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La actriz Jella Haase es la protagonista de 'Kleo'

La actriz Jella Haase es la protagonista de KleoNetflix

Kleo

La 'Kill Bill' del telón de acero que triunfa en Netflix

La serie Kleo, sobre una espía de la RDA sedienta de justicia, es el gran éxito veraniego de la plataforma

Vaya por delante que es una serie que entretiene y engancha a lo largo de sus ocho capítulos, y que seguramente es lo más potable que, en lo relativo a series, ha ofrecido Netflix en lo que va de año, pero justo es reconocer las deudas, y es evidente que la alemana Kleo las tiene con la filmografía de Quentin Tarantino. Otro norteamericano, Stephen King, se ha sacado el sombrero en sus redes sociales ante esta ficción germana, que nada tiene que ver con la anterior serie que entusiasmó al autor de Carrie, que fue Stranger Things.

Kleo Straub (Jella Haase) es una joven que forma parte de un grupo ultrasecreto de espías asesinos de la República Democrática Alemana (RDA). Corre 1987, pero en ese sistema paranoico montado por la Stasi en que un hermano podía denunciar a su padre ocurre algo que la muchacha no podía ni imaginarse, y menos siendo nieta de un pope del régimen comunista: que acaba en la cárcel, no sé sabe muy bien el motivo, lo que incrementa su paranoia.

Cuando dos años después sale de prisión –siendo muy distinta por lo que allí dentro lo ocurre, y que no desvelaremos para no destriparlo todo– busca venganza contra todo y contra todos. El mundo ha cambiado, y el muro ha caído, pero ella, que realizaba incursiones al oeste de Berlín, no es ajena a ese mundo, como aquella señora de Good Bye, Lenin (2003), qué va. Se mueve como pez en el agua. Y es entonces cuando empieza a sumar víctimas a lo Mamba Negra/La Novia en Kill Bill (2003), es decir, al ritmo criminal de chandalismo asesino que mostraba Uma Thurman en la célebre película de Tarantino.

En la serie, tendremos un «despertar» tras un viaje sicotrópico como el de Mia Wallace (Uma Thurman) en Pulp Fiction (1994), un accidente a lo Death Proof (2007) y cambios de imagen de la protagonista como la Shosanna (Mélanie Laurent) de Malditos bastardos (2009).

Poco a poco, y mientras persigue una maleta roja que es el Macguffin de Kleo, la vengativa muchacha irá haciendo migas con el ingenuo policía Sven (Dimitrij Schaad), un personaje que parece sacado de Amor a quemarropa (1993) –con guión, sorpresa, de Tarantino–, y no solo por sus camisas floreadas.

En realidad, lo tarantiano va más allá del espíritu de los personajes o de los guiños más que evidentes. Es una inspiración generalizada, y como ejemplo supremo están las muertes cómicas y el debate moral que ellas generan.

«¿Te puedes reir con un asesinato?», es lo que te preguntabas mientras la sala de cine estallaba en una carcajada cuando, en Pulp Fiction, Vincent (John Travolta) disparaba sin querer a Marvin en la cabeza y ponía perdido el coche que conducía Jules (Samuel L. Jackson), ese vehículo que después dejaba limpio el simpar Lobo. Algo similar ocurre en Kleo, donde el asesinato esperpéntico también te invita a la carcajada súbita que te hace pensar que eres un ser deshumanizado. Lo es, aunque no lo parezca y nos caiga bien, la Kleo que protagoniza esta trama, como nos caía bien la asesina de la serie británica Killing Eve (HBO Max).

Antes de terminar, agradecer que el acercamiento a España se salte los tópicos, y que en una fiesta que una familia hace en la Mallorca de los años 90 no suene el recurrente flamenco sino el Veneno en la piel –tan apropiado ya que estamos hablando de Kleo– de Radio Futura. Buenos asesores tiene esta serie tan tarantiniana.

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