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29 de abril de 2024

Un momento de la película 'Barbie'

Una escena de BarbieGTRES

¿Por qué nos equivocamos con 'Barbie'?

Es posible que incluso su directora, ni siquiera nominada al Oscar, también confundiera el camino por el que debía transitar la obra que en ningún caso acabó siendo lo que parecía (para bien)

Barbie, la película, con toda su modernidad y su actualidad ha acabado siendo tras la ceremonia de los Oscar como otra de esas películas maltratadas por la Academia del cine estadounidense. Hay muchos ejemplos. Uno, por ejemplo, es Cadena perpetua, de Frank Darabont, con Morgan Freeman y Tim Robbins, candidata a 7 premios y ganador de ninguno. Tim Robbins, el protagonista, no fue nominado, como Margot Robbie. Son películas finalmente censuradas. Castigadas.

Rechazo o incluso desprecio

Al menos Barbie ha ganado en una de sus ocho candidaturas. El color púrpura, de Steven Spielberg, tenía 11 nominaciones y con ellas se quedó. Como los Gangs of New York o El irlandés y Los asesinos de la luna: 10 nominaciones por barba y cero premios. 30 nominaciones y nada de nada para Martin Scorsese. A Lo que queda del día le pasó lo mismo en 1993: ocho candidaturas y ya. Con sus siete se quedaron películas tan conocidas y reconocidas como El padrino III, En el nombre del padre o La delgada línea roja.
Maestro, de Bradley Cooper, otra de las abundantes candidatas este año también se quedó con sus siete nominaciones. ¿Quizá eran exageradas esas candidaturas? En realidad la candidatura múltiple le da al filme una pátina de respetabilidad. Una película multi nominada ya lleva un sello de calidad certificado, que sin embargo no es sinónimo de beneplácito de la Academia. Es más, el reconocimiento, como es el caso, tantas veces puede convertirse después en rechazo, o incluso en desprecio.

Un gesto ideológico

En el caso de Barbie y sus prestigiosas designaciones, el asunto va un poco más allá, pues ni la protagonista ni, casi peor, la directora, Greta Gerwig, anteriormente aclamada por la crítica y por la industria, fue directamente apartada de la posibilidad del reconocimiento. El asunto parece más que nunca una cosa política, un gesto ideológico. No le dieron ningún Oscar a En el nombre del padre porque hablaba del IRA, tema conflictivo y ajeno. En el año de Pulp Fiction y Forrest Gump no había sitio para Cadena perpetua, que recibió una sonora patada, como Barbie.
¿En el año de Oppenheimer no había sitio para Barbie? Pues parece que no. Es curioso que en el Hollywood de lo «woke», del revisionismo o del feminismo, la película que supuestamente mejor representa todo esto haya sido distinguida con matices, pero finalmente rechazada como veredicto final. ¿Será que en realidad Barbie escondía un mensaje más amplio que el de lo «woke», el revisionismo o el feminismo? Puede que sí.

Parodia humana

Hay en lo poliédrico de Barbie una sospecha de verso suelto, pues entre la evidente propaganda feminista radical, se podía ver otro discurso como el yeso entre los ladrillos, uno de sentido común, vaga pero inequívocamente triunfante sobre el totalitarismo femenino. Gerwig encontró de casualidad (o no), en su construcción, la realidad del género humano. Barbie acabó siendo una parodia humana en vez de feminista.
El público (1.500 millones de personas) fue vestido de rosa a ver Barbie por primera vez, pero no lo harían de nuevo una segunda. Esa es la diferencia y esa puede que sea también la diferencia entre ser una de esas películas súper nominadas y súper premiadas, a ser una de esas películas súper nominadas y luego relegadas: no cumplía, ni mucho menos, con los requisitos (y no se habla de calidad) que prometía.
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