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Crónica presentación de libro de Chesterton

Crónica presentación de libro de Chesterton

Crónica presentación de libro de Chesterton

«Chesterton nos hace ver que la realidad es sacramental»

Colección de artículos de Chesterton publicados en 1912, el año del naufragio del Titanic, lo cual sirvió para preguntarse por qué las sufragistas, al tiempo que exigían igualdad con el hombre, estaban a favor de que «las mujeres y los niños» debían ser los primeros en los botes salvavidas

Chesterton era un escritor versátil; no sólo fue autor de ensayos y novelas con una nitidez expresiva y doctrinal, sino que también escribió innúmeros artículos de prensa. Muchos de ellos con tono polemista, con discusión de grandes temas de su tiempo –que sigue siendo nuestro–, aunque atacando argumentos falsos e incongruencias y no tanto personas. Editorial Encuentro viene publicando desde hace varios años colecciones de estos artículos, quizá el filón menos conocido de Chesterton para el público más fiel a este intelectual británico. Con la ayuda de la Fundación Cultural Herrera Oria, la editorial ha organizado un coloquio para presentar el más reciente de estos volúmenes, cuyo título es La superstición del escéptico. En el libro se aprecia el tono de Chesterton en 1912, año que se corresponde a los textos de prensa que aparecen en esta entrega, procedentes del semanario The Illustrated London News. Pero también se ve el modo como entabla debates con coetáneos suyos como George Bernard Shaw o Bertrand Russell.

La portada del libro nos hace imaginar a un Chesterton boxeador, con la contundencia y determinación peleona de un Theodore Roosevelt. Emilio Domínguez, doctor en Filología Inglesa y participante en el coloquio de presentación, ha enseñado los guantes de boxeo de quien no rehúye la discusión contra la necedad, pero también de quien, como era Chesterton, era hombre de salud frágil, a pesar de lo corpulento de su figura. Un hombre que era «un gran observador», frustrado por no poder ser padre y que, ya en 1912, observando vicios y defectos de Alemania, vislumbraba la gran catástrofe de la Primera Guerra Mundial, conflicto en el que su hermano Cecil encontró la muerte.

Miguel Ángel Romero Ramírez, traductor de este volumen, señala que la tarea le ha resultado fascinante

Miguel Ángel Romero Ramírez, traductor de este volumen, señala que la tarea le ha resultado fascinante

Miguel Ángel Romero Ramírez, traductor de este volumen, señala que la tarea le ha resultado fascinante. Anduvo investigando en la British Library, y allí se topó con cajas que contenían el pasaporte de Chesterton, dibujos de niño, diarios, cartas no publicadas. Sus indagaciones le permitieron incluso tocar con sus propias manos el sombrero del autor de Ortodoxia y sus gafas. En su opinión, los debates que sostenía Chesterton muestran cómo la idea de emancipación de la Modernidad acaba conduciendo a «atarse a nuevas idolatrías que nos esclavizan». En su empeño de enarbolar la razón y la libertad, el pensamiento moderno, hostil a «la fe y la autoridad religiosa», lleva a una «esclavitud de la ignorancia». Contra esa ignorancia bregaba Chesterton, que veía en la profusión erudita de algunos académicos una incapacidad para comprender lo más elemental del ser humano y de las raíces culturales, comenzando por aspectos como la vestimenta, el origen de las costumbres o, por ejemplo, responder a la pregunta de «por qué no somos caníbales».

Según Maribel Abradelo, profesora de Literatura e Inglés desde hace más de quince años en la Universidad CEU San Pablo, la lectura de La superstición del escéptico es un modo de conocer a Chesterton

Según Maribel Abradelo, profesora de Literatura e Inglés desde hace más de quince años en la Universidad CEU San Pablo, la lectura de La superstición del escéptico es un modo de conocer a Chesterton

Romero indica que, según Chesterton, la mentalidad puritana y moderna acarrea «más oscuridad y tristeza». En sus discusiones, el autor de La esfera y la cruz, mediante una mirada periodística, propugnaba un humanismo repleto de agudeza y de claridad que «detectaba contradicciones», sin apabullar con citas de academismo recargado. Como dice Romero, la «inteligencia prodigiosa» de Chesterton, unida a «su ligereza, campechanía, carácter bonachón», propia de alguien que se expresa «sin tapujos», lo convertía en alguien «cautivador».

Según Maribel Abradelo, profesora de Literatura e Inglés desde hace más de quince años en la Universidad CEU San Pablo, la lectura de La superstición del escéptico es un modo de conocer a Chesterton, un hombre «de firmes convicciones», que propugnaba la familia como elemento esencial de la crianza moral de los niños, y capaz de establecer conexiones entre diferentes lecturas y autores. Abradelo presta atención especial a un artículo de Chesterton a propósito del hundimiento del Titanic, acaecido precisamente en 1912. El intelectual inglés se refiere a cómo las sufragistas estaban a favor de «las mujeres y los niños, primero» a la hora de ocupar los botes salvavidas. Lo cual, según Chesterton, constituía una contradicción con la pretendida búsqueda de la igualdad de aquellas activistas. Abradelo interpreta la posición de las sufragistas como «ridícula». A la vez, indica que este artículo de Chesterton describe los «síntomas de decadencia del Imperio Británico, el hundimiento de valores que él defendía».

Pablo Gutiérrez, editor junto con la profesora Abradelo de la serie de artículos de Chesterton, dice: «está claro que hoy Chesterton iría a la contra en muchos temas, porque había algo constitutivo en él, que era la necesidad de interrogarse siempre que veía un acuerdo demasiado artificial, un consenso excesivo, asfixiante». «Es lo que le llevó a generar simpatía por el cristianismo», añade Gutiérrez, en referencia a su retorno a la fe cristiana, primero, y luego su conversión al catolicismo, que se terminó de producir al cabo de diez años, en 1922. Prosigue Gutiérrez: «Chesterton tenía una gran pasión por la verdad: y, en cuanto veía que había un acorralamiento de la verdad, de modo instintivo se ponía al lado de la verdad». De modo que «seguro que hoy hubiera estado a la contra de muchas cosas».

La actualidad de Chesterton no sólo estriba en la persistencia o perspectiva profética que nos sigue interpelando. Dice Gutiérrez que «Chesterton nos aporta una mirada sobre la realidad, mediante la cual nos hace ver que la realidad es sacramental». Explica: «con esto me refiero a que lo material siempre revela algo más grande que lo propio material». Continúa: «Chesterton lo llamaba misticismo, pero en el fondo lo que quiere decir es que, si miramos ríos, montañas, la estructura atómica o los agujeros negros, hay algo que sobrepasa la materia; lo lógico es que un cristiano diga que es Dios, el Creador». «Chesterton lo expresaría diciendo que no hay leyes universales, sino que hay una voluntad buena detrás del universo», asevera Gutiérrez. Y agrega: «esa es una gran cosa que Chesterton nos daría, lo cual a su vez alimentaría su sorpresa por lo real, pues él siempre diría que incluso un pollo, un conejo es algo misterioso, porque se nos escapa su realidad, los porqués». «Para el mundo de hoy, que es escéptico y funcionalista, un mundo en el que basta con que las cosas funcionen, Chesterton lanza interrogantes y busca un más allá y busca esos porqués; y les da, además, una respuesta poética, bonita y creativa», concluye Gutiérrez.

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