Nominada a la Palma de Oro en el festival de Cannes, ésta es la segunda versión que la directora italiana hizo de la vida del santo. La anterior, de 1966, recibió la Espiga de Oro en la Seminci de Valladolid, pero ésta es quizá más espiritual y simbólica, entre otras cosas, porque es, seguramente, el biopic sobre Francisco de Asís que mejor refleja el hecho más extraordinario de su vida: la recepción de los estigmas. Con Mickey Rourke en la piel del santo, Helena Bonham Carter en la de santa Clara y una maravillosa música de Vangelis, la película es un relato sobre la pobreza como camino de santificación que suprime, eso sí, una serie de hechos históricos fundamentales para entender la verdadera naturaleza del santo y de su época. Con todo, esta visión subjetiva casa perfectamente con el relato que está narrado desde el punto de vista de sus discípulos. No es nada complaciente y cuenta con algunas escenas verdaderamente poderosas como esas en las que Francisco «escucha» el silencio de Dios o en la que pasa por la terrible noche oscura del alma en que el santo fue bendecido por Él.