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Víctimas soviéticas de la masacre de Katyn.

Víctimas polacas de la masacre de Katyn, en Polonia, ejecutada por el Ejército RojoMEDIA COMMONS

Los crímenes por los que el socialismo y el comunismo deberían pedir perdón

El ministro Urtasun se negó a pedir perdón hace unos días en el Congreso por los millones de muertos causados por la ideología comunista en todo el mundo

María Teresa Ferragut era una madre anciana de 83 años que en el verano de 1936 acogió a sus cuatro hijas religiosas en su casa de Algemesí, Valencia. Meses después, en octubre, los milicianos comunistas asaltaron la residencia y detuvieron a la madre y a las hijas. Todas fueron fusiladas.

Al sacerdote italiano Tiso Galleti lo acribillaron a tiros la tarde del 18 de mayo de 1945. Sus asesinos fueron partisanos comunistas que, pese a que la Segunda Guerra Mundial ya había terminado y el régimen de Mussolini no era más que escombros, se negaron a abandonar las armas porque su objetivo último aún no lo habían logrado: instaurar en Italia un régimen comunista bajo tutela de la Unión Soviética.

Temporalmente lograron su objetivo en la región de Emilia-Romaña, donde el Partido Comunista logró imponer un régimen totalitario durante un tiempo antes de que el Estado italiano lograra recuperar el control.

Entre 1944 y 1946 murieron en Italia cerca de 130 sacerdotes a manos de comunistas. En el caso de Don Tiso, sus asesinos lo acusaron de ser un espía fascista. La realidad es que lo mataron por odio a la fe y a la Iglesia.

El salesiano Titus Zeman murió en 1969 tras una larga temporada en una cárcel eslovaca durante la dictadura comunista. Fue detenido y encarcelado en 1951 por ser sacerdote y en su prisión fue sometido a torturas, hambre y trabajos forzados en una trituradora manual de uranio, hasta causarle la muerte. Fue reconocido mártir y beatificado durante el pontificado del Papa Francisco.

Al cardenal József Mindszenty fue arrestado el 26 de diciembre de 1948 por el recién instaurado régimen comunista húngaro. Fue acusado de traición y conspiración y, tras ser sometido a torturas, fue obligado a confesar toda clase de delitos, entre otros, haber robado las joyas de la corona húngara.

Estas son solo algunas historias de crímenes del comunismo en el siglo XX, en este caso, fruto del odio a la fe.

En el caso de España, los expertos calculan que las milicias comunistas, socialistas y anarquistas asesinaron, durante la Segunda República y la Guerra Civil a alrededor de 10.000 personas por ser católicos (laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas). De ellos, la Iglesia ya ha reconocido a 2.053 mártires, pero la cifra sigue subiendo, ya que aún hay muchos procesos en curso.

Los crímenes del comunismo y del socialismo a lo largo del siglo XX y XXI son interminables. Tanto que ya se puede afirmar que la ideología comunista-socialista ha causado la mayor cifra de asesinatos políticos de la historia.

Están los crímenes de la revolución bolchevique, la persecución religiosa en España durante la Segunda República y la Guerra Civil, los gulag rusos y las purgas y persecuciones estalinistas, la revolución cultural de Mao en China, los jemeres rojos en Camboya, los regímenes comunistas de la Europa oriental en la órbita de la Unión Soviética (con especial mención a los crímenes de la Stasi en la Alemania Oriental), las revoluciones comunistas en África y Sudamérica, la revolución cubana, la revolución sandinista, Corea del Norte, Vietnam y los crímenes de regímenes modernos como la Venezuela chavista o la Nicaragua de Ortega.

En total, se calcula que el comunismo asesinó a lo largo de su historia a cerca de 88 millones de personas (según datos del Nobel de Literatura Aleksandr Solzhenitsyn recogidos en su libro Archipiélago Gulag, donde describe hasta el mínimo detalle de la maquinaria de represión de la Rusia comunista, de la que fue víctima).

La Unión Europea, en su Propuesta de Resolución para el reconocimiento de las víctimas del comunismo de 2023, habla de 100 millones de víctimas del comunismo.

El comunismo fue copartícipe del estallido de la Segunda Guerra Mundial en virtud del Pacto Ribbentrop-Molotov de Moscú de 1939. En virtud de dicho pacto, Hitler y Stalin se repartieron Polonia y Europa oriental, el líder soviético cedió el paso al alemán para que invadiera en primer lugar su pedazo de Polonia y poco después fueron las divisiones soviéticas las que invadieron su parte del país.

Así lo señala Sean McMeekin en su libro La Guerra de Stalin, donde explica cómo el dictador soviético diseñó junto con Hitler el sometimiento totalitario de Europa y cómo la Unión Soviética inició la invasión y ocupación de países soberanos de Europa del este antes que Hitler con la invasión de los países bálticos y Finlandia.

En el contexto de la invasión soviética de Polonia, agentes de la NKVD (servicios secretos soviéticos) asesinaron a cerca de 22.000 oficiales y miembros relevantes de la oposición democrática polaca que se oponían a la invasión soviética. Las fosas comunes de Katyn quedaron para la historia como uno de los mayores asesinatos en masa de la historia, y uno de los crímenes más atroces del comunismo.

En el Madrid del Terror Rojo de la Guerra Civil, las milicias izquierdistas asesinaron a cerca de 12.000 personas en las sacas de las cárceles y checas fusiladas en Paracuellos del Jarama, uno de los episodios más sangrientos de la historia del comunismo en España.

Según El libro negro del comunismo, del investigador Stéphane Courtois, da la cifra de 20 millones de muertos víctimas de la represión comunista en la Unión Soviética. 60 millones de muertos durante el período de Mao en la China comunista (45 millones durante la Revolución Cultural), dos millones de muertos en el régimen de los Jemeres Rojos en Camboya…

Y a ello habría que sumar las decenas de miles de muertos en los regímenes comunistas de Europa Oriental, las decenas de miles de muertos en los regímenes comunistas latinoamericanos y los ya mencionados en la retaguardia republicana en la Guerra Civil española.

Ahora cabe preguntarse si el ministro de Cultura del gobierno español, Ernest Urtasun –tan partidario de pedir perdón por la conquista de América sucedida hace 500 años– no debería plantearse pedir perdón por los crímenes cometidos en nombre de la ideología que ostenta él y su partido, tal y como le reclamó el miércoles la diputada del PP, Cayetana Álvarez de Toledo.

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