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26 de abril de 2024

El periodista Horace Greely

El periodista Horace Greely

Horace Greeley, el pionero periodista republicano que empleó a Marx y Engels y murió en el intento de ser presidente de EE.UU.

Se cumplen 150 años de la muerte del excéntrico fundador del New York Tribune, original competidor de The New York Times y The New York Herald, el periódico estadounidense más leído a mediados del XIX

Horace Greeley apareció en una historia de Lucky Luke como uno de los pioneros, en este caso del periodismo, en el Oeste americano. El cuento se titula Daily Star, y narra la peripecia de Greeley como fundador, director y único redactor de un periódico con ese nombre ficticio, que tiene como divertido lema «Independencia siempre, neutralidad nunca».
Al periodista y político nacido en Amherst, Nueva Inglaterra, en 1811 se le atribuye la frase «Go West, young man» («Ve al Oeste, muchacho»), que sostiene el cómic y el afán del protagonista por hacer llegar el periodismo al Salvaje Oeste y hacer fortuna. Una fortuna que le fue esquiva al principio de su carrera.
Autodidacta debido a la pobreza de su familia, que no pudo darle estudios superiores, aprendió el oficio en periódicos de Vermont y luego en Nueva York, donde logró convertirse en editor de la revista The New Yorker en 1834 (no la New Yorker actual, fundada en 1925).

El Partido Whig

Inquieto, extravagante, especial, apoyó la causa Whig de John Adams, sexto presidente de los Estados Unidos, un partido republicano, proteccionista, meritocrático y conservador del que saldrían fuegos artificiales descontrolados en el caletre en constante ebullición de Greeley.
Su antiesclavismo radical le llevó al ala precisamente antiesclavista de los Whig en medio de un país en formación donde todo era posible porque todo estaba por hacer. El éxito de su campaña política le llevó a fundar el New York Tribune en 1841, la obra de su vida. El diario Whig lleno de influencias, como de colores, reformista, incisivo, intelectual y de raigambre moral.
Un abanico nunca antes visto, donde estaba todo, incluso Marx y Engels como columnistas de excepción, un documento político nunca antes visto. Enemigo del alcohol, del tabaco, del juego, de la prostitución y de la pena de muerte, sobre todos ellos estableció unos pilares que no dejaron nada atrás (incluso a Marx y a Engels) y por ello fue conocido como «el yanqui más perfecto que jamás haya producido el país».
Portada del 'New York Tribune' del 16 de noviembre de 1864

Portada del 'New York Tribune' del 16 de noviembre de 1864

Su eclecticismo llevó al Tribune a todos los lectores, superando la sobriedad del Times y la patriotera exaltación del Herald, los otros dos periódicos de la ciudad, logrando el efímero ideal periodístico, sin posicionamientos fijos, dirigido por la mirada a discreción de su factótum, que por un lado defendía la educación común gratuita y por otro se oponía al sufragio femenino.
Greeley siempre quiso trascender del periodismo a la política, pero su propio partido frenó sus aspiraciones. Un hombre como él no podía ser un hombre de partido, y menos de uno donde convivían su antiesclavismo furibundo con el esclavismo, pero continuó con su ambición política yéndose con los republicanos, que por entonces comenzaban. Greeley siempre fue un «comenzador» al que los «finalizadores» relegaron.
Horace Greely (tercero por la izquierda, sentado) junto a sus compañeros del 'New York Tribune'

Horace Greeley (tercero por la izquierda, sentado) junto a sus compañeros del 'New York Tribune'

A partir de entonces, su militancia antiesclavista se intensificó y multiplicó mediante el instrumento de su Tribune. Columnas a favor de la libertad de expresión, incluso privilegios, para los abolicionistas como ofensivas dialécticas. Una mezcla entre la denuncia periodística y la campaña política que se le marchaba y de la que se mantenía cerca con su obstinada línea editorial.
El sincretismo recalcitrante que le llevó a oponerse a la reelección de Lincoln por proceder con demasiada cautela durante la Guerra Civil y apoyar la liberación del expresidente confederado Jefferson Davies al final de ellas. Un principio de rencor político hacia todos los que le ningunearon que se impuso a su proverbial conciliación y se concretó en otro comienzo, el del Partido Republicano Liberal, con el que fue un candidato a presidente tan quemado en el intento por lograrlo que él mismo llegó a decir que no sabía si era candidato a la presidencia o a la prisión.

Colapso político

Greeley fue admirado y rechazado, por distinto e inclasificable, a partes iguales. Y su imposible afán político terminó en las elecciones, donde solo ganó en seis estados fronterizos del sur. Casi paralelamente a su definitiva desaparición política, el crecimiento del Tribune también empezó a borrar su figura dentro de él.
Su derrota política fue también su derrota periodística, personal y vital: el monstruo del periódico absorbió toda su influencia justo en el momento en que todos los elementos coincidieron para acabar con la historia de Horace Greeley, cuya esposa también acababa de morir, quien sufrió un colapso el 29 de noviembre de 1872, hace justo 150 años, sin saber que el Tribune, el periódico elegido por la mayoría de los estadounidenses acabó fusionado con su rival, el Herald, para desaparecer y dejarle el camino expedito al Times que le sustituyó y le sobrevivió sin él.
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