Sabiduría popular

Es común ver como se da más crédito a organizaciones animalistas, que presentan informes elaborados por ellos mismos sin ningún otro aval, mientras se desprecian los comentarios de aquellos que viven, trabajan o disfrutan del medio rural

Actualizada 11:20

Un hombre transporta con un tractor el corcho extraído en una finca de Cáceres

Un hombre transporta con un tractor el corcho extraído en una finca de CáceresEuropa Press

Mi amor a la Naturaleza me ha hecho apreciar las historias de la gente que vive en ella. Me impresiona su sabiduría, sabiduría adquirida de la experiencia, por gente que en algunos casos les cuesta leer y escribir, pero no por ello debemos dejar de escucharlos y de aprender de sus conocimientos.

Me acuerdo de una historia de un guarda de caza que contaba como, acompañando a una persona de ciudad, se sentaron cerca de un arroyo y tuvo que quitarle de la boca una ramilla de cicuta y nos razonaba: El muy ignorante pensaba que era «perjeril». Y es verdad que las dos umbelíferas (perejil y cicuta) se parecen bastante.

En la universidad recuerdo las clases de botánica del genial Juan Ruiz de la Torre, a quien también le encantaba hablar de las plantas aprovechando historias del conocimiento popular. Nunca se me olvidará el nombre vulgar de la Colchicum montanum, llamada popularmente quitameriendas cuya floración anuncia que los días ya acortan y no podemos quedarnos hasta tarde en el campo. El nombre en latín lo he tenido que buscar en internet, pero gracias a las explicaciones de mi catedrático, cada vez que veo la flor de ese bulbo sonrío recordando las lecciones de mi juventud y dándome cuenta que el otoño ya nos obliga a volver antes a casa.

Tampoco olvidaré la boalaga, otra planta que D. Juan nos explicó que en los pueblos la llaman «prueba yernos», ya que los viejos del lugar probaban a los jóvenes mandándoles a quitar hierbas malas. La «prueba yernos» sale muy fácilmente si la giras desde su base, pero si tiras de ella es imposible quitarla, así comprobaban si habían trabajado o no en el campo.

Esos monteros que distinguen perfectamente la ladra que precede a un cochino y el trote en el monte de un venado

Así como los lugareños, los cazadores también han adquirido esa sabiduría del campo, tanto por lo que les transmitieron sus mayores como a base de dedicar muchas horas a su afición. No conozco a ningún cazador que no se alegre de ver la primera jara en flor, como anuncio de la primavera que llega. Pocos sabrán que es una Cistus ladanifer, pero si la ven ya florecida en enero, anunciarán a los cuatro vientos lo adelantado que viene el año. Y esos corceros que llegan a una zona nueva y enseguida encuentran esa praderita donde esperar al soñado corzo. No se equivocan, allí acaba saliendo el animal deseado. Si les preguntan por qué escogieron ese sitio, al principio no saben decirte la razón, pero en cuanto empiezas a indagar, te explican el abrigo del bosque cercano, el arroyo que no se seca en verano o ese pasto con tanta variedad como la que busca el corzo. O esos monteros que distinguen perfectamente la ladra que precede a un cochino y el trote en el monte de un venado. Y qué decir de los que van detrás de los rebecos, que tratan de tener siempre localizada a esa hembra de la cabrada que actúa de vigía, para evitar el silbido que alerte al resto de los animales.

Debemos reivindicar que, antes de legislar sobre el campo, hay que preguntar a todos los que saben del mismo y a quienes les atañe cualquier modificación de la legislación. Por supuesto tener en cuenta a los científicos y a los sectores económicamente afectados por las decisiones que se tomen, pero no dejar de lado la sabiduría que proporciona la experiencia y la necesidad de conocer el medio para lograr el fruto de su disfrute. Es común ver como se da más crédito a organizaciones animalistas, que presentan informes elaborados por ellos mismos sin ningún otro aval, mientras se desprecian los comentarios de aquellos que viven, trabajan o disfrutan del medio rural. ¿Quién puede estar más interesado en que las cosas se hagan bien que los propios afectados? Ningún cazador, que se precie, quiere dejar esquilmada una zona, y tiene los conocimientos necesarios para poder opinar sobre cómo actuar para asegurar la pervivencia de cualquier especie. Como cualquier agricultor, ganadero, forestal, apicultor, etc. saben lo que conviene para asegurar la producción de hoy y también la futura. Como en todos los sectores, todos nos hemos visto obligados, en alguna ocasión, a actuar condicionados por las circunstancias (legislación adversa, falta de alternativas) y hacer aquello que sabemos no es lo mejor. Es bueno poder darlo a conocer para intentar influir y que se corrijan estos fallos en futuras revisiones de legislación.

  • Clara Moreno de Borbón es vicepresidenta del Real Club de Monteros y vocal de la Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza

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