Imagen de las bolsas de nicotina
Un experto advierte a España sobre las bolsas de nicotina de 0,99 mg: «Son una perfecta entrada para menores»
Esta dosis es demasiado baja para ayudar a los fumadores a dejar el tabaco, pero lo suficientemente atractiva para captar la atención de los más jóvenes
El psicólogo sueco Karl Fagerström, una autoridad mundial en el campo del tabaquismo y creador del conocido test que evalúa la adicción a la nicotina, ha lanzado una seria advertencia a España sobre la posible autorización de bolsas de nicotina con una concentración de 0,99 miligramos por unidad. Según él, esta dosis es demasiado baja para ayudar a los fumadores a dejar el tabaco, pero lo suficientemente atractiva para captar la atención de los más jóvenes.
Fagerström critica la medida que impulsa el Ministerio de Sanidad español al considerar que esta dosis no tiene sentido desde el punto de vista terapéutico: «No atraerá a los fumadores ni les será útil para dejar el cigarrillo; simplemente, es demasiado baja». Por el contrario, sostiene que sería más coherente permitir productos con una concentración más alta, ya que los no fumadores no toleran bien esas dosis, que suelen provocar reacciones como mareos o náuseas.
El problema, según advierte, es que una dosis como la propuesta puede ser ideal para adolescentes sin experiencia, con sistemas nerviosos más sensibles: «Para un joven de 13 o 14 años, esto puede convertirse en una droga de iniciación perfecta», alertó. A medida que su tolerancia aumente, buscarán productos con mayor contenido de nicotina, y si no encuentran bolsas, la alternativa natural serán los cigarrillos. «Esto es inquietante y francamente extraño», afirmó en una entrevista reciente.
«Estoy muy preocupado», insistió. «Un producto con 0,99 miligramos de nicotina no sirve para un fumador, pero puede atraer a un adolescente ingenuo. Es una combinación peligrosa».
En Suecia, se comercializan bolsas con 1,5 miligramos, que ya se utilizan como vía de entrada al consumo. Aunque algunas voces del sector sospechan que la regulación española busca una prohibición encubierta, lo cierto es que hay precedentes internacionales con dosis similares.
Ante esto, Fagerström sugiere regular los productos con nicotina al estilo del alcohol: con impuestos más altos y restricciones más severas cuanto mayor sea la concentración.
En cuanto a los sabores, también se muestra cauto. Aunque comprende el esfuerzo por evitar que los productos resulten atractivos para menores, tampoco es partidario de eliminarlos por completo. «He trabajado durante años con terapias de sustitución —chicles, medicamentos— y sé que ciertos sabores son necesarios. No todos dejarán de fumar sin una alternativa mínimamente atractiva, como un sabor a menta, por ejemplo».
Fagerström fue claro: «Los fumadores no son tontos. Muchos, de hecho, el 70 %, quieren dejarlo. Si se les informa adecuadamente y se les ofrece un producto más seguro, más barato y con menos impuestos, lo probarán».
Un camino gradual hacia la salud
El experto plantea una estrategia escalonada para abandonar el tabaco: primero pasarse al tabaco calentado, luego a cigarrillos electrónicos y finalmente a bolsas de nicotina o terapias sustitutivas. «Sí, se pierde placer en cada paso, pero si el sabor y la dosis son adecuados, esta transición puede ser muy eficaz», explicó.
De hecho, cree que una estrategia bien diseñada podría salvar hasta 460.000 vidas al año en toda la Unión Europea –29.000 de ellas solo en España–, acercando a los países a una sociedad libre de humo.
Suecia como ejemplo
Suecia es, a sus ojos, un modelo a seguir. Es el país con la menor tasa de enfermedades y muertes atribuibles al tabaco en Europa, y ha logrado lo que la OMS llama el 'fin del juego' del tabaco, con una tasa de fumadores inferior al 5 % (actualmente 4,9 %).
Fagerström concluyó que muchas de las objeciones hacia los productos de nicotina derivan más de prejuicios que de evidencias. «Hay quien simplemente odia a la industria del tabaco, y con razón, por su historial. Pero debemos priorizar la salud de los fumadores. Yo también detesto esa industria, pero salvar vidas está por encima de todo».