Gases lacrimógenos, incendios y tractores disparando estiércol: el campo consigue la estampa temida en la UE

«Lo que menos necesita la Comisión Europea es que se repitan las imágenes de los tractores tomando las calles de Bruselas». Esta fue una de las frases mencionadas por un funcionario de la Comisión en conversación con El Debate cuando ese runrún de una gran manifestación en la capital belga era más que ruido en el campo.

Un escenario prácticamente de guerra perpetrado por agricultores y ganaderos iracundos, como sucedió en febrero de 2024 con su consecuente influencia en las elecciones al Parlamento Europeo, ha puesto a Bruselas en debilidad en coincidencia con la celebración del Consejo Europeo en el que participan todos los jefes de Estado o de Gobierno de los 27 Estados miembro.

«Los tractores a las puertas de la Comisión hacen mucho daño a Von der Leyen», apuntaban estas fuentes cuando se planteaba la posibilidad de que 10.000 agricultores y cientos de tractores colapsaran el barrio europeo poco más de un mes después de que los europarlamentarios que han sostenido a la presidenta en el cargo, la conocida como 'mayoría Von der Leyen', se dirigiera vía carta a la Comisión para rechazar la propuesta del Marco Financiero Plurianual (MFP) y pedir que la Política Agraria Común (PAC) conserve su especificidad, con su estructura de dos pilares y sin enmarcarse en un fondo único.

El caos y la falta de consenso en suelo europeo traslada una estampa de fragilidad que ha herido los intereses de la Comisión cuando estaba a tan solo dos días de la posible ratificación definitiva del acuerdo comercial con Mercosur (Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil). Las demandas han hecho efecto y el aplazamiento del acuerdo, por ahora a enero, supone un hito para el que quedaba muy poca confianza.

Los neumáticos en llamas, los cientos de kilos de patatas rodando sobre los adoquines de la plaza de Luxemburgo, las barricadas policiales arrasadas por los tractores y las montañas de estiércol a los pies de edificios emblemáticos disparan la presión sobre Von der Leyen.

La postura de los agrarios es clara: tensionar la situación en Bruselas para que sus reclamaciones, que parecen haber calado entre los eurodiputados, ganan peso en la Comisión y así cambiar los planteamientos para el MFP 2028-2034. «Los intereses de la UE han cambiado y, por ejemplo, pesa más la industria automovilística de Alemania que la PAC. A esto se suma la obligación de aumentar el gasto en Defensa, pero yo ya se lo he indicado al comisario Hansen: Misiles harán falta, pero la mejor inversión es la alimentación», destacó Pedro Barato, presidente de Asaja, en una declaración conjunta con Miguel Padilla y Cristóbal Cano, líderes de COAG y UPA, en la previa de la reivindicación.

Trasladar las dificultades de las explotaciones al centro de la agenda mediática y política destacaba como uno de los principales objetivo de esta rebelión que puede servir de semilla para replicas a menor escala en los Estados miembro.

Andrés Góngora, miembro de la ejecutiva de COAG, ha tildado la acción de «histórica» por haber puesto de acuerdo a representaciones de todos los países: «La Comisión Europea está sacrificando la PAC porque no solo le recortan más del 20 % de los fondos, sino que está generando la entrada masiva de terceros países. Está poniendo en peligro la alimentación en Europa y está arruinando la soberanía alimentaria».

El bloqueo de Bruselas y las dificultades para contener la ferocidad de los agrarios retumban en la institución europea como una metáfora de la voluntad de las explotaciones. El campo reclama su sitio con lemas tan contundentes como «sin campo no hay comida».

Cuatro comisarios, Christophe Hansen, Agricultura, Piotr Serafin, Presupuesto, Lucha contra el Fraude y Administración Pública, Maros Sefcovic, Comercio y Jessika Roswall, Medioambiente, se reunieron tras la revuelta con representantes del Copa-Cogeca, la principal organización de los agricultores europeos y convocante de esta gran y exitosa manifestación. «La pelota está ahora en el tejado de la Comisión Europea, del Parlamento y del Consejo. La protesta puede terminar hoy, pero la lucha continúa. Ahora es el momento de que las instituciones escuchen y actúen con decisión. El futuro de la agricultura europea y la seguridad alimentaria de 450 millones de ciudadanos depende de ello», celebran los agricultores europeos.