La mujer que cambió su opinión sobre el aborto tras escuchar el latido de su bebé: «Las leyes provida le salvaron»
Nunca había estado segura, pero diversos grupos de personas la presionaron para que continuara porque así «todo lo que quería con el padre de mi hijo se haría realidad»
Su nombre es Melissa Brooks y gracias a la que considera «la mejor decisión de su vida», y a las cancelaciones de varias citas en el abortorio, puede a día de hoy ver a su hijo correr y crecer por su estado, Kentucky, uno de los primeros territorios de Estados Unidos que tras la revocación del caso Roe vs. Wade, bajo el cual se cimentó durante 49 años la legalización del aborto en el país norteamericano, prohibió esta controvertida práctica.
Brooks siempre se había definido como una mujer a favor del aborto. Luchaba por los derechos de las mujeres y defendía a todos aquellos estados que seguían facilitando los abortos. Sin embargo, en 2023, su situación dio un giro de 180 grados al quedar embarazada. Aunque no buscaba al bebé, supo que no podía dejarlo ir, a pesar de que su expareja, y padre del pequeño, le presionase a hacerlo.
Su caso, que se dio a conocer por una columna que escribió en The Federalist, titulada Las leyes provida ayudaron a salvar la vida de mi hijo, dio la vuelta al mundo y ayudó, entre otras cosas, a conocer la realidad de esta dura práctica que se realiza diariamente en todo el mundo. Su caso no es el único. En el mundo, anualmente, se practican alrededor de 73 millones de abortos.
Tras descubrir que estaba embarazada, Brooks decidió contactar con el chico con el que había estado saliendo. «Estábamos en un estado de shock», recuerda, «yo ya tenía un hijo de 18 años, y él dos niños más». Sin pensarlo, el hombre le dijo que debía abortar «lo más pronto posible». La idea le pareció una locura, ya que iba a dejar morir a su propio hijo; sin embargo, siguió con el proceso.
La búsqueda de abortorios fue complicada. En su estado natal —Kentucky— esta práctica solo está permitida si la vida de la madre corre peligro, al igual que en Tennessee, territorio vecino, por lo que tuvo que viajar 658,7 kilómetros hasta llegar a Illinois. A pesar de tener tres citas programadas, el tiempo jugó a favor de la madre, que las canceló por problemas familiares.
La estadounidense nunca había estado segura de querer perder a su bebé, pero diversos grupos de personas, como sus amigos más cercanos, la presionaron para que continuara porque así «todo lo que quería con el padre de mi hijo se haría realidad». No fue así, él le aseguró que nunca más iban a estar juntos.
Una oportunidad a la vida
Durante las semanas que no acudió a la clínica acordada, decidió visitar en secreto un centro para escuchar los latidos del corazón de su bebé. En ese momento, se dio cuenta de que era «un niño precioso» y que no podía dejarlo ir.
Cuando le tocó ir a la revisión de Illinois, las palabras del doctor le sembraron más dudas. El proceso se había complicado: «Me dijeron que debía tomar medicamentos abortivos y luego someterme a un procedimiento para sacarle». En ese momento su decisión cambió por completo: «No había manera de que me sometiera a eso. No iban a poner a mi bebé inocente en esa situación», apunta en su columna.
Aunque su situación no iba a ser fácil porque iba a criar a su hijo sola, al salir del abortorio decidió visitar a una ginecóloga. Ese día, argumenta, escuchó los latidos de su bebé «no como un adiós», sino como promesa de «protegerlo mientras viviera».
Ahora, un año y un mes después de su nacimiento, el pequeño Oryan, a pesar de su patología cardiaca congénita y diversas operaciones, descansa al lado de su madre, quien no se arrepiente de su decisión.