Pelea entre Manzanares y Soro en mayo de 1985
Cuando los diestros pasan a los puños: una historia de peleas entre toreros
El pique entre Morante y Roca Rey de la semana pasada hace rememorar incidentes más graves en los que los maestros llegaron a las manos
Enfrentamiento entre Morante y Roca Rey en una tarde con triple Puerta Grande: «Maestro, fúmate un purito»
«Maestro, fúmate un purito despacito», le respondió Roca Rey a Morante en el Puerto cuando el sevillano le recriminó un lance de la faena, un quite fuera de turno en el cuarto toro. La velada en Cádiz, en la que también lidió Daniel Crespo, acabó felizmente con los tres maestros a hombros.
A lo largo de su historia, el arte de la tauromaquia se ha caracterizado por las pugnas entre los maestros. Al preguntarle este periódico por las rivalidades más famosas, Andrés Amorós se decanta por la que mantuvieron Antonio Ordóñez y Luis Miguel Dominguín.
Amorós recalca que sus duelos eran «casi shakespearianos, porque eran cuñados. Fue la rivalidad más grande, pero guardando las formas». El catedrático cuenta la historia de una corrida muy famosa en Málaga, de la que Ernest Hemingway dejó huellas de su testimonio en artículos en la revista Life, que después se compilaron en su libro El verano peligroso.
No obstante, el crítico más importante de la época, Gregorio Corrochano, publicó, según cuenta Amorós, Cuando suena el clarín, un artículo sobre el mano a mano entre Ordóñez y Dominguín en el que «ponía verde a Hemingway desde el punto de vista taurino».
Llegar a las manos, también fuera del ruedo
Aquella fue la rivalidad más grande de la lidia, pero Amorós recuerda, como anécdota, que cuando surgían dos grandes figuras en una ciudad, la urbe se dividía entre los dos matadores. Y pone como ejemplo a Alicante, en la época de el Tino y Pacorro. «Las vendedoras del mercado llegaban a pegarse por estar en uno u otro bando», cuenta el experto.
Ordóñez y Dominguín guardaron las formas dentro de su histórica rivalidad, pero hubo otros que no. El primero de mayo de 1965, en Aranjuez, Paco Camino y el Cordobés llegaron a las manos tras una andanada de insultos. Cuenta el diario ABC que aquella tarde se previa tormenta en el cielo y en el ruedo.
La crónica de ABC de aquel entonces cuenta que «los presagios de los hombres del tiempo pasan al planeta taurino. En este ambiente eléctrico empieza su faena de muleta el Cordobés, que para colmo no agrada al respetable, pues el toro que parecía bueno no le da la razón a los pronósticos y va para abajo. Mata El Cordobés. Bronca».
«Al retirarse al callejón le dice ciertas palabras a Paco Camino. Los que estaban cerca aseguran que le increpó con dureza. De las palabras a los hechos, en primavera, cuando no se dominan los nervios, no hay más que un paso. Puñetazos, intervención de los allegados y de la fuerza pública», destaca el texto.
No fueron los últimos Camino y el Cordobés. Otra de las escenas más famosas de pelea entre maestros la protagonizaron, 20 años después, Soro y Manzanares en Valencia. Fue el 12 de mayo de 1985. El segundo ejecutó un quite al toro del primero. Y eso desencadenó una riña que desembocó en una pelea.
Las imágenes son claras. Ambos comienzan a empujarse antes de enzarzarse con las manos. Los intentan separar, pero vuelven. La escena finaliza con ambos en una punta opuesta del plano.
Tampoco llegaron Morante y Roca Rey a las manos, como no lo hicieron Ordóñez y Dominguín, 40 años después del incidente de Manzanares con Soro.
Parece cosa del destino que las grandes figuras del toreo, el fragor de sus batallas, sufran fricciones. El arte tiene aristas que a veces se rozan y saltan chispas que no queman, sino que forman parte de la leyenda de la lidia.