La seguridad
Los nuevos monteros y los que tenemos ya muchos tiros pegados, tenemos que mantener la más absoluta observancia a las reglas

Sombrero tras un accidente de caza
Se dice que la vida da muchas vueltas y que la propia realidad supera a la ficción. Nadie puede ni debe acostumbrarse a vivir como si su propia situación, confortable o calamitosa, fuera a durar por siempre. ¡Qué rápido puede cambiar todo en un momento! También parece una estupidez vivir como si no existiera la inexorable certeza de la muerte y la incertidumbre temporal de su visita. Así las cosas, todas las actividades humanas entrañan un riesgo y a diario lo asumimos, conscientes o no, como parte irremediable de nuestra existencia.
Los cazadores manejamos armas y éstas son peligrosas. En este sentido, la caza en batidas es especialmente arriesgada y no hay temporada en que no ocurran accidentes, en ocasiones, con resultado fatal. Centrémonos en la batida de caza mayor más nuestra; la montería española. Muchas veces pensamos que estar rodeados de monteros experimentados es una garantía de seguridad y desgraciadamente eso es solo una verdad a medias. Las armas las carga el diablo y las hacen funcionar las personas. Solo al que mucho friega, se le rompen platos, de forma que cuánto más tiras, más probabilidades tienes de cometer un error. Uno puede tener una trayectoria de prudencia inmaculada durante décadas, pero basta un solo despiste puntual para poder caer en el abismo de la tragedia.
«No hay temporada montera en que no te silben balas y sientas el pánico de ese sonido electrizante del proyectil cercano»
El otro día durante un almuerzo de cazadores, un montero viejo y avezado, reflexionaba sobre este particular. ¿Quién no se ha arrepentido en alguna montería por haber apretado el gatillo indebidamente?, decía. Todos asentían y yo mismo tuve que repasar mi conciencia. Esto resulta escalofriante y le di muchas vueltas a ese comentario impactante. No hay temporada montera en que no te silben balas y sientas el pánico de ese sonido electrizante del proyectil cercano. Los rebotes merecen otro capítulo aparte, acaso más incontrolables que vienen a rematar estos macabros pensamientos. Me da la sensación de que San Huberto trabaja duro para interceder por nosotros en las monterías.
Al inicio de la montería se suelen repasar las más básicas instrucciones de seguridad pero, a menudo, las escuchamos sin atención como a una azafata explicando cómo se ha de colocar el cinturón de seguridad o las mascarillas de oxígeno. No tirar a los visos; asegurarnos de enterrar los tiros siempre; no tirar en línea en cortaderos; ojo con las reses de venite, etcétera… suenan como las rutinarias letanías del rosario. Cuando las vestimentas naranjas o amarillas fluorescentes se fueron imponiendo, algunos monteros despotricaban por el crimen estético que se perpetraba nada menos que a la tradición montera, inundando la sierra de horribles colores chillones. Hoy estos disfraces están generalmente aceptados en España y en el resto del mundo. Toda precaución es poca, pero los accidentes siguen ocurriendo y lo que es peor, nos pudieran parecer inevitables. Todo, incluido nuestra secular tradición, ha de supeditarse a la mayor seguridad.
«Al llegar al puesto, con serenidad, juzguemos dónde se puede y dónde no se puede tirar»
Los nuevos monteros y los que tenemos ya muchos tiros pegados, tenemos que mantener la más absoluta observancia a las reglas de seguridad y enseñar a nuestros hijos a meterse en la cabeza estos preceptos como prioridad innegociable en el ejercicio de la caza. No podemos dejarnos llevar por la emoción del momento, el ansia o el despiste. Al llegar al puesto, con serenidad, juzguemos dónde se puede y dónde no se puede tirar. Alguna vez están tan mal colocadas las posturas que no deberíamos ni desenfundar el armar. No hay trofeo tan grande que justifique una imprudencia y una mínima posibilidad de causar un accidente. Estoy convencido de que no pasan más desgracias porque Dios no quiere.
- Luis de la Peña es vicepresidente del CIC (Consejo Internacional de la Caza y Conservación de la Fauna).