los años 80 fueron uno de los momentos de más incertidumbre en la historia del cine español. En 1985, el productor Alfredo Matas convocó en el O’ Pazo de Madrid a un grupo de personalidades de la cinematografía española con la intención de debatir y buscar soluciones a la preocupante situación por la que pasaba el cine de nuestro país.
Esta reunión marcaría el comienzo de lo que un año después nombrarían como la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España y a su vez, la idea de los Premios Goya.
En diciembre de 1986 ya especulaban sobre cómo denominarían a los premios de la Academia. Por entonces sonaban nombres como Premios Lumière, Premios Buñuel o Premios Soles.
Finalmente se decantarían por los Premios Goya en honor al pintor español Francisco de Goya. Esta decisión se debía a que, aparte de ser un pintor mundialmente conocido y representativo de la cultura española, era un nombre corto y fácil de pronunciar como lo son los Oscar americanos o los Premios César franceses.
El nombre de los premios fue propuesto en asamblea y elegido finalmente por el director artístico Ramiro Gómez, quien recordó que Goya había tenido un concepto pictórico cercano al cine y que muchas de sus obras más representativas tenían casi un tratamiento secuencial.