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14 de mayo de 2024

Goofy y Donald en un episodio

Goofy y Donald en un episodio

La implosión económica de Disney tras rendirse a la cultura 'woke'

Las pérdidas en el último año alcanzan casi los 1.000 millones de euros, sin que haya habido aún una reacción empresarial tras la deriva ideológica causante del fracaso del negocio

El desastre económico de Disney producido después de años de rendición paulatina a la cultura woke, alcanza dimensiones no imaginadas. La radicalización ideológica se ha impuesto a la gestión empresarial en una decadencia sin precedentes. Lo que parecía al principio una mínima adecuación a las cuestiones identitarias en boga, fue convirtiéndose en una deriva que dejó atrás cualquier cálculo comercial.
Hace un año Disney ya había perdido más del 40% de su valor en bolsa, la pérdida de suscripciones era una realidad inocultable, y sin embargo la compañía anunció su intención de continuar con la idea de que, para finales de año, la mitad de todos sus personajes fueran LGTBI y pertenecientes a minorías étnicas. Esta idea se sumaba a otras decisiones ya tomadas como la eliminación de los pronombres de género en sus parques.
Los trabajadores de la empresa no son ajenos a los cambios de una cúpula en cuya cúspide se sitúa la directora de contenidos, Karey Burke, quien admite ser «madre de dos niños queer, uno transgénero y otro pansexual». También los empleados son víctimas de lo woke, como los personajes, y muchos han denunciado (anónimamente, por temor a represalias) que se contrata antes a una persona LGTBI que a una heterosexual, del mismo modo que ocurre con las minorías.
Parejas de lesbianas, besos lésbicos, Hércules convertido en gay, la Sirenita en negra, Obi Wan Kenobi en bisexual y otros hitos revisionistas que nada aportan a la sociedad sino confusión con consecuencias «devastadoras» en el negocio, según ha admitido el director ejecutivo de la empresa. El último año ha sido el desmoronamiento ¿final? con casi 1.000 millones de pérdidas. Un dato, tras el «esfuerzo» de la compañía por cumplir con sus objetivos ideológicos, que se ha dado de bruces con la realidad.
Unos números que reflejan el rechazo del público por la orientación caprichosa de la empresa que dice lo siguiente de sus películas clásicas: «Este contenido incluye representaciones negativas o tratamiento inapropiado de personas o culturas. Estos estereotipos eran incorrectos entonces y lo son ahora. En lugar de eliminar este contenido, queremos reconocer su impacto nocivo, aprender y fomentar que se hable sobre él para crear entre todos un futuro más inclusivo. Disney se compromete a crear historias con temas inspiradores y motivadores que reflejen la gran diversidad de la experiencia humana en todo el mundo».
Las «historias con temas inspiradores y motivadores que reflejen la gran diversidad...», y que también reflejan el ocaso, la implosión, más bien, de la antaño todopoderosa compañía que se derrumba ante los ojos indiferentes de los niños de hoy y de los niños de ayer que adoraban y adoran sus viejas historias, plenas de «representaciones negativas» y también de históricos beneficios económicos.
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