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02 de mayo de 2024

J.K. Rowling en el estreno de 'Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald'

J.K. Rowling, en el estreno de Animales Fantásticos: Los Crímenes de GrindelwaldGTRES

La nueva «caza de brujas»: un mapa señala a todas las mujeres canceladas por la cultura 'woke'

Una activista documenta los casos de mujeres que están siendo perseguidas en todo el mundo por ser críticas con la ideología de género y defender la biología, los derechos de las mujeres y la infancia

En diciembre de 2019, J. K. Rowling fue objeto de durísimas críticas cuando reaccionó a las noticias que informaban sobre Maya Forstater, una becaria visitante del think tank Center for Global Development, cuyo contrato no fue renovado. Forstater había tuiteado que las mujeres transgénero no podían cambiar su sexo biológico, y fue acusada también de utilizar un lenguaje «ofensivo y excluyente» para oponerse a las reformas propuestas a la Ley de Reconocimiento de Género en el Reino Unido que trata de regular que las personas se identifiquen como del sexo opuesto.
Entonces, J. K. Rowling tuiteó su apoyo a Forstater y arremetió contra el Centro de Desarrollo Global por su despido. «Vístete como quieras. Llámate como quieras. Acuéstate con cualquier adulto que te acepte. Vive tu mejor vida en paz y seguridad. Pero ¿obligar a las mujeres a dejar su trabajo por afirmar que el sexo es real? #EstoyConMaya #EstoNoEsUnaBrujería», escribió. El tuit se encontró con la reacción del grupo de defensa del colectivo LGBTQ Human Rights Campaign, que respondió en un tuit: «Las mujeres trans son mujeres. Los hombres trans son hombres. Las personas no binarias son no binarias. CC: JK Rowling».
Muchos descubrieron así que, por decir «solo las mujeres menstrúan» o «el sexo de las personas es algo real», Rowling entraba en la larga lista de feministas acusadas de transfobia. Al linchamiento público y privado (llegaron a publicar la dirección de su domicilio y a amenazarla de muerte) se le sumaron los boicots a sus libros, peticiones de destruirlos –¿quién pensaría siquiera en quemar Harry Potter?– o incluso su exclusión tanto del reencuentro de los protagonistas de la saga de películas basada en sus libros como de la película Animales Fantásticos 3.

La punta del iceberg de la cancelación

Sin embargo, el de J. K. Rowling es solo uno de las decenas de casos de cancelación de mujeres en el mundo. Es quizá el más mediático, por tratarse de una figura pública y mundialmente reconocida (y querida), pero no el más importante. La activista Mara, cuyo nombre real es Jesusa Ricoy Olariaga, ha elaborado un exhaustivo mapa de esta «Nueva caza de brujas» en el que documenta «los casos de mujeres que están siendo perseguidas en todo el mundo por ser críticas con la ideología de género y que han intentado defender la biología y los derechos de las mujeres y la infancia y han sido de alguna forma castigadas por ello».
Mapa "New Witch Hunt" elaborado por Mara

Mapa «New Witch Hunt» elaborado por Mara

En la actualidad, el mapa registra 58 casos de cancelación de mujeres, y ha sido visto más de 21.000 personas. «La idea surgió de la necesidad de exponer lo que estaba ocurriendo en todo el mundo con mujeres (y algún que otro hombre) en puestos de trabajo concretos para evidenciar cómo se está silenciando la crítica científica de una ideología que se expande por todo el mundo», relata la activista en conversación con El Debate.
  • Dedicada desde hace una década como profesional en Reino Unido a defender los derechos de las mujeres en relación con la maternidad, Mara confiesa que el punto de partida de su investigación fue un caso español: «Creé el mapa a raíz del caso en España de la psicóloga Carola López Moya, que se enfrenta a una sanción de entre 60.000 y 120.000 y potencialmente la pérdida de su trabajo, por no hablar de lo que supone el señalamiento público y ser acusada en falso de algo tan terrible como las terapias de conversión».

