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20 de mayo de 2024

El empresario e inventor César Sallén

El empresario e inventor César SallénCámara Zaragoza

Entrevista

César Sallén, inventor del producto que promete acabar con los incendios: «No hay ningún apoyo del Estado»

El empresario aragonés cuenta cómo fue el proceso de creación de Ecofire y lamenta que no esté teniendo tanto éxito en España como en el extranjero

Ecológico, 100 % orgánico, resistente y, en definitiva, una panacea contra los incendios. Es así como el inventor aragonés César Sallén (Binéfar, Huesca, 57 años) define su producto Ecofire, que en las últimas semanas ha causado sensación después de que una invitación a El Hormiguero le diera a mediados de marzo la oportunidad de mostrar sus bondades en prime time.
El resultado dejó boquiabierto a todo aquel que lo vio: capaz de bloquear el fuego en un trozo de porexpán con una simple rociadura, una de las grandes virtudes de Ecofire reside, precisamente, en su facultad de cortafuegos. Pero no solo: es 30 veces más rápido que el agua, se puede comer y beber sin que pase nada, aguanta lluvias de hasta 10 litros por metro cuadrado y vientos de 50 km/h y no requiere mantenimiento, entre otras ventajas. En el extranjero se lo quitan de las manos; en España, en cambio, el panorama es muy distinto.
–¿Cuándo y cómo surge esta idea?
–A raíz de la muerte de bomberos en Guadalajara en 2005 y en otros sitios, pensé que había que hacer algo para que eso dejara de ocurrir. La idea real surge ahí, al ver que con agua no puedes hacer líneas de cortafuegos y mantener el incendio a raya. A partir de ahí empecé a hablar con los Bomberos de la Diputación de Huesca. Querían un producto con una serie de características, entre ellas que fuera un bloqueador.
–¿Cómo fue el proceso de creación?
–Yo tenía mi empresa de seguridad, con la que empecé con algunas ideas, pero al principio no acababan de surtir el efecto deseado. En los últimos tres o cuatro años, con los conocimientos que fui adquiriendo y los comentarios de los bomberos con los que había ido hablando, me puse en contacto con la Diputación y creamos un grupo de trabajo. Ahí salieron nuevas ideas y nuevos componentes. Cada bombero plantea una cosa y, al final, confrontándolo todo, saqué conclusiones y me puse a investigar el producto final, que terminé hace unos 10 meses.
–¿Hubo momentos duros en ese proceso inventivo?
–Muy duros, sí. Cuando crees que ya por fin lo tienes y empiezas a fabricarlo y al final no es lo que esperabas porque se separan los materiales te llevas una decepción muy grande. Pero vuelves a ver otra catástrofe, en Portugal, en EE.UU. o en donde sea y dices «esto hay que pararlo como sea».
–¿Lo consideras ya perfecto o hay margen de mejora aún?
–Para lucha contra incendios está terminado. La idea a futuro es que tenga más aplicaciones: para tejidos, construcción… pero más a largo plazo. Hay que hacer montones de pruebas y ensayos para eso.
–¿Qué entidades lo tienen ya en su equipamiento?
–Por el momento, la Diputación Provincial de Huesca, únicamente. Lo he presentado en varios sitios, pero el que lo tiene que usar es el bombero. Si deciden que no lo quieren y prefieren seguir utilizando agua, yo no puedo hacer nada. El lunes se lo presenté a la UME, les gustó muchísimo, y creo que lo van a empezar a utilizar ya este verano.
–¿Y cuáles están interesadas?
–El producto se está vendiendo muchísimo fuera de España: a empresas de agricultores de media Europa y Sudamérica, a bomberos de otros países… Yo he creado este producto para acabar primero con los incendios de mi país, pero si no, lo veremos actuar en otros sitios.
–Usted es inventor. ¿Este es el producto más difícil que ha desarrollado?
–Sí. He realizado muchísimo desarrollo de seguridad: en la valla de Melilla, departamentos de Policía, sistemas para bancos… Este ha sido muy complejo, porque eran muchísimas cosas a tener en cuenta.

Yo he creado esto para acabar primero con los incendios de mi país, pero si no, lo veremos en otros sitios

–¿De dónde viene su afán creativo?
–De mi padre, que también fue inventor. En los años después de la Guerra Civil, cuando ya tenía un taller de maquinaría industrial agrícola, empezó a desarrollar sus inventos, como la primera máquina para recoger remolacha y las primeras palas hidráulicas.
–¿Cómo ve la situación de los inventores en España?
–Tenemos cero apoyo, ni siquiera moral. Estamos, diría, hasta mal vistos. En España hay gente muy inteligente que se tiene que ir fuera. La gente que está preparada se tiene que ir a otros países a conseguir soluciones contra enfermedades, por ejemplo. Yo, a día de hoy, tengo que seguir llamando a puertas para que me atiendan.
–¿A qué atribuye que, siendo lo bueno que parece el producto, no lo hayan adquirido más cuerpos de bomberos?
–Creo que hay cierta reticencia a cambiar los sistemas. Este producto marca un antes y un después, porque supone que el bombero no se vaya a tener que acercar ya tanto al fuego. Entiendo que cambiar radicalmente el concepto de extinción que hay ahora mismo va a costar un poco.
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