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Eugenio Mallol

Más gasto público en ancianos que en niños

La brecha entre lo que destina el Estado a los pensionistas y lo que aporta a la infancia y la juventud puede reducir los incentivos a la natalidad, aunque el asunto no es estrictamente presupuestario, sino cultural

Si tienes entre 47 y 53 años, malas noticias para tu bolsillo. Durante esa etapa se produce la mayor diferencia entre lo que se recibe del sector público (entre 5.800 y 6.700 euros anuales, de media) y lo que se aporta vía impuestos (unos 15.000 euros anuales, con un máximo de 16.800 euros a los 50 años, de media). Es una de las llamativas revelaciones de la herramienta de visualización de datos NTA España desarrollada por Pablo García Guzmán, economista asociado de la Oficina del Economista Jefe del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD).

Las aportaciones del Estado a los contribuyentes se disparan a partir de la jubilación. Entonces, las tornas dan un giro y el saldo se vuelve claramente favorable al ciudadano. A los 71 años se reciben, de media, 25.500 euros del sector público y se pagan apenas 6.900 euros en impuestos, según los cálculos de NTA España.

Las aportaciones del Estado a los contribuyentes se disparan a partir de la jubilación

Lo que aparenta ser un proceso natural, casi de justicia social, un modelo obvio de recompensa tras una vida de trabajo, puede acabar teniendo, no obstante, implicaciones estructurales graves a largo plazo. En países como Reino Unido, se ha abierto un debate acerca de la brecha que separa lo que transfiere el sector público a los pensionistas en comparación con lo que destina a la población infantil y adolescente, que en nuestro país alcanza un máximo de 10.500 euros de media a los 15 años.

El Financial Times ha hecho un ejercicio similar al de García Guzmán y lo ha plasmado un gráfico muy elocuente con datos de la Oficina Nacional de Estadística (ONS) británica. El profesor de la London School of Economics Stefan Schubert, autor del libro Effective Altruism and the Human Mind, dedicaba esta semana una reflexión al tema y ponía en relación el gráfico sobre la realidad de Reino Unido precisamente con el del analista del BERD para España.

Imponen impuestos altísimos a las familias trabajadoras y utilizan ese dinero para transferir impuestos a los pensionistasStefan SchubertAutor del libro Effective Altruism and the Human Mind

La clave es que en ambos países la tasa de fertilidad se encuentra claramente por debajo de la tasa de reemplazo, fijada en aproximadamente 2,08 hijos durante la vida reproductiva de cada mujer. En Reino Unido apenas se sitúa en 1,43, pero el caso de España resulta mucho peor: «tiene una tasa de natalidad atrozmente baja (tasa de fecundidad de 1,12), lo que dará como resultado una reducción a la mitad del tamaño de cada generación», dice Stefan Schubert.

«¿Qué hace España al ver esto?», se pregunta. «Imponen impuestos altísimos a las familias trabajadoras y utilizan ese dinero para transferir impuestos a los pensionistas. Cuando las familias españolas compran ropa y comida para sus hijos, esto se grava con altos impuestos al consumo, que a su vez se destinan a transferencias de efectivo a los pensionistas. Solo una pequeña parte del dinero recaudado con impuestos se destina a los niños, salvo para su educación. España se desvanecerá. Serán patios de recreo vacíos, y luego un país vacío. Pero al menos los jubilados estuvieron cómodos por un tiempo».

El gran asunto al que nos enfrentamos como sociedad no es estrictamente de disponibilidad de fondos, sino de asignación de recursos

Un espinoso problema político de primer orden, que nos ayudan a calibrar desde Londres dos expertos de la London School of Economics y el BERD, y al que hay que sumar las dudas razonables sobre la propia sostenibilidad del sistema de pensiones en nuestro país.

En realidad, el gran asunto al que nos enfrentamos como sociedad no es estrictamente de disponibilidad de fondos, sino de asignación de recursos. Es el tema fundamental que muchas veces se olvida. España cerrará el año con una recaudación fiscal récord, tras superar en noviembre con 300.000 millones de euros, lo mismo que ingresó en todo 2024, pero no ha sido capaz de aprovechar este ciclo de progreso económico, dopado con fondos europeos del Plan de Recuperación, para acometer un verdadero cambio de modelo productivo hacia otro de mayor valor añadido, con más protagonismo de la industria y con liderazgo tecnológico.

Todo lo fiamos al incremento del consumo derivado del aumento de población, al apresurado y poco meditado gasto de las distintas administraciones vinculado a los fondos europeos (y ya veremos después qué pasa), al bum de la inversión inmobiliaria y al buen comportamiento del sector turístico, con niveles nunca vistos de empleo, lo que no quita que sea la actividad económica que menos aporta en términos relativos a la Seguridad Social (los sueldos de la hostelería están un 40 % por debajo del salario medio).

Hay que acertar también en el modelo, en la creación del entorno

Paliar el fenómeno que ponen de manifiesto los gráficos del Financial Times y de Pablo García Guzmán, e incentivar la natalidad, no sólo requiere una mejor financiación de la infancia y la juventud en términos cuantitativos, para estrechar la brecha con los pensionistas. Hay que acertar también en el modelo, en la creación del entorno. Y esa es una cuestión realmente cultural.

La brecha entre lo que destina el Estado a los pensionistas y lo que aporta a la infancia y la juventud puede reducir los incentivos a la natalidadEuropa Press

Un informe reciente del Instituto Buckley acaba de revelar que no hay profesores republicanos en 27 departamentos de la Universidad de Yale. El culto a la polarización, la nueva religión online, está llegando al extremo de explorar la ideología del profesorado que forma a nuestros jóvenes, sin considerar el valor de sus aportaciones al conocimiento (en España probablemente esto segundo proporcionaría información mucho más reveladora). No hay presupuestos para corregir este tipo de derivas, se trata de un cáncer que debemos extirpar como sociedad.