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06 de mayo de 2024

Prendas textiles de rebajas en un centro comercial

Prendas textiles de rebajas en un centro comercialEFE

Día de la Moda Sostenible

El impacto del sector textil en el medio ambiente: prohibir Shein o hacer eco-etiquetas, algunas soluciones

Para producir una sola camiseta se necesitan 2.500 litros de agua y los tintes y los productos de acabado son responsables de aproximadamente el 20 % de la contaminación de agua potable

Es algo que necesitamos para nuestro día a día y que, en ocasiones también, consumimos por encima de nuestras posibilidades. Armarios llenos de ropa protagonizan los espacios de muchos hogares. Esta acumulación no solo genera desorden, sino que también contribuye a que continuemos consumiendo compulsivamente mientras la ropa que no usamos sigue criando polvo.
Además de los claros problemas de espacio, este consumo constante de productos textiles también tiene repercusión sobre el medio ambiente y el consumo, algo que la Unión Europea (UE) trata de reducir con el fin de lograr una economía circular para el año 2050.
Y es que los datos son, cuanto menos, llamativos. Según la UE, el consumo textil por habitante medio en 2020 requirió 400 metros cuadrados de suelo, 9 metros cúbicos de agua y 391 kilos de materias primas. Todo ello causó, según el Parlamento Europeo, unos 270 kilos de huella de carbono.
El dato más sorprendente, sin embargo, es el que se refiere a la cantidad de agua que se utiliza para llevar a cabo estos productos. Para elaborar una sola camiseta de algodón, las estimaciones indican que se necesitan 2.700 litros de agua dulce, es decir, la cantidad de agua que una persona bebe en dos años y medio. Además de esto, también es necesaria mucha cantidad de este líquido para cultivar el algodón que se usa para su fabricación.
Por otro lado, las estimaciones apuntan a que la producción textil, a través de los tintes y los productos de acabado, es responsable de aproximadamente el 20 % de la contaminación mundial de agua potable. La mayoría de los microplásticos de los textiles se liberan durante los primeros lavados. Precisamente, la moda rápida (o fast fashion) se basa en una producción en masa, con precios bajos y grandes volúmenes de ventas, lo que fomenta que se produzcan muchos de estos primeros lavados.
Una sola carga de ropa de poliéster puede verter hasta 700.000 fibras microplásticas, que pueden incluso llegar a la cadena alimentaria a través de los océanos. Y es que según datos de AEMA y EPRS recogidos por el Europarlamento, hay 0,5 millones de toneladas de microfibras en los océanos, suponiendo el 35 % de los microplásticos liberados en el medioambiente.

Aumento del 40 % del consumo textil

En las últimas décadas, el consumo de prendas textiles ha experimentado un aumento del 40 %. Este incremento en la demanda ha llevado a una mayor producción y, con la implementación de los últimos métodos de producción en masa, a un aumento en la contaminación. Ante esta amenaza generacional que afecta a nivel global, es crucial explorar alternativas como la moda sostenible para mitigar sus efectos.
Ester Vilaseca, directora del área de Moda de la escuela LCI Barcelona, señala que las empresas de moda rápida deberán adaptarse o replantear su posición si se implementan las medidas propuestas por la Unión Europea en los últimos meses. Según explica la experta, prolongar la vida útil de los productos textiles se puede lograr de dos formas: mediante innovaciones en los procesos de producción y mediante una mayor concienciación por parte de los consumidores.
En Francia se va a optar por restringir de manera directa la ropa de, entre otras marcas, Shein. Y es que la Asamblea Nacional ya ha impulsado –a falta de pasar por el Senado– la prohibición de publicidad para cadenas de ropa fast-fashion como Shein o Temu. También deberán pagar un gravamen, lo que complica aún más la viabilidad de su negocio en el país.
Otra medida que se está barajando son las llamadas eco-etiquetas, que todavía están dando sus primeros pasos. Según datos oficiales, hay más de 37.000 productos en el continente que tienen esta etiqueta. El objetivo es controlar los efectos que una prenda deja en el medio ambiente durante su ciclo vital. Se analiza tanto el momento de fabricación como el de distribución, consumo y desecho. Esta fórmula podría certificar la sostenibilidad de las prendas y convertirse en signo de distinción que en los próximos años puede convertirse en un atractivo para ganar clientes.

Solo se recicla el 1 %

El consumo promedio de textiles en Europa asciende a casi 26 kilos por persona al año, con una disposición de aproximadamente 11 kilos de prendas usadas. A pesar de que existe la posibilidad de exportar ropa usada fuera de la Unión Europea, la gran mayoría (87 %) termina incinerada o en vertederos.

El fenómeno de la moda rápida ha sido un factor determinante en este aumento del consumo, impulsado en parte por las redes sociales y una industria que difunde las tendencias a una velocidad sin precedentes, alcanzando a un mayor número de consumidores.
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