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Gabriel Ruiz Cabrero

Gabriel Ruiz CabreroCedida

Entrevista a Gabriel Ruiz Cabrero, arquitecto más antiguo del Equipo de Conservación y Mantenimiento de la mezquita-catedral de Córdoba

«Lo que más me impresionó cuando fui a ver los efectos del fuego fue ver los arcos ennegrecidos por el humo»

El experto cuenta a El Debate la crónica de lo sucedido en el monumento el pasado viernes y las soluciones que se plantean

El viernes 8 de agosto se declaró un incendio en la mezquita-catedral de Córdoba. Pocas horas después, el fuego estaba extinguido, pero el mundo seguía conteniendo la respiración por los daños que este edificio, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1984, podía haber sufrido.

Las llamas pudieron provocar una desgracia, pero, afortunadamente, no fue así. Cualquier incendio es una tragedia y duele a todos, en este caso, los que han contemplado la belleza del monumento, sabían lo que se podía perder. La rápida actuación de los bomberos y de los obreros de la mezquita-catedral evitó un desastre mayor.

En conversación con El Debate, Gabriel Ruiz Cabrera, arquitecto más antiguo del Equipo de Conservación y Mantenimiento de la mezquita-catedral de Córdoba, ofrece una crónica de lo acontecido aquel fatídico día.

–¿Qué pasó aquel viernes?

–Realmente, dependemos de que la Policía Científica, que lo está estudiando, diga lo que ocurrió a su juicio con respecto al origen. Es una cosa todavía incierta, parece ser que ha sido una máquina limpiadora, con una batería potentísima de 450 kilos, que se incendia espontáneamente, como ocurre con estas máquinas. Parece que es eso, pero no lo sabremos hasta que la Policía Científica no lo confirme.

Entonces, lo que ocurre es que sobre las 20:30h se detecta un fuego. La fortuna es que la catedral tiene un protocolo muy eficaz, porque lo revisamos continuamente, establecido con los bomberos, que saben muy bien el recorrido que tienen que hacer, y, en caso de incendio, reciben información desde el origen y de cuál es la toma de agua más cercana.

El incendio era violento y no lo consiguieron controlar rápidamente hasta que, y esto fue muy importante, llegaron los obreros del Cabildo, la Obrería, que son empleados fijos del Cabildo y que son con los que hacemos todas las obras de restauración y conservación. Es gente que se conoce muy bien el edificio, y, sin que nadie les llamara, acudieron desde distintos puntos de Córdoba muy rápidamente.

Su labor fue fundamental, porque los bomberos son muy rápidos y muy profesionales, pero los que conocen bien el edificio y por dónde hay que caminar y dónde se puede uno apoyar y dónde hay que abrir una cubierta para meter el agua. Rápidamente se pusieron a la faena y aunque el fuego era muy virulento consiguieron detenerlo sobre la medianoche. Se apagó el fuego, quedó allí un retén de bomberos y de albañiles de la catedral para que cuando de repente surgía un poco de humo en algún sitio, y no se sabía si estaba rebrotando el fuego, aplicar agua. Y la cosa quedó controlada.

–A falta de confirmación oficial, ¿cuál cree que ha sido el origen del fuego?

–El fuego se produjo en el vestíbulo de una puerta que el Cabildo había tapado con una tela, que fue la responsable de la extensión del incendio, porque en este sitio había sillas y no se han quemado, se han ahumado, lo que se quemó fue la cortina y así se condujo el fuego hacia la cubierta. El fuego llegó a unas cubiertas que en esta época del año están a 40º y que es todo de madera, y así ardieron rapidísimamente.

Y en este espacio, el vestíbulo donde nunca ha habido nada, por arriba se transmitió a las cubiertas más próximas. No por abajo, por arriba, y afectó a cuatro cubiertas de cuatro capillas distintas. Y con un comportamiento diferente, porque había dos que tenían un techo de madera, unos artesonados que parcialmente se cayeron al suelo, y con ellos la cubierta de madera. En cambio, en las dos capillas que tenían una bóveda de piedra lo que ocurrió es que la madera quemada de la cubierta se desprendió sobre la ella y se quedó ahí.

La fortuna inmensa ha sido que el fuego, tanto hacia el sur, donde se encontró con el muro de la capilla del Espíritu Santo, una joya renacentista, como hacia el norte, donde está la capilla del baptisterio de la catedral, donde hay un fresco muy interesante, esas capillas, por arriba, se nota que ha llegado, están ennegrecidas, pero no entró en ellas. En la capilla del Espíritu Santo estaba empezando a entrar, pero un obrero de la catedral, que es un tipo estupendo, consiguió abrir un butrón en la cubierta e introducir agua por ahí, y pararlo antes de que la cubierta se prendiera.

–Una vez apagadas las llamas, ¿cómo fue entrar al día siguiente?

–También hubo la suerte de que el fuego no se trasladara a las naves contiguas, porque donde se ha producido es lo que nosotros llamamos la nave 1, la que corre a lo largo de toda la fachada oriental; la 2 es la que viene a continuación y así sucesivamente. La 2, la 3 y en menor medida la 4 están negras, no por el fuego, que no les ha llegado, sino por el humo que ha salido por allí.

