Campo, habitantes y caza

Definieron a los cazadores como «custodios del territorio». Su estancia y observación dentro del campo les capacitaba para la detección inmediata de los incendios. Eran los mejor situados para ello

Act. 21 jul. 2025 - 10:25

Suelta de perros de caza

Suelta de perros de cazaCedida

En el Ayuntamiento había pleno extraordinario. Se ponía a debate la caza en el municipio. Una reflexión abierta sobre la actividad cinegética en el pueblo y su incidencia en la vida de los vecinos. Todas las posiciones políticas estaban representadas. Cada uno de los concejales tomaba la palabra con libertad y exponía sus consideraciones. A la corporación le caracterizaba el pragmatismo en la toma de decisiones. La eficiencia, repetía el Alcalde, que no la eficacia. Eficacia es hacer las cosas bien.

Alcanzar los objetivos. Eficiencia era hacerlo, pero al menor coste. «Que no estamos para despilfarros». El gobierno municipal lo formaban personas conocedoras de los asuntos sobre los que deberían actuar. El bienestar de las gentes de su pueblo estaba por encima de colores y de uno mismo. El politiqueo no tenía cabida en su gobierno. Así lo expresaba el pueblo votante que entendía que iba en contra del realismo y el sentido común. Por eso, su elección se inclinaba hacia los expertos. No comulgaban con la demagogia. Certezas, solo admitían hablar de certezas. Las conjeturas no tenían cabida.

Honestidad y sabiduría sobre las futuras responsabilidades. Ese era el perfil de los elegidos. Y por eso el pueblo marchaba muy bien. Todos dispusieron de tiempo suficiente para pronunciarse. ¿Aportaba la caza bienestar a los ciudadanos?

Definieron a los cazadores como «custodios del territorio». Su estancia y observación dentro del campo les capacitaba para la detección inmediata de los incendios. Eran los mejor situados para ello. También se valoró su conocimiento preciso sobre los difíciles accesos a los puntos a donde en ocasiones había que llegar. Y la personal intervención en su control.

Se mencionaron las charcas y siembras realizadas para el sustento de los animales montunos de las que se beneficiaban todos los seres que cobijaba la sierra. Igualmente, en épocas de escasez, al alimentar y proporcionar agua a las perdices, conejos, ciervos y jabalíes se favorecía a otras muchas especies. Para algunas llegaba a suponer la supervivencia.

Se dejaban pequeñas parcelas de monte para refugio de ciervos, corzos o jabalíes

Las separaciones entre cultivos, constituidas por maleza, suponían una óptima zona protectora para muchos animales. También se dejaban pequeñas parcelas de monte para refugio de ciervos, corzos o jabalíes. Uno de los ediles tenía bien frescas las cifras que sobre estos aspectos mostraba el estudio económico/social realizado por la consultora Deloite para la Fundación Artemisan. A nivel nacional, el gasto directo en estructuras de mantenimiento de esta índole alcanzaba los 320 millones de €.

Se remarcó la propia lucha que los cazadores mantenían contra el furtivismo. La respuesta de los legisladores con unas penas en absoluto persuasivas era incomprensible. Incrementarlas notablemente estaba en la cabeza de cualquier ser humano. Parece que no fueran conscientes del daño económico y reputacional para las regiones. Por ejemplo: «Gredos, tierra de furtivos», es lo que mencionan algunos cazadores internacionales que vienen en busca de la exclusiva cabra hispánica.

Apuntaron que como vigilantes del campo también contribuían a la detección de problemas en el ámbito rural: vulneración del territorio, incumplimientos, contaminaciones. Como anécdota recuerdo la plantación de marihuana con la que me topé monteando en lo más intrincado de un monte público. Había una caseta perfectamente preparada para vivir y todo lo necesario para el riego y cuidado de las plantas. El impacto y tensión emocional fue grande. La satisfacción de la Guardia Civil, también.

Se habló de la reducción de los accidentes de tráfico allí donde había control por parte de los cazadores. Y del apoyo a la sanidad luchando contra las zoonosis. (Enfermedades que trasmiten los animales a los humanos, como la tuberculosis).

La caza en cotos sociales o privados proporcionaba felicidad a mujeres y hombres que acudían a ella en los días hábiles permitidos. Esta parte fue de las más valoradas por el grupo. La contribución al control de plagas en lugares con exceso de conejos, jabalíes y cervuno que tanto daño hacen a los agricultores no se pasó por alto.

Y al revés, la recuperación de la caza menor en muchos terrenos, posibilitando la supervivencia de especies como el lince ibérico y el águila imperial. Gran parte de ello en cotos privados en colaboración con las autonomías. Se detuvieron detallando la riqueza que aportaba al pueblo y sus vecinos. En la época, los restaurantes y casas rurales estaban a plena actividad. Y había muchos otros quehaceres remunerados. Suponía un notable complemento a la renta de cada uno. Incidía de manera decisiva en el mantenimiento de la vida en el pueblo. Se abundó sobre los datos expuestos por Artemisan/ Deloite.

Unos 45.000 eran los empleos directos generados en España y se ayudaba a mantener otros 200.000. El impacto en el PIB global ascendía 10.190 millones de €. Lo mismo que toda la industria textil. Superior a los 8.000 del sector audiovisual y casi el triple del sector eólico. Estas comparativas entre sectores, todos de gran relevancia para el país, ayudan a visualizar la dimensión e importancia de la caza en España, dijo.

Pero no era el momento de poner el foco de la repercusión de la actividad cinegética a nivel nacional, que también, sentenció el alcalde. Hoy estaban reunidos con el objetivo de pronunciarse respecto al impacto para su pueblo. Por unanimidad dictaminaron sobre los notables beneficios que la caza aportaba a la vida en su territorio y a sus habitantes.

Perico Castejón es ingeniero agrónomo

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