
El torero Diego Urdiales
Entrevista
Diego Urdiales: «Me emocionan las faenas cuando van a compás con el toro, la gente y el torero»
«Que te acoples al toro, que tu toreo fluye, y que le llega a la gente… Son momentos extraordinarios que no suceden en todas las tardes», explica el torero riojano en esta entrevista
Si se torea como se es, así también se expresa el diestro riojano Diego Urdiales: con pausa, con calma, reflexivo y profundo en cada una de las palabras, ideas y pensamientos compartidos en esta entrevista con El Debate. Una conversación en la que Urdiales reflexiona sobre su temporada, sobre su toreo y el acto creador de cada faena, sobre su admiración por Curro Romero y los maestros en los que se miró cuando aún era niño y perseguía el sueño de querer ser torero. Pensamientos, a compás y despaciosos, que transitan por los meandros profundos e insondables de su alma.
−¿Cómo suenan esos olés de Sevilla, Diego?
−Suenan muy bien, la verdad. Sevilla es una plaza muy especial. Una plaza en la que los toreros siempre deseamos cuajar un toro, y haberlo podido sentir y vivir es un orgullo y una sensación de felicidad muy grande.
−¿Con qué se queda de aquella tarde, de aquella faena, de aquella puerta grande?
−Me quedo indudablemente con lo que pude sentir delante del toro. Una sensación en la que me dejé llevar y surgió ese sentimiento cuando uno torea y a la vez esa sensación de escuchar a la gente dando los olés de esa manera. Siempre me emocionan las faenas cuando siento que van a compás con el público, cuando se aúna el toro, el público y el torero.
−¿Uno es capaz de darse cuenta de todo lo que ocurre, estando en medio del ruedo y delante de la cara del toro?
−Bueno, no del todo, pero sí que se da cuenta de las sensaciones. Cuando uno está toreando y la gente está crispada, aquello no fluye y uno sí que se da cuenta, sí que siente el malestar general y cuando es todo lo contrario también, pero, sobre todo, uno siente el conjunto de lo que está viviendo en ese momento. No son momentos en concreto, pero tienes las sensaciones del conjunto. Cuando uno se deja llevar y siente… Ese sentir que va todo a compás, que te acoplas al toro, que tu toreo fluye y que le llega a la gente… son momentos extraordinarios que no suceden en todas las tardes.
−El triunfo de Sevilla suena a conquista, a que por fin cayó Sevilla y su afición… Suena a ratificar una temporada que es de las más importantes en su carrera en el mundo del toro.
−La conquista de Sevilla, después de haber triunfado en prácticamente todas las plazas importantes del mundo, ha sido un momento inolvidable e importante. Siempre había sentido el cariño, el respeto y la admiración de la afición de Sevilla y he vivido tardes con momentos bonitos, pero no cabe duda de que me faltaba entrar de lleno y, afortunadamente, este año ha podido ser.
Diego Urdiales
−Usted tiene un partidario de lujo como es el maestro Curro Romero. Hasta tal punto que no ha dudado en decir abiertamente que le gusta mucho su concepto del toreo, cómo lo vive, lo siente, lo interpreta.
−La verdad es que es algo más que bonito. Es difícil de explicar con palabras. Cuando yo era un niño era admirador del maestro Curro Romero y mi maestro Rafael, el primer hombre que me enseñó a coger un capote y una muleta, me hablaba siempre con admiración de Curro. Había tenido la oportunidad de verlo en algún festival y en algún patio de caballos y recuerdo verlo con reverencia; ni siquiera me atrevía a acercarme a saludarlo porque era muy grande mi admiración hacia él. Siempre le he tenido un respeto y una admiración reverencial y que haya hablado así de mí y de mi forma de interpretar el toreo y que manifieste que mi toreo le hace sentir cosas bonitas pues no cabe duda que es algo increíble. Que mi toreo le llene a una leyenda viva de la tauromaquia como es el maestro Curro es algo que nunca hubiese imaginado y, por eso, el triunfo de Sevilla es algo especial. Indudablemente uno siempre quiere triunfar en plazas así, pero si algo me pesaba eran las palabras del maestro y debía estar a la altura en Sevilla y, la verdad, este año he podido quitarme ese peso de encima.
−Bendito peso que lo ha aligerado con esa puerta grande y esa faena de dos orejas. ¿A la próxima la Puerta del Príncipe?
−Ojalá. Lo bonito es poder entrar de lleno en una plaza, en una afición, y que te esperen con ilusión. Eso es lo más grande, más allá de los triunfos numéricos. El hecho de que haya personas, corazones, a los que puedas emocionar, es lo más grande que puede pasar en la vida.
