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23 de abril de 2024

Supervivientes 2022 terminó con el triunfo de Alejandro Nieto

Supervivientes 2022 terminó con el triunfo de Alejandro NietoMediaset

Televisión

La otra cara de 'Supervivientes': los autóctonos de los Cayos Cochinos cuentan la verdad

La comunidad garífuna denuncia las condiciones en las que tienen que vivir durante los meses en los que se graba el programa

Supervivientes es uno de los programas más vistos de la pequeña pantalla. El formato de Telecinco, que cada año emite una nueva edición desde hace más de dos décadas, se graba en Honduras, hasta donde un grupo de famosos es trasladado para vivir la que ellos mismos definen como la experiencia más dura de sus vidas. A ellos les acompañan más de 200 profesionales, los cuales se alojan en el resort Palma Real, dotado de una playa privada y varias piscinas con distintas temperaturas, entre otras estancias.
A través de la televisión, el lugar se identifica como un enclave tranquilo en el que residen varias familias autóctonas que viven con total normalidad. Pero nada más lejos de la realidad. Tal y como recoge El Confidencial, la zona está liderada por un grupo de millonarios que hacen que los Cayos Cochinos solo sean rentables para los europeos y no para los ciudadanos nacidos en el lugar.
Los aborígenes de las 15 islas que conforman el archipiélago de los Cayos Cochinos viven de la naturaleza, es decir, del pescado, los moluscos, los frutos y algún animal pequeño. Sin embargo, desde que el Gobierno de Honduras declaró el archipiélago área ambiental protegida y vendió a SIEC, una empresa creada para explotar la zona, el Cayo Menor, junto a una buena parte del Cayo Grande, las dos islas de mayor tamaño, y a otras tres más pequeñas en 1994, el hecho de poder llevarse algo a la boca se les complicó todavía más, ya que se prohibió pescar con anzuelo, capturar cangrejos y cortar los árboles. Muchos lo entendieron como una invitación formal para que los garífunas, población descendiente de africanos y aborígenes caribes, originarios de varias regiones del Caribe, desalojasen la zona. Aquellos que no lo hicieron, empezaron a ser perseguidos por el ejército hondureño que, desde entonces, ha vivido en condiciones pésimas. Por si esto fuera poco, una veintena de pescadores locales han desaparecido sin dejar rastro.
La situación empeoró cuando en 2007 SEIC, la empresa explotadora de las islas, empezó a alquilar sus terrenos para la grabación de Supervivientes. Así lo ha confesado Juana Martínez, una nativa garífuna que está desesperada por recuperar los territorios de su comunidad: «Entonces la cosa se puso fea, porque ya no era pescar o cortar palmeras, sino que hay áreas completas vedadas para nosotros. No podemos ni pasar, porque entonces te coge la cámara y se rompe esa ilusión de que las islas están deshabitadas. Cuando se graban los realities, en torno a cuatro meses al año, no nos dejan ni pasar por ciertas playas. Vivimos de la pesca y no podemos pescar. Esto nos sitúa en una situación de vulnerabilidad que se acentúa con la presencia de militares armados en la zona a los que solo importa que Supervivientes vaya bien», ha explicado. Ella, además, asegura que el dinero que las productoras del programa pagan a la empresa explotadora va para todos menos para ellos.
Ella y los otros 200 garífunas que habitan los Cayos Cochinos denuncian que se permitan las grabaciones de este reality cuando ellos pasan hambre y tienen cada vez menos recursos para sobrevivir. Lo consideran injusto y más aún teniendo en cuenta que, cada vez que se va a grabar un programa, estos tienen que instalarse en chozas de madera y paja ubicadas en un pequeño poblado de Cayo Chachauate, eso sí, salvo aquellos afortunados a los que la fundación ofrece pequeños trabajos, según Juana, para mantenerles «contentos»: «Han conseguido desunirnos», denuncia Martínez.
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