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18 de mayo de 2024

El rey Don Rodrigo arengando a sus tropas en la batalla de Guadalete, obra de Bernardo Blanco

El rey Don Rodrigo arengando a sus tropas en la batalla de Guadalete, obra de Bernardo BlancoMuseo del Prado

La Batalla de Guadalete, el choque decisivo que cambió la historia de España

Conllevó la caída del estado visigodo y la rebelión de Asturias. Estos hechos articulan los cimientos constructivos de la nueva entidad que nacerá en la Reconquista

Pese a seguir inmersa en grandes incógnitas, y haber desencadenado interpretaciones contradictorias, la Batalla de Guadalete fue, sin duda, la más importante de la Edad Media peninsular. Y, muy determinante de la Historia de España y Occidente por el papel protagonista que nuestro país ha jugado en la historia universal.
Y es que el verdadero final del mundo clásico no llegó con la descomposición del Estado romano, sino cuando el Mare Nostrum, comunicación milenaria entre Oriente y Occidente, transmutó en frontera entre el Islam y la Cristiandad.
El 19 de julio de 711, fecha de la victoria de Tariq en Guadalete, supondría un choque trascendental que cambiaría para siempre su destino político y territorial. El poder islámico estaría vigente nada menos que siete siglos, más tiempo del que ha dominado la península cualquier otro pueblo.
Los triunfantes invasores llamarían a su nueva provincia Al-Ándalus: una nueva religión, lengua, costumbres, administración que hubiera unido los destinos de la España actual a los de los países del Magreb. La conquista islámica y el surgimiento del reino de Asturias, supervivencia milagrosa de la identidad cultural forjada en la romanización, son hitos del imaginario colectivo español.
Aunque quizás lo más sorprendente, es que este tema en los últimos tiempos sea una cuestión ideologizada y politizada. ¿Y por qué una época tan lejana en el tiempo se juzga así? Pues ni más ni menos porque entra en juego el concepto de identidad hispánica y la idealización de Al-Ándalus. Algunos investigadores matizan sin sonrojo que no entró nadie en el 711, que la invasión carece de a base documental y que solo es un mito creado a principios del siglo XIII por Lucas de Tuy y fomentado por la ideología franquista.

España como nación

Es irrebatible que España como nación cultural es una creación de Roma que la unifica, dota de costumbres, lengua, corpus jurídico y religión. Pero serían los visigodos los artífices de la primera unidad política independiente en la Península Ibérica. Se llamaba Spania, con ese líquida que se pronunciaba como la actual España. Es decir, aparece el concepto en discordia: el primigenio Estado español.
La Batalla de Guadalete debe contextualizarse, tanto en la tesitura sociopolítica del reino visigodo como en el vertiginoso proceso expansivo del califato omeya. No por fácilmente explicable, deja de ser impresionante su fulgurante expansión sin parangón en el Mundo Antiguo que conllevó una ferocísima violencia, una agresión brutal contra las zonas colindantes con un objetivo que, frente a lo que suele decirse, solo secundariamente era religioso.
Retrato imaginario del rey Leovigildo

Retrato imaginario del rey Leovigildo

Suele considerarse el 415 –época de Ataulfo– como fecha de implantación del reino visigodo, pero realmente fue Leovigildo quien comienza la unificación de la península. Es un estadista y todo un «señor de la guerra» con quien España nace como ente nacional y soberano. Gregorio de Tours, contemporáneo franco, lo llama directamente rey de los hispanos, no de los godos. 'Latiniparlos' y muy romanizados, con el tiempo, un potente corpus jurídico y la conversión al catolicismo funde las dos élites hispanorromana y goda. El catolicismo se convertirá en una condición indisoluble a la nación española secula seculorum.
Con 630.000 km² y 5 millones y medio de habitantes, hacia el año 680 era el reino más poderoso y rico de la Europa occidental. Sánchez-Saus afirma que constituía la estructura política más sólida y ningún estado europeo del occidente podía competir en esplendor cultural al reino visigodo, ni el reino longobardo en Italia, ni la heptarquía anglosajona, ni la debilitada y dividida Francia merovingia
En la monarquía electiva, sistema de transmisión de la corona estaría el quid. La invasión se produjo en un momento crucial.
En enero de 710, Witiza moría de forma inesperada. ¿Muerte natural o asesinado? Tenía entre, 24 y 27, por lo que los famosos hijos de Witiza Oppas y Sisberto, en realidad serían sus dos hermanos. Y Rodrigo sería nombrado sucesor.

¿Por qué Guadalete hizo caer con tanta celeridad al reino visigodo?

