El agricultor Tomy Rohde da su opinión sobre la puesta en práctica de la Agenda 2030
Un agricultor indignado expone las incongruencias de la Agenda 2030: «Vais con el pin y no la cumplís»
El contrato social contraído por 193 países –incluido España–, la Agenda 2030, lleva en la mira de los agricultores y ganaderos desde su firma en 2015 al considerarse una política ambiental radical que pone en peligro su continuidad.
Este sentimiento del sector se ha evidenciado en todas y cada una de las numerosas manifestaciones protagonizadas por los agrarios en los últimos tiempos, donde las consignas contra la Agenda 2030 han abundado.
Fernando Giraldo, conocido como Tomy Rohde o Tom, un agricultor cordobés con más de 57.000 seguidores en X que acostumbra a compartir su rutinas y pensamientos diarios en el campo, ha dedicado un vídeo en el que trata de poner en evidencia la aplicación de la Agenda 2030.
«Estoy a favor de la Agenda 2030, pero también estoy a favor de que toda esa gente que la ha diseñado y que los países que la están implementando vayan a la cárcel, porque no la están cumpliendo», indica Tom, que señala estar de acuerdo con objetivos prioritarios de la política, como erradicar el hambre en el mundo o aumentar la productividad e ingresos de los pequeños productores, y no de cómo se tratan de alcanzar.
«Ministros de Agricultura y toda la gente con los pines estos de la Agenda 2030, ecologistas y toda esta parafernalia. Si el primer punto que toca agricultura es la reivindicación del hambre en el mundo, ¿por qué tenemos la alimentación más cara de la historia? Estáis incumpliendo la Agenda 2030 que defendéis y decís que cumplís», condena el agricultor.
Tomy Rohde critica que, en realidad, las ordenanzas dictadas por la Agenda 2030 atentan contra la consecución de los objetivos: «Los agricultores aumentan la productividad porque se dejan los cuernos, ya que con las legislaciones de los que dicen defender la Agenda 2030 nos hemos quedado fuera de la competitividad de otros países».
El agrario hace referencia a la imposibilidad de competir con países en vías de desarrollo como Egipto, donde los costes de producción son considerablemente inferiores y las normas mucho más permisivas.
«Luego nosotros nos comemos sus naranja. ¿Eso qué hace? Que el productor de aquí cobre menos porque vienen cosas que son mucho más baratas de lo que podemos producir. No porque no queramos, sino porque no nos dejan. ¿Por qué no cumplís con la Agenda 2030? Vais con el pin y no la cumplís», asevera.