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Jack Lemmon nació hace 100 años

Jack Lemmon nació hace 100 añosGTRES

Cine

Jack Lemmon y el regalo que hacía cada año al actor que rechazó su papel en 'Con faldas y a lo loco'

Se cumplen 100 años del nacimiento de uno de los mejores actores de comedia y de drama que ha dado la historia del cine y que estuvo nominado ocho veces al Oscar

Pocos actores han sido más respetados y admirados en la historia del cine. Pocos han estado siempre más impecables en sus trabajos y pocos, muy pocos, han demostrado ser igual de geniales haciendo comedia y que drama. Pocos lo alcanzaron todo de manera más humilde y sencilla. Y muy pocos han sido tan buenos como él en todos los registros.

Jack Lemmon nació el 8 de febrero de 1925 en la ciudad de Newton, a pocos kilómetros de Boston. Era hijo del presidente de una constructora y de la heredera de una familia aristocrática. Fue educado en colegios privados y elitistas, estudió piano y varios idiomas e ingresó en la Marina, pero nunca fue buen estudiante. Ni siquiera en Harvard donde se centró más en los grupos de teatro, que le entusiasmaban, que en el expediente académico.

A finales de la década de los 40 convence a su padre para que le preste 300 dólares y decide ir a probar suerte en Nueva York, donde debuta en el teatro. Pronto lo intenta en el cine, en una película de Michael Curtiz para la Warner en cuyos títulos de crédito ni siquiera aparece, para debutar poco después en televisión. Pero en 1954 su carrera se enfoca definitivamente en el cine al intervenir en la película de George Cukor, La rubia fenómeno. Y es que, a partir de ese momento, Columbia se entusiasma con él y le ofrece un contrato de siete años en los intervendrá en algunas comedias más o menos exitosas como Phffft!, Mi hermana Elena, Three for the show o, la más destacada de todas ellas, Me enamoré de una bruja. Pero, además, se saldrá del registro de la comedia o la comedia romántica con las destacables Fuego escondido y Escala en Hawái por la que, además, gana el Oscar al mejor actor secundario. La industria, definitivamente, pone sus ojos en él.

En 1959 cambia su vida para siempre. Jerry Lewis rechaza el papel que le ofrece Billy Wilder para protagonizar junto a Marilyn Monroe y Tony Curtis su próxima comedia, Con faldas y a lo loco. Y después de ver Me enamoré de una bruja, llama a Lemmon que le dice que sí sin leer el guion. Lewis, que siempre diría que éste fue el mayor error de su carrera, recibiría todos los años de parte de Lemmon una caja de bombones como agradecimiento.

A partir de este momento, la carrera del actor queda marcada por tres factores. El primero es Billy Wilder, con quien protagonizaría seis películas más: El apartamento (1960), Irma la dulce (1963), En bandeja de plata (1966), ¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre? (1972), Primera plana (1974) y Aquí, un amigo (1981) y del que el propio Lemmon diría que nadie influyó nunca más en él como actor. Fueron grandes amigos.

El segundo es el drama, ya que en 1963 logró sorprender al público del mundo entero al abordar uno de los papeles más terribles y complejos de toda su carrera, el de un alcohólico en el extraordinario drama de Blake Edwards Días de vino y rosas. Y es que gracias a este papel se validó ante la crítica y el público como un actor serio que podía abordar el drama como la misma solvencia, credibilidad y maestría que la comedia.

Y el tercero fue su enorme capacidad para construir grandes personajes en torno a la dinámica que creaba con su compañero masculino de reparto. Desde Fuego escondido con Robert Mitchum y El cowboy con Glenn Ford, a Con faldas y a lo loco y La carrera del siglo con Tony Curtis, pasando por En bandeja de plata, La extraña pareja, Primera plana, Aquí un amigo y Dos viejos gruñones con Walter Matthau. Con este último, además, desarrolló un binomio en el que él aportaba el componente moral a las historias y Matthau el burlón o travieso. De ellas, La extraña pareja fue su mayor éxito.

En 1972 conmovió al mundo entero entregando el Oscar honorífico a Groucho Marx y en 1974 ganó su segundo Oscar, en esta ocasión al mejor actor, por Salvad al tigre, un intenso drama sobre un hombre de mediana edad en plena crisis personal. Pero, a medida que avanzaba la década, Lemmon empezó a espaciar más sus trabajos que ya no eran los éxitos de antaño. Con todo, aún haría algunos papeles magníficos como los de Aeropuerto 77 (1977), Tributo (1980), Desaparecido (1982) de Costa Gavras, ¡Así es la vida! (1986) o Mi padre (1989), estas dos últimas en las que exploró el tema de la vejez y el paso del tiempo.

Jack Lemmon que se había casado dos veces y tenido dos hijos, había sido siempre muy discreto en su vida personal. Por eso sorprendió al mundo entero a mediados de la década de los 70 cuando se hizo público su problema con el alcohol a raíz de presentarse en un programa de televisión en evidente estado de embriaguez y diciendo incongruencias para, tiempo después, ser detenido por conducir borracho. En 1998, en el episodio que le dedicó Inside Actors Studio, reconoció haber sido alcohólico y que no bebía desde principios de los 80.

Tímido, inseguro, con un fino sentido del humor y lector infatigable, Lemmon pasó la década de los 90 recogiendo premios, galardones y reconocimientos de una industria que le adoraba y respetaba como a pocos. Sus compañeros de reparto y sus directores siempre tuvieron palabras amables para él por su generosidad y su entrega en cada proyecto. Algo que resumiría Billy Wilder, su gran amigo, de manera definitiva: «¿Qué es para mí la felicidad? Trabajar con Jack Lemmon».