−Esta temporada han resurgido toreros que han estado muchos años en un segundo plano o incluso relegados de los grandes carteles o las grandes ferias. ¿Qué valoración hace de la temporada en general y de la suya en particular?
−La temporada ha sido muy completa. Desde la primera tarde en la que me vestí de torero, las sensaciones fueron muy buenas. Es verdad que ha sido una temporada con incertidumbre, por todo lo que estamos pasando y porque todos comenzamos sin saber qué podía pasar por la pandemia y por estar un año y medio sin vestirme de torero. Pero poder vivir desde el primer momento esas buenas sensaciones en cada tarde, no cabe duda que ha sido el triunfo de la temporada, lo que unido a la regularidad y a los triunfos importantes hace que haya sido una de las temporadas de mi vida. Y, a nivel general, creo que ha sido muy buena para el toreo por las circunstancias que hemos tenido que superar y porque ha habido unos cuantos toreros que han podido mostrar sus cualidades haciendo que el escalafón esté más vivo que nunca.
El toreo en el que creo es aquel en el que intento poderle al toro con la máxima naturalidad posible, convirtiendo ese poder en dominio y en caricia
−Con 23 años a sus espaldas y épocas nada fáciles, ¿costó demasiado llegar a dónde ha llegado? ¿Se siente reconocido?
−Sí que es verdad que pienso que ha costado demasiado. Pero he llegado a la conclusión de que las circunstancias de la vida son diferentes para todo el mundo porque no a todo el mundo se le presentan las circunstancias de la misma manera. A unos las cosas se les ponen más fáciles, siempre siendo el toreo una profesión difícil, pero sí que es evidente que en algunos casos las circunstancias se complican en exceso. Al final, las circunstancias de la vida son diferentes para todos y no podemos pensar en el de al lado sino en uno mismo, en que son tus circunstancias y son las que tienes que sacar adelante si quieres triunfar o conseguir algo en la vida. Me siento muy orgulloso y muy reconocido por mis compañeros, por los aficionados y por la gente del toro, no solo en este año sino desde hace muchos años.
−Si se torea como se es, ¿cómo es Diego Urdiales?
−Yo creo que el ser como uno es no lo puede cambiar nadie, ni dentro ni fuera de la plaza. Si uno hace lo que siente es el fiel reflejo de su persona, de sus sentimientos, de sus miedos, de sus emociones, de su vida, de todas sus vivencias, y todo eso se traslada a una plaza de toros y a un vestido de torear.
Diego Urdiales
−Y el toreo según Diego Urdiales, ¿cómo es?
−El toreo en el que creo es aquel en el que intento poderle al toro con la máxima naturalidad posible, convirtiendo ese poder en dominio y en caricia.
−Eso suena fácil, pero es muy difícil.
−Sí, pero es lo que me llena. El poder reducir la velocidad de un toro, su acometividad, su fiereza, y hacerlo de una manera sutil y con la mayor naturalidad posible y el mínimo esfuerzo en todos los sentidos, no cabe duda de que es lo más grande, pero debe parecer que todo fluye, que es natural.
−¿Cuesta mucho ser fiel a uno mismo?
−Sí cuesta, porque muchas veces te condiciona el entorno, y el entorno, a su vez, está condicionado por las circunstancias, por el ansia de los triunfos para poder seguir toreando. Y expresarte en esas circunstancias, desde tu máximo sentimiento, convencimiento y expresión es difícil. Si ya es difícil hacer el toreo del que le he hablado a un toro, imagínese rodeado de todas esas circunstancias: hace que todo se complique mucho más. Al final, uno aprende a quitarse todo eso de encima y aprende a defender su concepto del toreo olvidándose de todo lo que a uno le digan y las circunstancias del entorno. Hay que ser egoísta y buscar lo que uno quiere de verdad, lo que uno siente, esté equivocado o no uno debe defender la opción en la que uno cree, no la que le quieren imponer.
−¿Usted está siempre en búsqueda?
−Yo creo que la búsqueda es fundamental en la vida. Cuando uno deja de buscar y ahondar, en mi caso en el toreo, está muerto interiormente y uno deja de crear. Para poder crear uno tiene que estar muy vivo dentro, y para estar vivo, uno siempre tiene la necesidad de estar mejor cada día, de profundizar en ese toreo que vive y siente, el toreo que uno quiere hacer. Cada uno sentimos lo nuestro y todas las formas de interpretar son muy respetables, pero yo busco la mía y es en eso en lo que tengo que ahondar y tener las sensaciones muy vivas.
