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29 de marzo de 2024

El ministro de Cultura francés, Jean-Michel Blanquer, en el Liceo Louis-le-Grand de París

El ministro de Cultura francés, Jean-Michel Blanquer, en el Liceo Louis-le-Grand de ParísLiceo Louis-le-Grand

Francia lidera la cruzada contra lo «woke» reforzando la cultura clásica sin noticias de España

Tras prohibir la «escritura inclusiva» en los colegios y en la Administración, el ministro de Cultura galo refuerza los estudios de latín, griego y cultura clásica

La «Francia eterna de las luces universales», aquella Francia que dijo que eligió el presidente Macron Josephine Baker, la artista que el próximo martes entrará en el Panteón de París, podría ser una frase verídica (la frase con la que decía Hemingway que había que empezar para escribir un buen relato) y no una frase política.
Las «luces universales» para guiar al mundo entre las luces de lo woke que viene del otro lado del atlántico: la censura en las universidades, en la prensa, en las palabras, en las calles o en los modos de vida. La reciente e inicial negativa de un consejo escolar canadiense a permitir la presentación de un libro contra el Estado Islámico de la premio Nobel, Nadia Murad, dan buena prueba de ello.
El pasado mayo, con el presidente Macron y el ministro de Cultura francés, Jean-Michel Blanquer, como responsables, Francia prohibió la «escritura inclusiva» en los colegios y en la Administración, afirmando sin ambages que esta ortografía "constituye un obstáculo para la lectura y la comprensión de la escritura», con la intención de que se fomente el femenino «cuando sea necesario» y no de forma «sistemática».
Tras las anunciadas reducciones de los estudios de griego, latín y cultura clásica en España, el mismo ministro de Cultura francés, Blanquer, quien afirmó en una entrevista en Point: «La herencia grecolatina es hoy más útil que nunca», ha anunciado que no sólo no reducirá dichos estudios, sino que los reforzará a partir de los 11 años y también serán una opción para los estudiantes de ciencias.

«Patrimonio vivo»

El pasado 16 de noviembre se celebró en el Liceo Louis-le-Grand la primera Jornada Europea de las Lenguas y Culturas de la Antigüedad, en la que participaron los ministros de Francia, Italia, Grecia y Chipre, sin noticias de Iceta. Allí se firmó una declaración en la que, entre otras cuestiones, se afirmaba la condición de patrimonio vivo y estructurante de la cultura europea y mediterránea; la ventaja valiosa y tangible de conocer las lenguas antiguas; la comprensión de la cultura humanista como medio para alcanzar la reflexión y la comprensión del mundo moderno y la creación de una mente crítica en los alumnos en la defensa de los valores comunes europeos y el deseo común de poner las humanidades en el corazón de la escuela.
«Estoy convencido de que debemos ofrecer tanto el aprendizaje de lenguas antiguas a más estudiantes como fortalecer los vínculos entre esta enseñanza y otras disciplinas para mostrar la riqueza y las aportaciones», afirmó el ministro francés de Cultura, Jean Michel Blanquer, en un nuevo frente, una línea Maginot de las ideas contra la invasión de lo woke, la subcultura invasiva y destructora de lo autóctono. La especie a la que se pretende deslumbrar con las «luces universales» de la «Francia eterna».
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