Lucien Carr, Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William Burroughs, los primeros beatnicks
¿De dónde viene el término «beatnik»?: la revolución cultural que hoy sería imposible
Los años 50 del siglo XX vivieron una explosión cultural con la irrupción en EE. UU. de la Generación Beat, cuya influencia se sigue notando aún hoy
La moda de los hípsters en España, afortunadamente ya en claro momento de retirada de aguas, confirma esa manida máxima de que la humanidad está condenada a que la historia se repita como parodia.
Y es que, el movimiento hípster, es una imitación (como todo en estos tiempos de posmodernismo líquido) vacía de contenido del movimiento cultural beat.
La Guerra de Vietnam, el estallido del rock, las drogas de diseño y las pocas ganas de trabajar llevaron al movimiento beat a evolucionar hacia el movimiento hippie, interrumpido bruscamente con los asesinatos de la familia Manson el 9 de agosto de 1969.
Las manifestaciones juveniles del París de mayo del 68 bebieron mucho de las ideas difundidas por los beatniks estadounidenses, y su imaginario perdura hoy entre el progresismo aburguesado de la Francia de Macron entre los integrantes de esa tribu urbana que los franceses denominan despectivamente Bo-bo (‘bourgeois bohème’, es decir, burgueses bohemios).
¿Quiénes eran los beatniks?
Pero ¿quiénes eran los betaniks? La denominación debe su paternidad al periodista estadounidense Herb Caen, Premio Pulitzer y pope del periodismo californiano que en una columna de abril de 1958 se sacó el término de la chistera (o del sombrero de mafioso italoamericano con el que le gustaba pasearse) para ridiculizar a esa nueva generación de escritores y artistas que había surgido tras la irrupción de la Generación Beat.
La Generación Beat nace en la segunda mitad de la década de los 50. El pistoletazo de salida lo da el escritor Allen Ginsberg con su poemario Aullido en 1956. Le siguió Jack Kerouac (el nombre más conocido de la generación) en 1957 con la novela En la carretera (una de las novelas centrales de la literatura norteamericana del siglo XX), y William Burroughs en 1959 con El almuerzo desnudo.
Esas tres novelas constituyen el núcleo central de la literatura Beat y sus escritores son sus autores más representativos. El término Beat, que procede de la palabra «golpe» en inglés, hace referencia al ritmo propio del jazz, género musical con el que se identificaban los escritores de la Generación Beat, especialmente el bebop.
Al momento, beat se identificó con lo contracultural, con lo contestatario, con lo rebelde y con lo inconformista.
En plena Guerra Fría, el movimiento trascendió a lo cultural y el establishment estadounidense lo vio como un peligroso caballo de troya del bolchevismo la cuna de la democracia.
De ahí la campaña mediática en contra tan bestia que el movimiento debió afrontar desde su inicio. De hecho, el término «beatnik» acuñado por Caen no era otra cosa que un juego de palabras en el que se combinaban la palabra «beat» con la palabra «Sputnik».
El movimiento cultural Beat respondió a unas circunstancias culturales e históricas muy concretas que son imposibles de replicar. Abrieron la cultura del contexto estadounidense y occidental a un nuevo abanico de caminos por donde discurrir después de que todos los pilares en los que se sostenía el edificio cultural de Occidente, construidos durante siglos, quedaran dinamitados por el trauma de la Segunda Guerra Mundial.
Tras la Conferencia de Potsdam se cierra el ciclo de las guerras mundiales y el mundo se abrió a un nuevo escenario donde el miedo a la guerra nuclear, el choque de bloques y la rivalidad ideológica de medio mundo contra el otro medio constituyeron el caldo de cultivo adecuado para el surgimiento de movimientos contestatarios e inconformistas.
Los beatniks fueron hijos de todo ello y, por eso, hoy resulta imposible que surja un movimiento similar, y sus seguidores actuales deberán conformarse con imitaciones que no son más que subproductos de la cultura del consumismo, que es la que de verdad rige en la sociedad posmoderna.