−¿Cuáles han sido sus espejos en la historia de la tauromaquia? ¿De quién ha bebido el toreo para expresarlo del modo en el que lo expresa?
−No recuerdo haberme fijado en algún torero concreto porque era un niño. Vivo en Arnedo y aquí se celebra la feria más importante de novilladas, que es el ‘Zapato de Oro’. Siendo un niño mi padre me llevaba a ver a los novilleros y los veía también por televisión con mi abuelo. Pero mi primer contacto con el toreo fue viendo a los novilleros en la feria, después jugaba al toro con mi hermano hasta el punto que de niño ya toreaba, tenía una muleta que me la hicieron en casa y jugaba al toro. Después me despertaron interés toreros como Curro Vázquez, Manzanares (padre), Julio Robles, Ortega Cano… Ese tipo de toreros me despertaban sentimientos especiales hacia el toreo. A lo largo del tiempo pude ir descubriendo, después, al maestro Curro, a Paula, que fueron dos toreros de los que me habló mucho mi maestro Rafael. Y, yendo para atrás, todos nos fijamos en Joselito ‘El Gallo’, pero también me han llenado toreros como ‘El Viti’, Pepe Luis Vázquez, Manolo Vázquez, Pepín Martín Vázquez, Rafael Ortega... y seguro que me dejo muchos.
Diego Urdiales
−Todos los que ha nombrado son toreros muy puros, muy honestos, muy honrados…
−Quizás por eso cada uno, al final, saca su personalidad. Si ese tipo de toreros me despiertan algo especial será porque coinciden con la línea de torero que siento.
Cuando acabas una faena y ves cómo la gente se abraza y llora es porque, al final, has movido sus sentimientos
−¿Su toreo se puede calificar como el más puro e integro de la actualidad?
−No soy quién para calificarlo, pero es el que siento. Siempre he intentado respetar al máximo los cánones del toreo que a lo largo de la historia han ido dejando los toreros y, en esa línea, he intentado ser muy fiel y muy respetuoso con lo que para mí es el toreo, porque es el que a mí me hace sentir puro. Hay líneas que no se deben traspasar y que son las que intento evitar por todos los medios, centrándome en las que siento.
−¿El toreo es un ejercicio espiritual?
−Totalmente. El toreo es un ejercicio del alma. Es un ejercicio en que uno piensa mucho. Lógicamente tienes unas condiciones que vas puliendo, unos conocimientos que vas mejorando a lo largo del tiempo, pero al final lo que permanece, lo que emociona, lo que sobresalta el interior de la gente y, por supuesto, el tuyo, es el alma, es ese algo especial que hay dentro de uno y hace que algo tan evidente como es dar un muletazo le haga a la gente pegar un bote en el tendido de emoción. Cuando acabas una faena y ves cómo la gente se abraza y llora es porque, al final, has movido sus sentimientos. Si no mueves tus sentimientos es muy difícil mover los de nadie, mover los del público.
−¿Le ha ocurrido alguna vez que después de haber hecho una gran faena se ha quedado vacío, absorto, exhausto?
−Me pasa todas las tardes que siento. Todas las tardes. En Sevilla, al acabar la tarde tuve una conversación con una aficionada y me dijo algo así como: «Parece que está todo el mundo feliz menos tú». Por supuesto que estaba feliz, pero estaba vacío. Cuando uno se vacía en una faena es muy difícil poder tener relación con las personas, muy difícil. Porque has tenido unas sensaciones interiores tan grandes y fuertes que tu alma se ha quedado vacía, porque se ha entregado en esa faena y hay que volver a recuperarla. Y esa recuperación necesita un tiempo.
−Al hilo de lo comentado, ¿cómo se recupera uno? ¿En qué fuentes bebe para recuperarse después de la creación de una faena?
−Uno se recupera en contacto con la familia, con mi mujer y mi hija, con los seres queridos, paseando en contacto con la naturaleza, escuchando música, leyendo. Tampoco es algo que se pueda programar porque todo viene de ese acto creativo y algunas veces cuesta más recuperarse y en otras ocasiones no cuesta tanto. Es cuestión de tiempo. A veces toreas y, a lo mejor, si es muy seguido y tu alma está plena puedes crear una obra de arte al día siguiente, pero en otras ocasiones no sabes por qué y no te has recuperado… En esas tardes es imposible que pase algo bonito, algo especial.
Diego Urdiales
−Debe ser complicadísimo para personas como usted ponerse delante de la cara del toro en aquellas tardes en las que el alma no está afinada.