En relación a la expansión islámica, en un siglo, desde el Atlántico hasta la India y Asia Central, no hubo tierra que no fuera amenazada o sometida por los ejércitos del califato. Habían constituido un imperio cuya extensión superaba los 15.000 kilómetros y su avance proseguía. Tras Bizerta, en Túnez; en 665 emprendieron el asalto al Magreb. Para la administración de la provincia nombran como walí o gobernador a Muza Ben Uair (llamado por el imaginario cristiano el Moro Muza) cuyo lugarteniente fue Tarik ibn Ziyād. Suponía hasta la fecha la zona más occidental del imperio.
Tarik dirigía un pequeño ejército formado por un núcleo de soldados profesionales mujilas, bien entrenados e hizo levas con bereberes de zonas recién dominadas. La ciudad de Ceuta estaba gobernada por el conde don Julián, un personaje de origen oscuro pero rigurosamente histórico que estaba bajo el vasallaje de la corona visigoda de Toledo. La connivencia de don Julián con Tarik sería crucial: le cedió su pequeña flota para facilitarle el cruce del estrecho de Gibraltar en la noche del 27 al 28 de abril de 711.
El poema medieval esgrimía que la violación de la hija de don Julián por parte de Rodrigo habría incitado su traición. Algo que no deja de ser una leyenda ¿Pactó con los musulmanes el paso a cambio de para mantener su pequeño enclave y status como gobernador en la nueva provincia islámica? Probablemente.
El hecho es que Tarik desembarca en el terreno protegido por el monte Calpe, lo que hoy se conoce como Gibraltar en su honor (Yêbel at-Tarik: montaña de Tarik). (No es el caso de Tarifa que procede de Tarif, otro jefe militar que iba en el contingente invasor) y desde allí establecerá una cabeza de puente que facilitará que Musa envíe refuerzos desde África.
En ese momento, las huestes de Rodrigo estaban combatiendo a un enemigo norteño cuando le llegaron noticias de la Bética. Un caudillo musulmán, llamado Tāriq, había cruzado el Estrecho con un ejército bajo las órdenes de Musa, gobernador del norte de África. No había resuelto del todo la rebelión, pero el rey vio prioritaria la amenaza del sur.

La batalla donde se perdió España

El choque entre los ejércitos de Tarik y Rodrigo tuvo lugar en Wadi Lakkah. Que hoy se sabe que no fue en río Guadalete, sino en las cercanías de Arcos de la Frontera. El número de efectivos de ambos bandos presentan cifras contradictorias 25.000, 40.000 hasta 100.000 soldados.
El ejército de Tarik, como hemos comentado, era un ejército potente y estructurado. Llevaba dos tipos de tropas: los mujatila que eran soldados profesionales árabes, egipcios, y afarikas, un total entre 1.700 y 3.000. Eran lanceros en orden cerrado, una infantería de primera línea pagada por el califa que incluía arqueros con arcos de dos metros de envergadura.
A esto se le sumaban 10.000 hombres provenientes de contingentes tribales, bereberes de Marruecos. Era una infantería ligera sin armadura, mal equipada con venablos y espadas cortas y sin formación, pero que justo antes de la batalla se había duplicado al recibir refuerzos de Muza.
A ellos debe añadirse el pequeño cuerpo de tropas de don Julián y un cuerpo de guerreros negros. Un total 15.000 hombres. Las fuentes árabes insisten unánimemente en que no hubo caballería en el paso del estrecho. Algo lógico si pensamos que el transporte marítimo de los caballos en las barcazas era una operación de especial dificultad.

El ejército de Rodrigo

Las cifras árabes coinciden en que los superaban en número. Hoy, se estima que Rodrigo llevaría entre 20-24.000 hombres. El modelo militar de Rodrigo es el bizantino, el grueso de la fuerza recaía en la caballería pesada, arma de guerra entonces por excelencia. (Hispania había tenido la yeguada más importante de todo el Imperio romano).
Rodrigo y todos sus grandes señores presentan sus potentes y bien equipadas turmas o grupos de caballería de centenas de hombres reforzadas por diez mil hombres. Junto a ellos, la masa de infantería iba mal armada con garrotes, hondas o cuchillos, y con poca experiencia y el resto, unos dos tercios, eran levas mal equipadas sin formación.
El contingente godo articuló un frente de tres grandes divisiones. El centro, donde formaba la comitiva regia, lo mandaba Rodrigo y en las alas derecha e izquierda, la dirección recayó en los hermanos del anterior rey, Witiza: Oppas y Sisberto.
La batalla de Guadalete, de Salvador Martínez Cubells

