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Concepto de inteligencia artificial cerebralGetty Images / BlackJack3D

Ciencia

Un neurocientífico aclara si la IA podrá leernos la mente: «La actividad mental no es una entidad que se pueda medir»

El profesor emérito de la Universidad Pablo de Olavide, José María Delgado, advierte que la inteligencia artificial no puede experimentar conciencia ni leer los pensamientos humanos, al menos de momento

Según la Real Academia Española, la inteligencia artificial se define como la disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana. La gran duda que surge de aquí a los próximos años es si realmente podrá la inteligencia artificial superar a la humana algún día.

Sin ir más lejos, recientemente varios expertos han detallado que la inteligencia artificial se encontraría a punto de cobrar conciencia. Este escenario, más propio de la ciencia ficción, ya ha sido evaluado por expertos del Centro de Ciencia de la Conciencia de la Universidad de Sussex en Reino Unido. En concreto, los investigadores se encuentran estudiando los patrones cerebrales humanos utilizando un dispositivo llamado «Dream Machine».

Esta máquina de sueños utiliza luces estroboscópicas para inducir estados alterados de percepción y así investigar cómo surge la experiencia consciente en el cerebro humano. No es la única iniciativa centrada en esta materia, ya que en Corea del Sur pusieron en marcha un robot que realizó funciones administrativas en el ayuntamiento de Seúl, el cuál se acabó autodestruyendo tras un año de trabajo sin descanso.

A pesar de estos estudios e iniciativas, los expertos lo tienen claro: que una máquina o inteligencia artificial adquiera algo tan complejo como la conciencia es prácticamente imposible.

«Buscar una máquina consciente sin saber cómo el cerebro produce la conciencia es un contrasentido. No hay por dónde empezar. Desde mi punto de vista, no hay ninguna pista de que las máquinas sean conscientes», señala a El Debate José María Delgado, Catedrático de la Universidad Pablo Olavide, así como uno de los investigadores más reconocidos en neurociencias del país en el campo del estudio cognitivo y funciones neuronales.

De hecho, tal es la complejidad de ese escenario, que incluso el experto se ha permitido bromear sobre cuál sería la primera demanda de la inteligencia artificial en el caso de contar con una conciencia propia: «Cuando sea consciente, lo primero que va a decir es que no quiere trabajar los fines de semana, porque se van a formar sindicatos de máquinas conscientes».

Otra de las grandes dudas planteadas por los expertos es si llegará el día en el que la inteligencia artificial sea capaz de leer la mente humana. Es aquí donde entran en juego las interfaces cerebro-máquina (BCI por sus siglas en inglés), una tecnología que promete traducir la actividad de nuestro cerebro en órdenes para las máquinas.

Junto a Elon Musk, que puso en marcha el chip Neuralink, China se ha posicionado como la gran revolución de este sector. En los últimos meses el país chino habría puesto en marcha varios dispositivos cerebrales de interfaces cerebro-computadora, los cuales ya se está probado en varios ciudadanos. Uno de ellos, desarrollado por la empresa StairMed habría permitido a un hombre sin extremidades jugar a varios videojuegos de ordenador.

Sin embargo, en palabras del experto español, la posibilidad de que una máquina sea capaz de adivinar lo que pensamos es una completa utopía.

«La mente no se puede leer porque nadie sabe cómo el cerebro produce la actividad mental. La actividad mental no está en ningún sitio, no es una entidad física que se pueda medir con corriente eléctrica ni con composición química. Puedes modificar el cerebro eléctricamente y eso influye en la actividad mental, pero eso no significa que podamos medir el pensamiento de una persona», recalca.

En resumidas cuentas, una máquina no dispone del mundo interior consciente que caracteriza al ser humano, lo que sumado a nuestras experiencias, deseos y memoria contribuye al yo de cada persona, algo imposible en una máquina.

«Una máquina puede detectar la radiación eléctrica que supone el color verde, pero no ve el color verde. Puede determinar la molécula que da el sabor de la fresa, pero la máquina no siente el sabor de la fresa. Sabe la composición química, pero no sabe lo que es experimentar ese sabor», concluye el experto.

Ahora, los grandes retos de la neurociencia continúan intentando responder cuál es la biología de la mente, cómo surge la conciencia perceptiva y el pensamiento a partir del mundo interior, cuya respuesta sigue siendo un auténtico enigma para el ser humano.