−Es muy duro. Muy duro. Es algo que, además, siempre he pensado y es lo único que todavía no soy capaz de controlar. Intento controlar muchas cosas, situaciones, presiones, responsabilidades. Vas aprendiendo a llevarlo todo, pero cuando tu estado está así y el alma puede estar herida, se hace realmente duro.
−¿Ha llegado a alcanzar ese toreo ideal, esa faena soñada?
−Nunca he pensado en la faena soñada, porque me dejo llevar por el alma. Creo que lo grande del toreo es que cada tarde es diferente y cada faena es diferente. La faena no puede ir pensada. Cuando las faenas son pensadas, no son especiales. Nunca he pensado en la faena soñada. De lo que me siento orgulloso es de cómo he conseguido torear como toreo, ahí sí que tengo la sensación de haber conseguido hacer realidad el sueño del niño que empezó a querer ser torero.
−¿Se torea ahora mejor que nunca, Diego?
−El nivel que se ha alcanzado en el toreo es enorme. En todas las épocas ha habido toreros grandiosos y, gracias a ellos, los toreros de ahora hemos podido torear como lo estamos haciendo.
−¿Cómo ha visto la evolución del toreo en estas últimas décadas?
−Ha habido épocas de todo, pero el cambio, sobre todo, se ha experimentado con el toro. El toro ha ampliado bastante su tamaño, cosa que para torear de la forma que yo considero, descolgado de hombros, flexible de codos, muñecas, cintura, de todo, el equilibrio es muy importante y, para ello, que el toro esté equilibrado morfológicamente es fundamental para que uno pueda expresar el toreo.
−¿Ve en un buen momento la fiesta de los toros?
−Creo que la fiesta está en un momento complicado. No cabe duda que en este corto espacio de tiempo, de dos años, la pandemia ha afectado al toreo y nos ha afectado a todos. Y, después, no cabe duda que los dirigentes políticos están haciendo mucho daño ya que en todas las decisiones que toman están pensando no en los ciudadanos ni en el sentimiento de los ciudadanos sino que toman decisiones pensando en seguir permaneciendo en el poder. Eso nos está haciendo mucho daño, no solo en el toreo sino en el día a día tal y como vemos en las noticias. Tengo la sensación de que este sistema es insostenible.
−Ante esta situación, ¿qué se puede hacer para recuperar el sitio que parece haber perdido la fiesta de los toros?
−Es fundamental estar unidos y para estar unidos hay que ser honestos e íntegros, y tomar decisiones por el bien de todos, por el bien de la fiesta. Si ponemos por delante nuestro interés personal es evidente que muchas veces se toman decisiones muy interesadas que le hacen mucho daño al mundo del toro. Por eso creo que es fundamental que estemos convencidos de que el toreo está por encima de todos nosotros. La tauromaquia está por encima de todos nosotros y debemos respetarla. Tenemos la obligación de dejar la tauromaquia en mejor lugar en el que la encontramos.
Diego Urdiales
−¿Hacia dónde evoluciona su toreo, Diego?
−No lo sé. La verdad es que no lo sé. Lo que sí sé es hacia dónde quiero ir y tengo muy claro que el camino que he elegido me ha costado mucho esfuerzo. Creer en mí, estar convencido de la forma en la que quiero interpretar el toreo y conseguir, a través de él, cosas importantes era la base de todas las decisiones que he tomado, porque es lo que siempre he sentido. Ahora lo único que deseo es que mi toreo dure más. Y, ¿qué quiere decir que dure más? Que cada muletazo sea mejor, que cada faena sea mejor, que cada movimiento sea mejor, más armónico, acompasado, despacioso… Sintiendo lo que hasta ahora he sentido, pero siempre diferente y cada vez mejor. Solo es cuestión de tiempo, que todo dure más, porque así mi felicidad será mayor y la de los aficionados también.
−¿Qué retos se plantea para la temporada que viene o no se atreve a soñar?
−Hombre ¡soñar es gratis! Mi deseo es estar delante del toro y poder expresarme. Vivir momentos como los que he vivido a lo largo de esta temporada, cosa que no es fácil. Lograr que en cada tarde de responsabilidad, donde uno tiene tantas ilusiones puestas, te llene y todos los sentimientos que se te mueven por dentro salgan en tu toreo y hagan que todo sea especial y diferente. Solo deseo que pueda vivirlos por mucho tiempo y que el propósito que me pongo cada invierno para cuando llegue la temporada se cumpla y éste no es otro que ser mejor torero cada día y cada temporada.