El caso de Carola

El 4 de febrero se dio a conocer el procedimiento sancionador iniciado por la Junta de Andalucía a instancia de la Asociación Española contra las Terapias de Conversión y la Asociación de Transexuales de Andalucía-Sylvia Rivera contra la psicóloga feminista Carola López Moya por sus supuestas opiniones tránsfobas y contrarias a la autodeterminación del sexo y de la promoción de «terapias de conversión a personas trans» en las redes sociales.
López Moya, que ni siquiera trabaja con personas con disforia de género ni transexuales, sino con mujeres víctimas de violencia sexual y obstétrica, se enfrenta a un proceso sancionador por sus opiniones críticas con las leyes de identidad de género (mal llamadas leyes trans) y por hacer afirmaciones tan «osadas» como la de que el sexo es una realidad biológica inalterable.
De hecho, una de sus máximas preocupaciones es la protección de los más pequeños. «Me he dado cuenta de que la infancia está en peligro porque estas leyes [leyes de identidad de género] permiten que las criaturas tomen decisiones que afectarán a su desarrollo físico y psicológico para toda la vida sin ninguna evaluación, ni contando con la opinión de la madre y del padre», explica en su cuenta de Twitter.
«Prefiero referirme a estos casos como censura en lugar de cancelación, porque creo que es importante que se entienda que en pleno siglo XXI estamos viviendo actitudes dignas del medievo, regidas por convicciones personales y sentimentales que pretenden desbaratar los parámetros físicos y lingüísticos con los que comprendemos la realidad, y cualquiera que se atreva a cuestionarlas o a evidenciar lo que esto supone para quienes, como las mujeres, aún no han conseguido la equidad real, es castigado al más puro estilo de las persecuciones de brujas», continúa Mara, que ha podido conocer a muchas de las mujeres «etiquetadas» en su mapa. «El que más me afectó fue el caso de Carola López, por ser una usuaria de internet a la que conozco desde hace años por hablar en círculos sobre maternidad, de su experiencia como madre de una hija con discapacidad, algo sobre lo que ha hecho una enorme labor».

58 casos, muchos en el mundo académico y universitario

Todos los casos recogidos pueden consultarse en el propio mapa. Mujeres que, en palabras de J. K. Rowling, «han sido objeto de campañas de intimidación que van desde ser acosadas en las redes sociales o denunciadas ante sus empleadores, hasta sufrir doxing (divulgación de información personal) y amenazas directas de violencia, incluida la violación. Ellas y sus familias se han visto sumidas en un estado de miedo y angustia por el único motivo de que se niegan a aceptar acríticamente que el concepto sociopolítico de 'identidad de género' debe reemplazar al de sexo».
En noviembre, Kathleen Stock, catedrática de Filosofía, se vio obligada a renunciar a su puesto en la Universidad de Sussex. Según más de 600 filósofos académicos, la «retórica dañina» de Stock contribuía a la marginación de los transexuales. La filósofa y escritora sufrió una campaña estudiantil que pedía su despido, acusaciones de transfobia y varios actos violentos protagonizados por activistas trans: el recinto universitario fue empapelado con carteles y pancartas que exigían su despido e incluso se quemó una figura con su nombre. Las acusaciones se intensificaron tras la publicación de su libro Material Girls. Por qué la realidad es importante para el feminismo, en el que desarrolla una crítica de la idea de la «identidad de género». Stock denunció haber sido víctima de un ostracismo «medieval» por escribir sobre el sexo biológico, la identidad de género, los derechos de las mujeres y las demandas transactivistas.
También en el ámbito universitario se dio la cancelación de Jo Phoenix, catedrática de Criminología en la Open University, que se vio obligada a renunciar a su puesto el año pasado por sus opiniones críticas con la doctrina trans, especialmente en su ámbito de especialización: defiende la separación de las prisiones por sexos. «La semana pasada anuncié, con el mayor de los pesares, que renunciaba a mi puesto, con efecto inmediato, como catedrática de Criminología en la Open University. El 2 de diciembre de 2021 puse fin a mi relación de 25 años con esa institución. He sido acosada, silenciada y comparada con un racista por mis opiniones críticas con la doctrina de la identidad de género», escribía en un artículo en el blog Crowd Justice.