Y a mí por ejemplo fue lo que más me impresionó cuando fui a ver los efectos del fuego fue ver que estas naves, que son de yeso blanco, magníficas, estaban negras, y eso te producía una impresión terrible. Pero fue por el humo, no por el fuego.

Consiguieron detener el fuego y a la mañana siguiente, inmediatamente, comenzaron a limpiar, porque el suelo de la catedral estaba sucísimo, no solamente de restos de elementos que habían caído, sino del agua que usaron los bomberos. Y ahí se portó fenomenal el equipo de restauradoras, especialistas en restauración, que se pusieron a fregar y barrer los suelos y por la mañana del sábado estaba todo mucho más saneado. Pero fue espantoso de ver.

Lo bueno es que ningún bien de importancia se ha visto afectado por el fuego, esa es la primera cuestión, excepto una de las columnas que sostiene la primera arquería, que sí le ha afectado y dañado. Se le han saltado pedazos. La cuestión es que una vez apagado el fuego, inmediatamente ha venido aquí gente de la Junta de Andalucía, de la Delegación de Cultura, del ayuntamiento… y han estado todos absolutamente dispuestos con todo lo que les hemos pedido, que ha sido básicamente rapidez en autorizarnos los pasos que tenemos que dar ahora.

–¿Y cuáles son los pasos ahora?

–La situación en la que estamos ahora es que nosotros ya el domingo establecimos un sistema de apeo de esta columna, porque nos daba miedo que la pérdida de masa pudiera ser peligrosa. No ha habido ninguna grieta en los arcos que soporta esa columna, es decir, no hay signos de que la pérdida de masa haya puesto en peligro la estabilidad de los arcos, porque no hay ni una sola grieta.

Aun así, nosotros, por miedo a que haya alguna alteración de la composición química y mecánica de las columnas, las tenemos que apear. Hicimos un primer apeo provisional, que nos dejó tranquilos de que aquello no se iba a mover, pero tenemos que hacer un apeo más útil para la actuación que tengamos que hacer con esa columna.

El siguiente paso fue el domingo, que elaboramos una solicitud de permiso para obras de emergencia. El lunes mismo nos dieron la autorización. Ha habido que hacer varias cosas inmediatamente, una de ellas el apeo. La columna debe de estar apeada con carácter definitivo, para que podamos emprender la restauración.

Las otras cuestiones que nos ha autorizado el Cabildo a hacer son la limpieza de los restos del vestíbulo de la puerta de San Nicolás porque allí tiene que entrar la Policía Científica para analizar los elementos que hay y confirmar el origen del fuego. Pero nos dijeron que no podían entrar a retirar estos restos que tienen que analizar mientras hubiera arriba restos de la cubierta que pudieran desprenderse sobre ellos.

Lo primero que se ha hecho es montar una estructura metálica provisional, de vigas y tableros de madera clavadas, con lo que tenemos ahora una superficie desde la que se pueden retirar las cubiertas.

Otra cosa interesante que ha ocurrido es que las cubiertas que se han quemado las habíamos restaurado nosotros entre el 2015 y el 2018. Y la normativa ahora te exige que la sección de las vigas de madera no sea solo la estrictamente necesaria por el cálculo, sino que esté sobrada para que, en caso de incendio, la madera tenga un tiempo mientras se quema que permita a los bomberos llegar. Y ocurre que cuando se quema una viga así se produce una capa de madera quemada que protege a la madera de dentro, porque esa capa ya no se quema, y gracias a eso de las estructuras de arriba se han caído muy pocas. Lo que más se ha caído es la tablazón que se coloca sobre las vigas para sobre ella ubicar la teja. Son de tres centímetros y se ha quemado como si fuera papel, pero la mayoría de la vigas no se ha caído. Aun así, hay riesgo de que se caigan.

Así, el hecho de poner estas maderas sobradas ha permitido que no se cayeran inmediatamente las estructuras y que llegaran los bomberos, como era su misión.

Por otro lado, están afectadas y hay que quitarlas con mucho cuidado, los obreros tienen que ir atados, cumplir unas normas de seguridad muy estrictas… Y con la estructura metálica que hemos montado los obreros ya han retirado estos restos de las cubiertas.

El paso siguiente es que la Policía Científica puede entrar en el espacio del vestíbulo de San Nicolás y analizar los restos del incendio en el lugar donde empezó. Y de las otras capillas nosotros vamos retirando los restos para poder intervenir. La siguiente operación es montar unos andamios y estudiar la condición en que han quedado tanto los retablos como las paredes de estas capillas. Desde abajo se ven ahumadas, algunas parece que están quemadas; en realidad casi nada, pero hay que asegurarse.

En estos momentos, con la autorización de la Delegación de Cultura, de la Consejería de Cultura, hemos limpiado el sitio y estamos en condiciones de empezar a colocar andamios para analizar lo que hay que hacer, porque cuando hayamos hecho estos análisis estaremos en condiciones de hacer un proyecto de restauración. Y lo tendremos que someter a la aprobación del Cabildo y de la Consejería.

