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04 de mayo de 2024

Daisy Strongin

Daisy Strongin en dos fotos subidas a su cuenta de XX: Daisy Strongin

Una trans se arrepiente de su cambio por no poder darle el pecho a su hijo: «Lo peor es que todo es culpa mía»

La joven, que decidió cambiarse de sexo en 2018, se sometió a una doble mastectomía

Para Daisy Strongin, una joven de 25 años, su vida se volvió gris cuando decidió cambiarse de sexo en 2018. Tras sufrir disforia de género, que le duró de 2015 a 2020, decidió someterse a una doble mastectomía y quitarse ambos pechos sin saber que años más tarde iba a cambiar de opinión y dar a luz a dos niñas.
La mujer, que se define en las redes sociales como «esposa de 25 años y madre de dos hijos. Una vez un chico trans alegre y con los ojos muy abiertos, ahora una mujer católica gruñona», fue madre el pasado 7 de febrero. A través de una foto en la red social X ha recordado su historia. Hace seis años decidió transicionar a hombre porque si no «se iba a suicidar», pero el Señor apareció en su vida y decidió dar una oportunidad al género que Él le había dado.
Años después, conoció a su marido y tuvo dos hijas. La última este febrero. En ese día tan especial comenzó a sentirse culpable por la decisión que había tomado. Error que se apoderó de ella: «Si tan solo pudiera retroceder en el tiempo hasta 2018 y mostrarme estas fotos. Esas no son lágrimas de felicidad. Esta fue su primera alimentación. Sé que amamantar no funciona para todas las mujeres, pero esta vez la desesperanza de mi situación me está afectando mucho».
Al hilo, en redes sociales, la mujer se arrepiente de haberse lastimado, haber traumatizado a sus padres, haber privado a su esposo de una hermosa esposa, haber impedido a sus bebés a vincularse «con ella como Dios quiso». Además, asegura, eventualmente estas niñas se sentirán «aisladas y confundidas por la no feminidad de su madre». «Nunca podré arreglarlo», se lamenta.
Asimismo, comenta que mucha gente le acusa de no asumir ninguna responsabilidad por sus acciones y de simplemente echarle la culpa a los médicos, pero no saben «el enorme peso de la vergüenza que siento todos los días por lo que hice. No puedo perdonarme a mí misma». Y es que Daisy no ha podido alimentar a ninguna de sus hijas. «Ni siquiera tengo la oportunidad de intentarlo. Y lo peor es que todo es culpa mía», asevera.
La situación cada vez es más desesperante para la madre. «¿Cómo se lo voy a explicar a mi hija? ¿Le oculto mis cicatrices para siempre? Creo que debería. Cuando crezca, notará que todas las mujeres tienen algo que mamá no tiene. Mi hijo también lo notará, pero mi pobre hija. ¿Qué mensaje le enviaría eso a ella? Dios ayúdame», publica por última vez en su cuenta.

Casos similares

No es la primera vez que ocurre un caso así. En España, Sandra Mercado, activista destransicionado, pasó por algo parecido. Varios años después de vivir disforia se realizó una vaginoplastia. Acción que le cambió la vida por completo.
Mercado, aseguró a este medio en una entrevista que «era un niño diferente». Le gustaba la feminidad y sufría bullying por su orientación sexual. Un día comenzó a avergonzarse de su cuerpo, de ser homosexual y sentía, comentó, que estaba «cometiendo un delito». Años más tardes, sin haber pasado antes por un psicólogo que le recomendase terapia, se operó.
Cuando se realizó la operación, se dio cuenta de que había perdido muchísima sangre, pero no le dieron importancia. De hecho, lo tomaron todo con mucho secretismo, sin contarle nada. Los dolores cada vez eran mayores, tanto, que tuvieron que ponerle morfina y dos bolsas más de analgésicos que le hacían ver alucinaciones y acrecentaron sus ataques de ansiedad. Años después la situación empeoró.
Ahora Sandra acude al médico cada poco tiempo para realizarse exámenes, ya que le trataron «como un conejillo de indias».
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