Clint Eastwood en El bueno, el feo y el malo
Cine
La frase sobre Clint Eastwood que marcó a Leone: «Es un actor con sólo dos expresiones: con sombrero y sin él»
El actor y el director estuvieron años sin verse después del éxito de la Trilogía del Dólar, lo que contribuyó a incrementar la idea de que no se hablaban
Mucho se ha escrito sobre la supuesta enemistad entre Sergio Leone y Clint Eastwood, el director italiano y el actor americano al que él prácticamente descubrió y convirtió en estrella. Pero lo cierto es que no hubo tanto drama entre ellos y que siempre se guardaron un profundo respeto.
En 1964, Leone era un prometedor director de cine que apenas había incursionado en él con algún péplum digno con el que había aprendido el oficio y se había enamorado del lugar detrás de la cámara. Por eso, queriendo hacer un wéstern por encima de todas las cosas, se propuso darle un acento americano intentando que lo protagonizara Charles Bronson. Pero éste ni se leyó el guion que acabó yendo de mesa en mesa hasta que le llegó al representante de un actorcillo guapete de la serie Rawhide llamado Clint Eastwood.
Éste aceptó hacer una película en Europa porque le interesaba trabajar en el cine, aunque fuera en un proyecto absolutamente menor como era aquel. El resto es historia.
Por un puñado de dólares se convirtió en una de las películas más exitosas del cine italiano tras lo que hicieron, en 1965, La muerte tenía un precio, cuyo taquillaje propició que United Artists se interesase en el joven cineasta, distribuyendo los dos títulos en Estados Unidos y financiando el tercero, primero que Leone haría con dinero de verdad: El bueno, el feo y el malo.
Y en 1966, Clint Eastwood era una estrella.
Sergio Leone (izquierda) y Ennio Morricone (derecha) en una entrevista en la televisión italiana
Se ha dicho que el ego desmedido de sus dos personalidades hizo que después del rodaje de la última entrega de lo que vino a llamarse Trilogía del Dólar, naciera una enemistad insalvable entre ellos. Pero no es cierto. Lo que sí se sabe es que Leone le ofreció a Eastwood el papel de Armónica, protagonista de Hasta que llegó su hora, dos años después y que el actor lo rechazó, pero no porque no estuviera interesado en el wéstern, como se dijo, pues dos años después estaba protagonizando Cometieron dos errores, La leyenda de la ciudad sin nombre y Dos mulas y una mujer en Estados Unidos, sino precisamente, porque el actor quería volver a América y no encasillarse en el cine europeo. Pero lo cierto es que Eastwood siempre amó el wéstern y que fue gracias a Leone que lo cultivó incansablemente, desde Joe Kidd a El jinete pálido, pasando por Infierno de cobardes o El fuera de la ley.
Sin embargo, a Leone no le sentó bien que Eastwood declinase el papel que acabó dando a Charles Bronson y le ofreció dar vida al líder de los pistoleros que protagonizan la primera escena y que Armónica acribilla con su revólver porque le parecía una forma «divertida» de cerrar el personaje del hombre sin nombre de sus tres películas anteriores. Pero Eastwood, que estaba encantado con el cierre que le habían dado al personaje en El bueno, el feo y el malo, volvió a decirle que no. Y a Leone volvió a sentarle mal.
Después de aquello, el distanciamiento entre actor y director fue evidente, entre otras cosas porque uno vivía en Hollywood y el otro en Roma, pero ello no hizo sino incrementar la falsa leyenda de que vivían enemistados tipo Olivia de Havilland y Joan Fontaine.
Durante la década siguiente, hablaron en infinidad de ocasiones el uno del otro, aunque estuvieron años sin verse, pero el respeto con que mencionaban sus respectivos trabajos era indiscutible. Sin embargo, el hecho de que Eastwood contara siempre que el rodaje de las dos primeras películas fue un auténtico caos o que el carácter de Leone dirigiendo a los actores era rotundo y vehemente y que éste bromease siempre sobre la calidad interpretativa de Eastwood, hizo aumentar la falsa leyenda de que habían terminado mal. Pero el americano nunca se tomó en serio las varias ocasiones en que el director bromeó sobre él diciendo: «Clint Eastwood es un actor sólo con dos expresiones: una con sombrero y otra sin él» (aunque hay algunas fuentes que dicen que dijo esta frase hablando del cigarro y no del sombrero). Seguramente, Leone se refería a que el estoicismo y la inexpresividad de Eastwood dando vida a su pistolero sin nombre fueron perfectas para construir el personaje.
Pero lo cierto es que, cuando Sergio Leone murió en 1989 de manera repentina a causa de un infarto, su siempre amigo Clint Eastwood le lloró sinceramente y reconoció con agradecimiento deberle el éxito de su carrera. Aunque, quizá, el más profundo homenaje a su mentor y colega se lo hizo con su gran obra maestra como actor y director, Sin perdón, de 1992, que en el plano final de la película dedicó «a Sergio y Don». Sergio Leone y Don Siegel, por supuesto.