Patrick, el asesino de Pioz, en una escena del documental
No se lo digas a nadie
Las preguntas del crimen de Pioz que el documental deja (por ahora) sin respuesta
El caso que conmocionó España en 2016, el descuartizamiento de una familia en Guadalajara, se reconstruye con testimonios de investigadores, familiares y amigos
Los dos primeros capítulos de No se lo digas a nadie, la serie de Atresplayer Premium sobre el crimen de Pioz, ya están disponibles. Incluyen numerosos testimonios: hablan familiares del asesino y de las víctimas, amigos y conocidos de ambos, fuerzas y cuerpos de seguridad, amigos, y hasta del agente inmobiliario que le vendió el piso al padre de familia que fue descuartizado junto a su mujer y sus hijos… Pero, por ahora, ninguno de ellos responde a tres preguntas. La primera y más importante es la siguiente: ¿por qué? La segunda es: ¿por qué el asesino dejó en el el lugar del crimen las bolsas con los cadáveres? Y aún hay una tercera a la que tampoco se da contestación: ¿por qué se tardó tanto en descubrir el crimen?
Empecemos por los hechos probados. En 2020, el Tribunal Supremo condenó a tres penas de prisión permanente revisable y una cuarta de 25 años de prisión a Francois Patrick Nogueira Gouvela por el asesinato de su tío Marcos, la esposa de éste, Janina, y los dos hijos de ambos (un niño de 18 meses y una niña de 3 años y 10 meses).
Chalet 594
La serie documental arranca en el lugar del crimen, en el chalet 594 de la Urbanización La Arboleda en la que cometió esos crímenes y descuartizó los cuerpos. El vigilante de seguridad del recinto recuerda como «un huracán de olor» lo tiró para atrás cuando se acercó al chalet porque los vecinos de enfrente habían denunciado ese intenso inconveniente. Enseguida avisó a la Guardia Civil, que encontró seis bolsas en el salón, donde había «miles de moscas muertas», según un testigo de esa primera inspección. El forense verificó que dentro de una de ellas había restos humanos. Después se confirmó que en el resto también. No se explica en el documental, al menos por ahora, por qué dejó en el el lugar del crimen las bolsas con los restos humanos. El forense explica que el trabajo que hizo para descuartizar los cuerpos no es sencillo ni muchos menos. ¿Por qué no los ocultó después?
El crimen se cometió un 17 de agosto de 2016, cuando Patrick (nacido el 6 de noviembre de 1996) tenía 19 años. Los cuerpos no se detectaron hasta el 17 de septiembre. ¿Cómo pudo haber pasado tanto tiempo sin que nadie clamase por la declaración de una familia entera? Hasta el 30 de agosto, Marcos siguió respondiendo mensajes de la inmobiliaria, que le reclamaba el pago del alquiler. Evidentemente, no era él el que conversaba, sino su sobrino Patrick, que suplantaba la identidad de su tío asesinado por él mismo. Pero lo que es evidente es que no pudo mantener ninguna conversación. Tampoco su mujer. En el documental intervienen familiares del asesinado (abuela y dos hermanos) y la asesinada (padre y madrastra), pero no se da respuesta a la pregunta de arriba. El padre de Janina cuenta que el 17 de agosto una hermana de él estuvo hablando con su hija, y que ella cortó la llamada desde Pioz porque alguien había llamado al timbre, lo que le sorprendió, dado que no conocían a nadie en la urbanización. Dice que jamás devolvió la llamada telefónica, que es lo que había dicho que haría tras atender el telefonillo. El que había llamado al timbre era Patrick, que ese mismo día la asesinó.
La madrasta y el padre de la asesinada Janina
Quizá esta pregunta se responda en las siguientes entregas, al igual que el primero de los interrogantes que planteábamos arriba: ¿por qué? Respecto a esta última cuestión, algo se insinúa al final del segundo episodio, donde vemos las imágenes de Patrick apuñalando a un profesor el 12 de junio de 2013, en su Brasil natal. El psicópata –he aquí una explicación a la atrocidad– había dado por primera vez señales de vida. Solo que la familia no le quiso dar demasiada importancia y después pensó que sería buena idea que iniciase una nueva vida en España, donde pretendía ganarse la vida como futbolista. Tampoco la justicia lo supo ver venir: fue condenado a 45 días de trabajos comunitarios.
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