Imágenes de campos de olivos en las sierras andaluzas de Córdoba
Las dificultades para coger aceituna azotan el corazón del olivar español
El reto de alcanzar el aforo de aceite de oliva previsto por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación se hace cada vez más complejo en varios puntos clave para la producción nacional.
Las duras condiciones del estío, con unas temperaturas excesivamente elevadas y que se extendieron más de lo previsto, han sometido a unos árboles que venían fortalecidos por la generosa primavera.
La bonanza de las lluvias de marzo y abril levantaron las expectativas en provincias como Jaén, región olivarera que más aceite de oliva produce del globo, o Córdoba, que después de varias sequías en los últimos años han encadenado dos buenas campañas.
La falta de agua en septiembre y octubre, meses transcendentales para el desarrollo del fruto, se ha visto agravada por un exceso de precipitaciones que dificulta las labores de recogida que se concentran principalmente en diciembre y que pueden torcer definitivamente los primeros planes de producción.
El alto grado de profesionalización y mecanización de las zonas olivareras de Jaén y Córdoba arrastra al terreno un considerable aparataje. Las fuertes lluvias han cambiado los estrechos pasos entre olivos por auténticos barrizales. Las tormentas, además de impedir la recolección el día que se producen, provocan importantes parones posteriores en estas tareas, ya que el suelo se convierte en fango y se hace imposible que la maquinaria pesada acceda a los árboles.
«Cuando llueve tanto como estos días no podemos ir al campo, además nos para dos días porque entramos en el olivar con maquinaria pesada y el terreno queda inservible», señalo recientemente con conversación con El Debate Francisco Elvira, secretario general de COAG en Jaén, en referencia a los problemas que experimentan los agricultores en estas fechas.
Se trata de un trabajo a contrarreloj. Los retrasos en la recolección de la aceituna aumentan el riesgo de que el fruto sea víctima del viento y del frío, lo que mermaría la producción y la rentabilidad. «Cada día sin poder recoger es dinero que se va porque los costes fijos no varían», comentó Elvira después de una semana extremadamente complicada para convivir con las condiciones atmosféricas.
El barro se convierte en el gran obstáculo para los olivareros; sin embargo, la necesidad prima y se producen situaciones de especial complejidad –y riesgo– para poder completar la faena. Así lo evidencian las imágenes compartidas por el agricultor y creador de contenido Tomy Rohde, que muestra la maestría requerida para completar la campaña.
Bloqueos en el diferencial para ganar tracción y evitar patinazos, ruedas de grandes dimensiones para ganar superficie de contacto y no hundirse, y hasta un contrapeso para repartir los kilos en el mayor espacio posible y hacer que el peso de la maquinaria y la aceituna no se concentre en un punto que quede anegado; estas son las claves para salvar un momento decisivo para la campaña de aceite de oliva.
El reto obliga a que los olivareros aprendan a convivir con el barro incluso antes de llegar a los árboles. Horas después de las lluvias, cuando más actividad enfrentan los agricultores, el desafío empieza en los caminos que dan acceso a las fincas. El agua acumulada traba un recorrido urgente desde el primer instante, puesto que el mínimo rayo de sol es una ventana de oportunidad determinante para echarse a la recogida.
«Que sigue la tierra harta de agua, pero ponen aguas a partir de mañana noche, y hay que aprovechar e ir a coger aceituna sí o sí. Al barro y máximo esfuerzo», apunta en otra publicación @Tomy_Rhode, cuyas imágenes retratan a la perfección la realidad que viven en estas fechas los productores del corazón del olivar español. La previsión advierte de más precipitaciones, quizá en forma de nieve en poblaciones como Alcalá la Real (Jaén), en los próximos días, por lo que la sensación de urgencia es máxima en estas zonas.