Incendio forestal en Cantabria

Incendio forestal en CantabriaEuropa Press

El fracaso de las políticas europeas contra los incendios forestales: «El gran error es abandonar el campo»

Los siniestros de más de 30 hectáreas se han triplicado entre los períodos 2006-2010 y 2021-2024

la aparición de una columna de humo, un olor inconfundible y el oscurecimiento del ambiente describen el terrorífico panorama que asoma cada verano en el campo.

El fuego, histórico compañero de viaje de la especie humana, destaca como una de las amenazadas más temidas en el entorno rural. En cuestión de minutos, las llamas hacen presa de planes de toda una vida.

Más allá de los incalculables daños personales, la ferocidad de los devastadores incendios forestales pone en jaque aquellos lugares más alejados de la urbe, donde el mantenimiento de las labores agrarias destaca como la única opción de viabilidad económica.

Allí se concentra el pavor por las ascuas, un peligro cada vez más presente. Según informa la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores, los incendios forestales se han intensificado en los últimos años, tanto en número como en dimensión.

El número de incendios forestales que afectaron a más de 30 hectáreas se triplicó en la Unión Europea (UE) entre los períodos 2006-2010 y 2021-2024, alcanzando una media anual de casi 1.900 en este último período. La superficie afectada también ha aumentado significativamente, hasta una media anual de más de 5.250 km² en los últimos cuatro años.

La financiación europea para prevención ha aumentado en los últimos tiempos; sin embargo, los daños, en un contexto de disminución de explotaciones agrarias, van más, lo que evidencia el fracaso de las políticas empleadas. Un informe del Tribunal de Cuentas Europeo subraya la ineficiencia del reparto de medios económicos sobre el terreno al no orientarse en planes a largo plazo.

«La inversión ha de destinarse a prevención y a equipos de extinción. Los incendios aceleran cuando las condiciones son favorables, en contextos de sequía, altas temperaturas y viento y el mejor freno es la actividad económica del medio rural. Cuando hay una finca rentable y con buena producción los agricultores son los que asumen el gasto para que esté en las condiciones de menor riesgo posible», apunta en conversación con El Debate Francisco Bello, presidente de la Asociación Agraria de Galicia (Asaga), una de las regiones más expuestas a las llamas.

Bello señala que el monte arde en sitios con alta capacidad incendiaria y baja actividad agraria profesional: «El gran error es abandonar el campo. Donde hay actividad ganadera, salvo ocasiones contadas, la tierra no arde. La maleza invade las zonas abandonadas y el riesgo, también incrementado con la participación de enfermos y delincuentes, se multiplica».

El análisis del Tribunal de Cuentas Europeo incide en que el dinero de la UE para luchar contra los incendios forestales no se gasta de manera sistemática donde las necesidades y los peligros son más elevados, ni con una perspectiva a largo plazo y concluye que el impacto de la acción de la UE en la prevención podría limitarse a un máximo de tres o cuatro años.

«Es fundamental es que las políticas incidan en la prevención y en que la gente mantenga las fincas limpias, desbrozadas, con buenos accesos y medios de defensa contra el fuego. Si el medio rural se ve como un elemento importante para la economía la propia actividad humana acompañada de la agricultura y la ganadería evitará la propagación de grandes incendios», asevera Bello, que apunta que el recorte en la PAC (Política Agraria Común) propuesto por la Comisión Europea aumenta los problemas del medio rural y dificulta la supervivencia de la actividad agraria.

«Los agricultores y ganaderos son la primera línea de defensa contra los incendios forestales, los primeros que dan la voz de alarma y se afanan en extinguirlos. Hay que cuidar a estas personas porque muchas veces se mira el componente político y no técnico para tomar decisiones. Los presupuestos se hacen desde un despacho y mirando al edificio de enfrente sin conocer el terreno», lamenta Bello.

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