También se pidió permiso para limpiar los arcos de las arquerías 2 y 3, que están ennegrecidos. Y nos han autorizado a ello. Va a ser lento, porque la superficie afectada es muy grande, pero no hay ningún peligro, lo que pasa es que se ha depositado el humo encima del yeso. Parece que lo vamos a poder hacer con rayo láser desde abajo, no van a hacer falta andamios.

No obstante, sí que habrá que hacer un proyecto de restauración de todo eso, es decir, colocar unos andamios, confirmar que está todo bien, que no hay riesgo de desprendimiento de los yesos… Y eso se podrá hacer cuando tengamos los datos de la retirada de restos.

Entre las cosas que se han caído hay elementos que van a suministrar información. Como una esquina de un retablo que pueda haber caído al suelo, algún revestimiento de yeso, de mortero de cal… Incluso por la zona de la columna afectada, pedazos de mármol… Que nos suministrarán información.

De todo este material tenemos que obtener muchos datos que nos permitan hacer el proyecto. Lo estamos empezando a elaborar, porque la mayor parte de los datos ya los tenemos (superficie, por ejemplo). El tema es que a nosotros, este fuego, que ha sido una catástrofe y podía haber sido peor, nos va a dar una información muy interesante, sobre todo desde el punto de vista de control del fuego.

El Cabildo tiene muy claro desde hace mucho tiempo que el gran peligro de la mezquita-catedral es el fuego. Ha habido fuegos siempre, pero este ha sido el más grave. Pero nosotros hemos sabido que hay otras maneras, que desconocíamos, de proteger el edificio del fuego. Por ejemplo, las cubiertas de madera, antes de poner la teja, le damos una mano de muy poco espesor de yeso para evitar que el barro que recoge las tejas perjudique a la madera, y nos hemos dado cuenta de que sería una buena idea darle este «ensabanao» por dentro, que ayudaría a frenar el avance del fuego.

También hemos aprendido que una dificultad que se encontraron al apagar el fuego fue que como las cubiertas están bien hechas, romper por arriba para que los bomberos pudieran introducir las mangueras fue porque los obreros que conocen el edificio encontraron el sitio por donde romper y meter las mangueras. Y hemos aprendido que tenemos que dejar unas partes más fáciles de romper en lugares pequeños y los tendremos señalado en planos para facilitar la extinción de fuegos.

–Aunque les falta recopilar datos para iniciar la restauración, ¿tienen una idea de lo que van a hacer?

–Entre los trabajos que nos han autorizado a hacer, uno muy importante es unas cubiertas de chapa metálica provisionales, porque en esas cuatro naves que han perdido la cubierta, si cayera un chaparrón se inundaría. Y nos van a ayudar a hacer la restauración. Y está prácticamente terminado.

Sabemos muy bien la mayor parte del trabajo que tenemos que hacer ahora. Tenemos guardados los planos de la reforma de las cubiertas. Sabemos muy bien cómo limpiar los muros, levantar un plano de los distintos tipos de afecciones de los muros. El grueso del proyecto lo tenemos perfectamente documentado, las informaciones que necesitamos son muy puntuales.

Vamos a aprovechar para conocer la naturaleza de algunos restos. No obstante, lo que sí es más importante, y vamos a ir con mucha precisión, porque hay problema conceptual, es con la columna. Tenemos que estudiar el grado de afección que tiene, aunque estamos casi seguros de que esta columna podría seguir en su sitio tal y como está. Hemos calculado que carga 18 toneladas. A la que había le sobraban dos tercios de la superficie que tiene, es decir, si se hubieran dañado dos tercios todavía aguantaría ese peso, y se ha dañado mucho menos.

Y es muy probable que bastase con hacer una restauración que consistiría en que pegar con unas resinas especiales el mármol que se ha desprendido, pero el mármol repuesto no contribuiría a soportar el peso, porque no sería estructural.

Seguramente con eso bastaría, pero no nos podemos conformar y hay que estudiarlo con calma. Porque, si llegáramos a la conclusión firme de que tal y como está la columna podría seguir aguantando, haríamos la restauración superficial. Si no estamos completamente convencidos habría que cambiar la columna por otra de las mismas características. Y ya lo hemos hecho antes.

Aquí intervienen arqueólogos, historiadores… Y es un debate típico de la restauración. En colaboración, llegaríamos a una conclusión y se la propondríamos al Cabildo, que daría su aprobación o no, a la Junta de Andalucía…

Lo más inmediato, lo urgente, ya está controlado. No hay riesgo ni para las personas ni para el edificio. Eso está absolutamente controlado, ya se puede empezar a trabajar en preparar la reparación. Tenemos que hacer el proyecto, que lleva un tiempo y unos trámites. En este caso, tanto la Junta como el ayuntamiento han sido rapidísimos. Cuando les solicitamos permisos suelen ser muy lentos porque se toman muchas precauciones, aquí han contestado en 12 horas por cuestión de urgencia.

No hay ningún riesgo, está todo controlado, estamos empezando a hacer el proyecto.

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