Dos personas recogen aceitunas, en un olivar de Holguera (Cáceres)

Dos personas recogen aceitunas, en un olivar de Holguera (Cáceres)Europa Press

La odisea para explotar el olivar: «Si no puede recoger su aceituna, lo hacemos nosotros»

Después de varios años de malas cosechas, los olivareros encadenan dos campañas con buena producción, aunque con problemas para encontrar trabajadores

«Empresa de servicios agrícolas con experiencia se ofrece para la recogida de aceituna con vibrador y paraguas de 2 pies. Si la plantación no está adaptada para paraguas, se recogen también con vibrador, faldos y recogedor».

Este es uno de los numerosos anuncios compartidos en portales de empleo para afrontar la campaña de recolección de aceituna, que precisa de mano de obra urgente.

La escasez de trabajadores es especialmente señalada en el triángulo formado por las provincias de de Jaén, Córdoba y Granada, donde los que están dispuestos a desprender las aceitunas del olivo alertan de sus servicios, más cotizados que nunca ante la necesidad de muchos propietarios.

Una de las máximas que impera en el campo dicta que el fruto no se puede quedar en el árbol, aunque la despoblación en las zonas rurales hace que cada vez sea más frecuente recurrir a profesionales para poder exprimir la rentabilidad de las tierras.

Las contrataciones reducen los beneficios obtenidos en caso de trabajar uno mismo la tierra, sin embargo, en mucho casos resulta prácticamente obligatorio, y más en el contexto de extrema competitividad que empuja a recurrir a métodos mecanizados que multiplican la eficiencia.

«Para pequeños y grandes olivares. Si no puede recoger su aceituna, nosotros se la recogemos al kilo. Si tiene alguna duda llámeme y le informo. Un saludo», indica uno de los reclamos. Otros presentan un perfil con menos medios, aunque con total disposición: «Hola buenas somos una cuadrilla de cuatro personas con vehículo propio, buscamos trabajo para la recogida de aceitunas. Tenemos experiencia tanto en la recogida como en la poda, estamos dispuestos a trabajar todo el año».

Según apunta en conversación con El Debate Rafael Navas, secretario general de Asaja Córdoba, la exigencia de mano de obra que aumentará considerablemente estos días se topará con un problema estructural: «No hay gente para trabajar en el campo, pero la lista de parados es larga. El sistema falla porque hay una política de subsidios que desincentiva el trabajo y que dificulta que los inmigrantes, que si tienen voluntad, puedan residir en el país pero no puedan acceder al empleo».

Navas señala que las empresas de servicios y los obreros disfrutan de una importante oportunidad. Los peones perciben jornales que rondan los 70 euros diarios, mientras que los precios de estas compañías, que realizan un servicio integral en muchos casos, se fija con los propietarios: «No son baratas. Los tratos se hacen por kilo de aceitunas recogidas o por días de trabajo», explica el dirigente de Asaja, que destaca cómo ha cambiado esta labor en las últimas décadas: «Las jornadas son más cortas y el trabajo es menos físico porque cada vez hay mejores métodos, pero mientras no cambie las políticas de empleo esto no estará resuelto. Los planes para adaptar a los inmigrantes no están adecuados a la realidad sociolaboral de la economía española», asevera.

Las dificultades experimentadas en los últimos años en el olivar –donde las fuertes sequías hundieron la producción en varias campañas consecutivas– y el tira y afloja constante con los operadores condiciona el día a día, encuentran un nuevo frente de batalla sin visos de desaparecer, concluye Navas: «O hay un cambio drástico o estas complicaciones para encontrar trabajadores irá a más».

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