realizado por Álvaro Cebreiro en los años 30

«Es que no hace ni mucho frío ni mucho calor, de ahí lo de clima ideal», suelen argumentar los coruñeses para justificar el lema del cartel de Álvaro Cebreiro. Muy bien, pero ¿de qué temperatura estamos hablando? En 1895 se inauguró en el centro de la ciudad una columna barométrica con reloj que pronto fue conocida como Obelisco. En su base se grabaron, en unas planchas, datos aportados por el zamorano Acisclo Campano, profesor de Física que estaba a cargo de la estación meteorológica ubicada en el instituto local (en el que estudiaron Franco y Picasso, por citar dos extremos). Pues bien, ahí podemos leer: «Temperatura media al día es 13,3º». Eso era entonces. ¿Y ahora? Pues en la última serie histórica (1981-2010) manejada por la Agencia Estatal de Meteorología de España (AEMET) fija ese promedio en 14,8º, es decir un grado y medio por encima que hace 127 años.
En esas mismas planchas del Obelisco está grabado que la máxima que se había registrado hasta entonces era de 36 grados. Actualmente, el tope histórico está establecido en los 39,6º, que se marcaron el 28 de agosto de 1961.
Cartel promocional de Álvaro Cebreiro en 1934

Cartel promocional de Álvaro Cebreiro en 1934

Rafael Sánchez, meteorólogo de la delegación en Galicia de la AEMET, explica a El Debate el motivo por el que esta ciudad gallega es un oasis climático: «Resumiendo mucho, se dan tres circunstancias fundamentales».
La primera es la «cercanía al mar, pues eso siempre suaviza las temperaturas; en los climas oceánicos las oscilaciones son menores que en los climas continentales».
La segunda razón es que hay «más nubosidad de la normal respecto a Galicia y no digamos respecto a buena parte de España, y eso hace que haya menos insolación». «Tiene su parte buena: también evita que en invierno las temperaturas bajen demasiado», añade Sánchez.
Un termómetro callejero instalado en la ciudad coruñesa marca 22 grados centígrados en la jornada de ayer martes

Un termómetro callejero instalado en la ciudad coruñesa marca 22 grados centígrados en la jornada de ayer martesNovo

La tercera respuesta está en el viento, que diría Bob Dylan, quien por cierto actuó en Riazor años atrás: «El tipo de vientos al que estamos sometidos también tiene que ver. En invierno son vientos del suroeste que aportan humedad y temperaturas relativamente suaves. De abril a septiembre el más predominante es el nordeste, que es un viento relativamente frío, fresco, que afecta más a la zona norte que al sur, donde llega más atenuado. Mantiene las temperaturas bajas aunque el día sea soleado».
Ay, el viento. Al herculino– gentilicio alternativo, por aquello de ser la tierra de la Torre de Hércules– no le sorprende ir a La Habana y que, cuando el recepcionista lo ve salir del hotel con un fino jersey, le diga «coruñés, supongo», como aquel otro le dijo a Livingstone. Porque lleva incrustado en el subconsciente desde niño que el viento se puede levantar en cualquier momento. «Es el único sitio de España donde hay brisa en agosto», sostiene Santiago Valenzuela, Premio Nacional del Cómic en 2011 y desde los años 90 un habitual del verano –el cuerpo pide ponerlo entre comillas, pero la RAE no lo aconseja– coruñés. Y es que Eolo no da tregua ni en los días de calor, como bien escribió (con faltas de ortografía) Pablo Picasso en uno de sus periódicos coruñeses en 1894: «También ha empezado el viento q. continuara… hasta q. no halla Coruña».

«Este año el verano cayó en jueves»

Hoy, cuando el mercurio presuntamente se eleve hasta los 27 grados, los coruñeses recurrirán a sus chascarrillos habituales. A saber: «Este año el verano cayó en jueves». O bien: «En Coruña solo hay tres estaciones: la del tren, la del bus y el otoño». El coruñés se toma todo lo relativo al clima con humor porque tiene asumido que solo ve pasar las cuatro estaciones en las tiendas de Zara, esa creación local.
El antiguo alcalde Paco Vázquez, quien hizo progresar la ciudad pero a la par era un amante de las tradiciones, no llegó a reivindicar el cartel del «mejor clima de España» durante su largo mandato (23 años) porque creía que, entre las muchas cartas coruñesas, la del clima no era precisamente ganadora. De hecho, sentía una punzada de envidia al leer la página del tiempo en los periódicos y fijarse en las temperaturas registradas en el sur de Galicia: «Con esos cuatro graditos más que ellos tienen hacía yo maravillas», suspiraba con ironía mientras bajaba la vista a las Rías Baixas. Ahora, con España abrasándose mucho más a menudo, quizá lo vería de otra forma.
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