La batalla de Guadalete, de Salvador Martínez Cubells

Los ejércitos sólo debían aceptar batalla campal cuando estuvieran seguros de vencer. Rodrigo asumió el desafío porque consideró la victoria más que probable. Quizá no sólo por la superioridad numérica, sino también porque estos no tenían monturas, lo que multiplicaba sus posibilidades de éxito.
Los grandes errores de Rodrigo fueron dos: combatir en un lugar elegido por Tarik y no atacar justo al llegar, poniendo ejército frente a ejército teniendo a su favor caballería y número de efectivos. Pasaron siete días escaramuceando: combates individuales, pequeños lances… Tarik estaba esperando, tal vez porque ya tenía conocimiento de la traición de parte del ejército enemigo. ¿Es entonces cuando los witizanos, capitaneados por Oppas y Sisberto contactan con Tarik y pactan la defección de las alas?
Rodrigo, confiado en su superioridad, comete el error en la colocación de su hueste que por las características del terreno tenía forma de embudo. Esto hace que sus tropas queden encajonadas entre el frente enemigo y la laguna de la Janda y, por otro lado, el cauce del Almodóvar y afluentes.
En plena batalla, los witizianos, que comandaban los flancos, se separaron del ejército visigodo, y dejaron abandonado a Rodrigo y sus hombres. Tras esta deserción, las tropas cristianas son cercadas y encerradas en el cauce del río. Metidos literalmente en el lodo, son envueltos por los lanceros que los acosan a lanzazos.
No hubo una espantada. El centro del ejército visigodo, unos 3000 jinetes y 6.000 infantes, no dieron la batalla por perdida y las fuentes musulmanas apuntan incluso que aun así la victoria no estuvo clara. En tres días de duro combate, del 18 al 20 de julio, los cristianos pelearon con arrojo, pero los bereberes, con ataques rápidos y letales, acabarían diezmando y derrotando a las rodeadas fuerzas leales al monarca.
Hasta Rodrigo muere en la batalla, aunque tampoco en eso coinciden las crónicas. No se encuentra su cadáver que pudo haber sido arrastrado por la corriente. Lo único que se encontraría tras tres días de matanza, fue su gran caballo de batalla, medio asaetado. Era un magnífico ejemplar, con preciosos arreos: una silla guarnecida de oro y cuajada de rubíes y esmeraldas. También la tradición dice que se encuentra una bota de Rodrigo adornada con perlas y rubíes medio hundida en el barro.
¿Su cadáver fue hallado, decapitado y se envió su cabeza a Damasco? ¿Pudo haber escapado a la antigua Lusitania con un puñado de leales? Allí, siglos más tarde, se descubrió una lápida con la inscripción: «Aquí yace Roderico, rey de los godos». Otras fuentes más exóticas lo sitúan enterrado en Galicia donde recibió sepultura con una serpiente. En una sorprendente vuelta de tuerca, la tradición cuenta que el hijo de Muza, acabaría casándose con Egilona, la hermosa viuda de Rodrigo.
La magnificencia que alcanzarían más tarde el emirato y el califato de Córdoba ha creado el espejismo de que los musulmanes llegaban con una civilización superior, cuando se trataba de guerreros del desierto y de las montañas del Atlas, tan bárbaros o más que los suevos, vándalos y alanos de muy pocos siglos atrás. Los grandes admiradores de Al-Ándalus destacan la riqueza y el avance cultural que durante algunos siglos consiguieron sus capas dominantes, pero olvidan el extremado despotismo, el muy extendido esclavismo y la guerra civil casi constante.

¿Qué pasó después?

No tardarían los cristianos en levantarse contra los infieles conquistadores, pues apenas 10 años después de Guadalete, en, un pequeño enclave de la costa cantábrica, cuajará una rebelión liderada por Pelayo, hijo del Dux de la Gallaecia.
Con la ayuda de la población local, cristiana y romanizada, conseguirán crear un reino independiente que iría cuajando y expandiéndose poco a poco, primero hacia el este y luego hacia el oeste hasta hacerse con la cornisa cantábrica. Y de ahí, dirigirán sus esfuerzos hacia el Sur.
Es cierto que los francos sí fueron capaces de resistir la invasión, pero no se cuenta que para llegar hasta ellos los ejércitos musulmanes tenían que atravesar el tapón de la resistencia española que era un obstáculo casi insalvable tanto para el aprovisionamiento como para el traslado de las tropas islámicas. Categóricamente, los núcleos de la Reconquista españoles contribuyeron a que el reino franco y la civilización occidental no desapareciese. De no existir esa resistencia, hoy tendríamos que hablar de otra historia de Europa en la que probablemente la peor parte nos la llevaríamos las mujeres.
Con el tiempo, Asturias llegará a convertirse en el principal enemigo de Al-Ándalus y será el germen de cinco reinos cristianos: Portugal, León y Castilla, Navarra y Aragón que se opondrán a los distintos poderes musulmanes. Una división territorial que llegaría siglos más tarde a una reunificación en un largo y complejo proceso: la Reconquista, cuyo motor fue la mitificación de la unidad de la antigua Spania visigoda. Sin ello, habrían permanecido indefinidamente como estados separados. Y paralelamente a ello, se irían consolidando fundamentos ideológicos nuevos basados en el espíritu de cruzada que plantearon la única alternativa posible: la erradicación de la cultura musulmana.
De ahí la importancia y trascendencia de la Batalla de Guadalete que conllevó la caída del estado visigodo y la rebelión de Asturias. Estos hechos articulan los cimientos constructivos de la nueva entidad que nacerá en la Reconquista.
Spania, pronunciado España, mantuvo en los siglos de resistencia contra el Islam un sentimiento étnico-patriótico que iría marcando su lugar en el mundo. Una sociedad en lucha que fue capaz de ir construyendo un nuevo ente político, histórico, cultural y espiritual marcado por la fe católica y que preservaría a Europa, y a Occidente de un devenir que hubiera transmutado sin vuelta atrás las bases de nuestra civilización.
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