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05 de mayo de 2024

La gran belleza

Escena de 'La gran belleza' (2014) de Paolo Sorrentino, un magnífico filme que han visto «muchísimas personas»

El gobierno de Meloni propone recortar las ayudas a las películas que ven «poquísimas personas»

La reacción del sector ha sido furibunda tras la oferta debatible puesta sobre la mesa en tiempos de crisis por el ministro de Cultura italiano, Gennaro Sangiuliano

Como si de un león al que las hienas quisieran robarle su presa, así ha sido la reacción del cine italiano luego de que el ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano, haya dejado caer que sería razonable un recorte concreto en los fondos públicos destinados a películas que «son vistas por poquísimas personas».
No parece el caso de los grandes mecenas de la historia, que financiaban sin reparar en gastos las obras de sus artistas favoritos, con su capital privado. La financiación pública del arte es fundamental y nunca debería recortarse mayoritariamente, pero sí que hay que atender a otras cuestiones sociales en tiempos de crisis y necesidad que pueden significar menos aportación para otras, independientemente de su recuperación posterior.
Se deben repartir razonablemente los recursos cuando son limitados, para no caer en parcialidades, o incluso en atropellos, como el que sugería el ínclito cineasta Eduardo Casanova, famoso peticionario público de dinero del Estado español y también famoso director de películas que ve «poquísima gente», usando las palabras del ministro italiano.
Ha de existir sentido común en el reparto del dinero de todos, y a eso se ha referido Sangiuliano: «He sido crucificado en los periódicos por una casta muy rica solo porque he osado decir que hay sospechas que te hacen reflexionar, películas que reciben millones en ayudas públicas y son vistas por poquísimas personas».
El periódico Domani filtró una carta en la que el ministro de Cultura proponía al de Economía, Giancarlo Giorgetti, un recorte de 100 millones de euros en el Fondo para el Desarrollo de Inversiones del Cine y el Sector Audiovisual. Lo hacía, explicaba, para contribuir a los «esfuerzos» económicos para la redacción de los Presupuestos Generales de 2024.
Sangiuliano ha lamentado las críticas solo por tocar «un santuario de poder» y señaló que los fondos para los incentivos fiscales al cine han pasado de los 400 millones de 2019 a los 800 millones en 2022 (el aumento responde al frenazo registrado en el bienio de la pandemia).
«Es una cifra enorme con la que se podrían hacer muchas cosas. Llevaremos a cabo un pequeño recorte pero queremos incidir en el mecanismo de inversión y hacerlo más eficiente», sostuvo. La Asociación Nacional de las Industrias Cinematográficas (ANICA), la Asociación de Productores Audiovisuales (APA) y la Asociación de Actores y Actrices (UNITA), entre otras organizaciones, le pidieron por carta «reconsiderar» su decisión y buscar «otras soluciones».
«Los datos demuestra que el sector aumentó su valor y que las inversiones públicas atraen recursos privados, tanto nacionales como internacionales», sostuvieron, destacando que eso se traduce en mayor empleo, especialmente en el menos industrializado sur.
Paolo Sorrentino, autor de La Gran Belleza, también ha criticado esta propuesta: «El ministro no está defendiendo nuestra casa, que también debería ser la suya ya que se considera un hombre de cultura». El director explicó que el sector audiovisual «necesita inversiones a largo plazo» por lo que la inestabilidad o en contextos poco claros, sin el sistema de subvenciones públicas, «las producciones podrían marcharse a otros sitios».
También la oposición al gobierno de Meloni, el Partido Demócrata, ha dicho que «no existen precedentes de que un ministro de Cultura invite a un colega a recortar los fondos del cine». Una afirmación que suena precisamente a la frase expresada por Sangiuliano de «tocar un santuario de poder».
El mismo «santuario de poder» que existe en España, que suele llamar casi a la revolución a la menor palabra que se refiere a sus intocables subvenciones de más de 100 millones de euros del dinero de todos, frente a los, por ejemplo, sangrantes 65.000 euros que se destinan a la tauromaquia, un sector rentable, teniendo en cuenta que el cine no lo es.
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