Campaña en Oxford y en Brown

En un lugar tan abierto como la Universidad de Oxford, más de 500 alumnos pusieron en marcha una campaña firmando una carta abierta pidiendo la destitución de las profesoras Selina Todd y Senia Paseta, que habían sido nombradas directoras del nuevo programa sobre Igualdad y Desigualdad de la Mujer. «Estas dos profesoras han tenido un impacto negativo tanto en las vidas y experiencias de los estudiantes e investigadores trans de la Universidad de Oxford como en el discurso sobre las cuestiones trans a nivel mundial, tal y como los miembros trans de la Universidad y sus aliados han estado diciendo durante años», exponen los estudiantes.
Aunque Mara recoge muchos casos en Reino Unido, ya que es su principal ámbito de desarrollo profesional, en el mapa se señalan casos en Estados Unidos, Canadá, México, Brasil, Argentina, Francia, Alemania, Países Bajos y Australia. En la Universidad de Brown, la profesora Lisa Littman, científica investigadora de la disforia de género –«expresión médica que describe la discrepancia de una persona con el sexo/género asignado al nacer», según la Fundeu–, ha sufrido también esta cancelación. Y todo por investigar una realidad creciente: la de cientos de niñas que manifiestan esta disforia.
La doctora Littman fue descrita como tránsfoba y conservadora de extrema derecha. Sus hallazgos, que indicaban una incidencia estimada de disforia de género sobre el 0,005 y el 0,14 para varones y mucho menor (0,002 y 0,003) para nacidas mujeres, fueron desmerecidos y señalados sin que nadie propusiera una explicación alternativa. Finalmente, fue también despedida.
También hay periodistas, escritoras e investigadoras. La periodista y columnista Suzanne Moore, ganadora del prestigioso premio Orwell de periodismo político 2019, dimitió de The Guardian en noviembre de 2020. Ella misma explicó las razones: «Si escribir sobre los derechos de las mujeres y sobre las experiencias de las mujeres se califica como transfobia, si 338 colegas te denuncian, esta salida es en realidad una expulsión».
Ella misma trató de razonar sobre los argumentos lógicos que la habían llevado a su renuncia, pero sólo logró recibir más odio. «La censura continúa y no puedo soportarla. Cada día, otra mujer pierde su trabajo y se produce una quema de brujas en Twitter. Mi temor no es por las personas trans, sino por una ideología que supone el borrado de las mujeres, no solo de la palabra, sino de nuestra capacidad para nombrar y describir nuestra experiencia. Ahora somos personas con cérvix, progenitores que dan a luz, personas que menstrúan».
Lo mismo te puede suceder si eres artista. La coreógrafa Rosie Kay tuvo que dimitir de su propia compañía de ballet tras decir sobre el Orlando de Virginia Woolf que la escritora sabía que «cualquiera puede cambiar de sexo en su imaginación, pero no en su cuerpo real». El trabajo de la artista Jess De Wahls fue retirado de la tienda de la Royal Academy, por sus puntos de vista «transfóbicos», según un comunicado de la institución conocido en junio de 2021, que luego se retractó. Wahls opina que una mujer es una hembra humana adulta. La organización Sex Matters declaró en defensa de Wahls: «Esto es discriminación por creencias y viola los derechos de Jess Wahls bajo la Ley de Igualdad y el Convenio Europeo de Derechos Humanos».

«Reporta a un tránsfobo»

La campaña de persecución y desprestigio contra todos aquellos que se muestran críticos con el género va en aumento. Los nombres y usuarios se comparten en mensajes privados o públicos en las redes sociales, viralizándose y generándose verdaderas oleadas de odio. Los transactivistas están organizados, e incluso se crean «listas negras» para denunciar a aquellos que disienten con la nueva «dictadura de pensamiento único».
Existen listas colaborativas en las que se anima a denunciar y cancelar a aquellas personas consideradas incómodas. «Report a transphobe» («Reporta a un tránsfobo») es solo una de ellas: en el momento de publicación de este artículo, la lista acumula 4.361 nombres de usuario, con enlaces a los tuits en los que se muestran críticos con la teoría del género.
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