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Palacio Real de Madrid desde la Plaza de Oriente

Palacio Real de Madrid desde la Plaza de OrienteEuropa Press

Así era la ciudad imperial diseñada por Sacchetti para Madrid que nunca se construyó

Giovanni Battista Sacchetti planificó una gran ciudad imperial que, salvo el Palacio Real, nunca llegó a construirse

El Palacio Real de Madrid es, probablemente –y junto con la Puerta de Alcalá– el monumento más representativo y emblemático de Madrid.

La residencia oficial de los Reyes de España ostenta, además, el récord de ser, 135.000 metros cuadrados, la residencia del jefe de Estado en uso más grande de Europa, y una de las más grandes del mundo.

Se sitúa en el lugar con más historia de Madrid, justo en el solar que en su día ocupó el Alcázar de los Austria, resultado de la ampliación del viejo castillo palaciego de los Trastámara construido en tiempos de Enrique III.

La existencia de ese viejo palacio medieval es la prueba de que la decisión de Felipe III de instalar la corte en la villa de Madrid no era tan rara ni excéntrica: Madrid era ya desde la Edad Media un lugar con fuerte presencia de la corona, no un mero poblacho manchego, como se ha dicho.

Ese castillo-palacio, a su vez, se alzaba sobre una fortaleza árabe anterior que formaba parte de la red defensiva de la taifa de Toledo.

En definitiva, pocos lugares como el actual Palacio Real de los Borbones reúne en tan poco espacio más historia de España y de su monarquía. En ese lugar coinciden gran parte de los elementos que dieron carácter a la identidad nacional de España: la reconquista, la casa de los Trastámara, la casa de Austria y la actual casa Borbón.

El origen del actual edificio del Palacio tiene lugar en el incendio de la Nochebuena de 1734. El siniestro es catastrófico, supuso la pérdida de obras de arte de incalculable valor y arrasó con la residencia real.

Sin embargo, no hay mal que por bien no venga y Felipe V, criado en Francia en medio de la pompa versallesca y que nunca se adaptó al tosco y frío alcázar madrileño, vio la oportunidad de construir un palacio nuevo que representara el poderío y la legitimidad de la nueva dinastía reinante.

Encarga el proyecto del nuevo palacio a un arquitecto de su confianza, el italiano Filippo Juvarra. Tras echar un primer vistazo a las ruinas del alcázar, el flamante arquitecto rechazó la ubicación.

Sus planes para un palacio grandioso, de dimensiones versallescas y que representara el esplendor de la corona española requería un lugar más espacioso, sin los desniveles agresivos de la cornisa sobre el Manzanares y sin las limitaciones que imponía los populosos barrios madrileños.

Elije para su proyecto, un lugar entonces periférico: los altos de San Bernardino, donde hoy se encuentra el parque del Oeste y el barrio de Argüelles.

El proyecto de Filippo Juvarra no se limitaba a un palacio, sino que ideo una verdadera ciudad monárquica o, mejor, dicho, una ciudad imperial que reflejara la universalidad de la Monarquía hispánica y sus amplios dominios a lo largo de todo el globo.

Proyecto del Palacio Real de Madrid diseñado por Juvarra

Proyecto del Palacio Real de Madrid diseñado por JuvarraWikipedia

Patrimonio Nacional describe aquel proyecto como «un gran edificio con fachadas de más de 450 metros de longitud, y ordenado en torno a cuatro grandes patios, dos de honor en el eje central, que incluían la capilla y la biblioteca, y otros dos auxiliares en los laterales. En vertical contaba con planta baja, principal y segunda, coronadas por una balaustrada».

