Fernando Botero, los 90 años del torero-pintor Tras un susto en la escuela de tauromaquia, abandonó su vocación taurina y se abandonó a una pintura voluptuosa, colorista y plena de vida Ricardo Franco Madrid 22/04/2022 Actualizada 04:18 Facebook Twitter Whatsapp Whatsapp Enviar por Email Fernando Botero acaba de cumplir 90 años. En su pintura hay siempre un recuerdo a su vieja vocación taurina, que le hizo entrar en la Escuela de Tauromaquia de Medellín, y que sólo abandonó tras un percance que le mostró la verdadera cara del oficio. Después, se abandonó a su pasión recién descubierta por la pintura, que concibió como un homenaje a los maestros del pincel. A los 20 años realiza su primera exposición en Bogotá, para, más tarde, ingresar en la prestigiosa Academia de San Fernando de Madrid. Después, marcha a Florencia, donde aprende la técnica del fresco, y continúa estudiando en México, tras su boda con Gloria Zea en 1956. En el país azteca, le impacta el trabajo de los grandes muralistas, que le hará descubrir en sí mismo su propio lenguaje. Tras exponer por primera vez en Nueva York, y empezar a tener un cierto éxito, vuelve a Bogotá en 1958 para ser docente de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia. El pintor apunta que su primer experimento con el volumen fue un cuadro de una mandolina con un hueco muy pequeñito y un cuerpo enorme. La pieza, con un claro matiz cubista, le permitió liberarse de sus influencias. En 1960, Botero regresó a Nueva York. Allí vivió modestamente, pues acababa de separarse de su esposa y su trabajo no era reconocido, ya que en aquella época está triunfando el 'action painting' de los expresionistas norteamericanos, sostenidos e impulsados por Peggy Gugenheim y que, inevitablemente, influirá en su trazo. En 1963 ya era evidente la influencia de Rubens o Velázquez en su visión plástica. Las críticas positivas por su muestra en el Milwaukee Art Center, introduce al pintor en un período de exposiciones entre Europa, Estados Unidos y Colombia. En 1969 expone en París, ya como artista consagrado, que le lleva por todo el mundo en busca de inspiración. A partir de la primera retrospectiva de Botero en Washington de 1979, sus exposiciones ya no se detuvieron. En 1983 se traslada al pueblo de Pietrasanta, (Toscana), famoso por sus fundiciones. Y un año después dona su trabajo al Museo colombiano de Antioquía, que le dedica una sala permanente llamada Pedrito Botero, en homenaje a su hijo fallecido en accidente de tráfico. La pintura de Botero es voluptuosa y colorista; fiel a la pasión por el volumen, la fuerza y la exuberancia que hereda de los muralistas mexicanos, que él mezcla con una sensualidad y una estética propia de los años cuarenta del pasado siglo. Las costumbres y las fiestas multitudinarias de los hombres, la vida cotidiana, la vida y la muerte, así como la reinterpretación de obras clásicas, retratos y autorretratos con un uso vivaz y magistral del color, al que acompaña de sutiles detalles de crítica mordaz e ironía. Botero se considera a sí mismo el artista vivo más expuesto del mundo. Sus obras se encuentran esparcidas por todo el mundo y forman parte de las colecciones del MoMA de Nueva York, el Instituto Smithsonian de Washington D.C, el Museo Reina Sofía de Madrid, o el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, entre muchos otros, aunque el mayor conjunto de obras reunidas del pintor se encuentra en el Museo Botero de Bogotá, en Colombia. De la admiración del pintor por el Quattrocento italiano, fuente constante de inspiración y período más decisivo en la historia de la pintura, a juicio de Botero, nace también una mirada única al misterio del sacrificio de Cristo en su Vía Crucis de 2010. Aunque él mismo se reconozca en ocasiones ateo y, en otras, creyente, pinta una serie de 27 óleos sobre la Pasión de Cristo, sin un orden preciso, excepto el del cromatismo y la angustia prendida del rostro de Jesús. Comentarios Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus.
Cultura El todopoderoso Klimt no alcanza los 50 millones estimados en la subasta de su cuadro perdido Víctor Vidal de Sáa
Arte Nuevo impulso al tercer Museo Thyssen de España: Sant Feliu empezará las obras en otoño Guillermo Altarriba Vilanova
Arte El alcalde de Venecia se burla del pabellón italiano en la Bienal donde el pabellón español se burla de España Mario de las Heras
Balmoral abre sus puertas al público por 115 euros por persona y un máximo de 50 visitantes al día Víctor Vidal de Sáa