Clark Gable, con su icónico bigote, en una escena de Lo que el viento se llevó
Cine
La «película para mujeres» de la que Clark Gable renegó, pero acabó protagonizando
El actor terminó aceptando el papel pero con la condición de no ponerle demasiado romanticismo a su personaje
Clark Gable es considerado una de las estrellas más prolíficas de la Edad de Oro de Hollywood, alcanzando fama mundial por clásicos como Sucedió una noche, Lo que viento se llevó y La tragedia de la Bounty. Nacido en Cádiz –no el de Andalucía, sino de Ohio–, «el Rey», como se le llegó a apodar, trabajó en diversos espectáculos itinerantes y participó en distintos concursos de talentos antes de mudarse a Los Ángeles en 1924 en busca de un futuro mejor.
Siete años después, ya había firmado un contrato con la Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) y había compartido pantalla con estrellas femeninas consagradas como Joan Crawford, Jean Harlow o Myrna Loy. Para entonces, además, ya se había granjeado entre sus compañeros de profesión ese carácter altivo y prepotente que también caracterizaba a la mayoría de sus personajes.
De ahí que eligiese con cierta puntillosidad los proyectos en los que quería trabajar. En ocasiones, acertó. En otras, podría haber cometido el mayor error de su carrera. Si no, cómo hubiese explicado que, en un primer momento, no quiso estar al frente de Lo que el viento se llevó por considerarla una «película para mujeres».
El papel de Rhett Butler le llegó con la esperanza de consolidar su popularidad como protagonista romántico. MGM le vendió la película como una «epopeya romántica conmovedora ambientada en la guerra de Secesión estadounidense». Así lo expresó, Warren G. Harris en el libro Clark Gable: una biografía.
Carole Lombard, que ya había trabajado con él en Casada por azar, le propuso como protagonista principal al estudio con la esperanza de que a ella le ofrecieran ser Scarlett O'Hara. De hecho, en su intención de conseguirlo, llegó a regalarle una copia de la novela original con la que Margaret Mitchell ganó el Premio Pulitzer y que él se negó a leer. Una decisión controvertida teniendo en cuenta que era su mujer –se casaron en 1939 y su muerte en un accidente de avión tres años después le dejó devastado–.
Vivien Leigh y Clark Gable, en Lo que el viento se llevó
Poco o nada tenía que ver este drama épico sureño con el hijo único de un petrolero itinerante que no le hacía caso tras perder a su mujer diez meses después de que este naciera. Tras abandonar a los 16 años, empezó a actuar a los 20 y su apariencia robusta y un atractivo bigote lápiz le convirtieron en el protegido de la célebre actriz Josephine Dillon, quien se convirtió en su profesora de interpretación y su principal benefactora –pagándole una cirugía dental que cambió por completo su apariencia–.
Finalmente, aunque se resistía bastante a la idea de interpretar un personaje como Rhett, cedió ante la opinión pública y aceptó el papel. Aun así, puso sus condiciones y se negó a interpretar el papel con demasiado romanticismo, rechazando la idea de fingir un acento sureño. «Viví con él día tras día, leyendo y releyendo Lo que el viento se llevó, subrayando cada frase que revelaba una faceta de su polifacética personalidad», explicó en una entrevista.
Fotograma de Lo que el viento se llevó
«Crear la imagen fue relativamente fácil y un placer. El trabajo duro se desarrolló durante meses de incansable preparación. Sentía que era esencial tener a Rhett tan bien grabado en mi mente que no fuera necesario pensar conscientemente en él: una persona directa, extremadamente segura de sí misma», apuntó. «Un hombre de voluntad inquebrantable, inmutable una vez tomada una decisión, refinado, un caballero, pero su peor enemigo, una suave mezcla de bien y mal, con un sentido del humor salvador».
Victor Fleming hizo el resto y convirtió a Vivian Leigh y Clark Gable en dos estrellas mundiales, aunque solo una de ellas se llevó el Oscar por su interpretación. La estatuilla dorada de Leigh se sumó a otros diez galardones en las categorías de mejor película, mejor dirección, mejor actriz de reparto (Hattie McDaniel), mejor guion (Sidney Howard), mejor montaje, mejor fotografía, mejor diseño de producción y dos premios honoríficos. Sin pretenderlo, además, Lo que el viento se llevó se convirtió en la película más famosa de Gable, proporcionándole la inmortalidad cultural con una única frase: «Francamente, querida, me importa un bledo».