El proyecto incluía, además, un gran teatro, una espectacular capilla real, patios porticados, impresionantes jardines de estilo versallesco, caballerizas reales, acuartelamientos para la guardia del rey…

En 1736, sin embargo, muere Juvarra y su impresionante proyecto fue desechado. Aunque no del todo. A Felipe V había le entusiasmaba el proyecto de Juvarra pero tenía dos pegas importantes. La primera, de tipo financiero. España todavía estaba en proceso de recuperación tras la Guerra de Sucesión y no estaba claro que financieramente pudiera asumir un proyecto tal colosal.

Por otro lado, Felipe V necesitaba consolidad su legitimidad dinástica, por lo que nunca le gustó la idea de situar su palacio fuera del emplazamiento del antiguo Alcázar de los Austria y los Trastámara.

El nuevo arquitecto, Giovanni Battista Sacchetti, discípulo de Juvarra, recibió el proyecto de su maestro como base, pero debía adaptarlo según los criterios que le transmitió el rey. El principal de ellos: el nuevo Palacio debía construirse exactamente en el emplazamiento del alcázar.

Las características del terreno dificultaban la tarea, por lo que Sacchetti ideó una solución ingeniosa: tomó el diseño de fachadas dibujado por Juvarra y cambió la planta de palacio francés por una de palacio a la italiana: es decir, una planta cuadrada con un patio porticado en medio.

Además, le añadió unos falsos torreones para conectarlo con el antiguo alcázar medieval y aumentó la altura, incrementando la sensación de fortaleza propia de los alcázares españoles.

Además, Sacchetti rescató la idea de Juvarra de construir una gran ciudad imperial, y diseñó también toda una serie de edificios alrededor del palacio, como una gran plaza con pórticos, un arco de triunfo, caballerizas, una catedral y un puente que cruzara la calle Segovia. Todo ello decorado con fuentes monumentales, escalinatas y estatuas.

Este fue el proyecto que, bajo la dirección de Battista Sacchetti, comenzó a levantarse en 1738. El edificio se terminó en 1756, durante el reinado de Fernando VI, y sería su sucesor Carlos III, con el que finalizó la adecuación de los interiores bajo la dirección de Francesco Sabatini y Ventura Rodríguez, aunque la decoración continuaría aún durante los reinados posteriores.

Lo que no se llegó a construir jamás fue el proyecto de ciudad imperial ideado por Juvarra y adaptado por Battista Sacchetti. Sin embargo, la idea de construir junto al Palacio una catedral, un teatro vinculado a la corona y un puente sobre la calle Segovia nunca se desecharían.

Tras descartarse en gran parte el proyecto de Sacchetti, Felipe V ordenó levantar en 1738 el llamado Real Teatro de los Caños del Peral, ubicado en la actual plaza de Isabel II, cerca del actual Teatro Real pero no exactamente en el mismo solar.

Será Fernando VII quien, aprovechando el espacio abierto por el usurpador José Bonaparte con la idea de construir una gran plaza sobre la que se abriera el Palacio Real (la actual Plaza de Oriente), derribó el Real Teatro de los Caños del Peral e inició la construcción del Teatro Real, obras que se iniciaron en 1818 y concluyeron en 1850, ya en el reinado de Isabel II.

El puente sobre la calle Segovia, hoy conocido como viaducto de Bailén, se construyó en 1874. La estructura inicial de hierro dio paso al actual viaducto construido entre 1931 y 1934, durante la Segunda República.

Por último, aunque la catedral pensada por Sacchetti se descartó, el proyecto se retomó cambiando la ubicación, en 1883, durante el reinado de Alfonso XII, situándolo frente a la plaza de armas del Palacio Real.

El proyecto inicial, del arquitecto Francisco de Cubas y Montes, solo se concluyó la cripta y una parte de la girola. La construcción estuvo mucho tiempo detenida hasta que se retomó en 1944 con un proyecto de los arquitectos Fernando Chueca Goitia y Carlos Sidro de la Puerta, que modificaron el diseño neogótico inicial por uno neoclásico. La catedral se finalizó en 1993 con la consagración realizada por el Papa San Juan Pablo II.

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