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26 de abril de 2024

piedad goya

Arturo Ansón Navarro determinó que la pintura pertenecía a Goya y no a Francisco Bayeu. a quien se atribuía en un principioAbalarte Subastas

Arte

Una `Piedad´ de Goya, inédita hasta 2011, a subasta por tres millones de euros

La obra, propiedad de la galería Bernat de Barcelona, se venderá en la sala Abalarte de Madrid el próximo 30 de noviembre

Si el pasado junio era el lienzo Aparición de la Virgen del Pilar al Apóstol Santiago el que se subastó por dos millones de euros, ahora le toca el turno a la Piedad que Francisco de Goya realizó alrededor de 1774. Aunque se espera que con un destino distinto, ya que la obra dedicada a la Virgen del Pilar quedó sin venderse en Alcalá Subastas de Madrid. En esta ocasión será la sala Abalarte la que acoja la puja el próximo 30 de noviembre con un precio de salida de tres millones de euros.
No es la primera vez que esta casa de subastas de la calle Juan Bravo se enfrenta a la venta de una obra de Francisco de Goya. Ya lo hizo el pasado 6 de julio cuando puso a disposición del público Bautismo de Cristo, de la Colección Condes de Orgaz. Al igual que la pintura ahora subastada, fue declarada inexportable por ser «una obra unánimemente considerada de Goya, de gran calidad técnica y expresiva y encontrarse en un excelente estado de conservación».
La Piedad, por su parte, recibió el mismo calificativo por «considerarse una obra de gran rareza, representativa del periodo temprano de la producción de su autor y por constituir uno de los pocos ejemplos de su obra religiosa, ayudando así a definir la figura del artista en su contexto». Un óleo sobre lienzo de 83,5 x 58 centímetros que, curiosamente, hasta 2011 estuvo atribuido a Francisco Bayeu.
El profesor de la Universidad de Zaragoza y Doctor en Historia del Arte, Arturo Ansón Navarro, fue requerido en 2008 por su entonces propietario, un barcelonés que acababa de adquirir el cuadro a los herederos de un coleccionista zaragozano, para que confirmara si su autor era Francisco Bayeu. Ansón, especialista tanto en un pintor como en otro, rápidamente reconoció en el rostro de la Virgen la efigie similar que Goya pintó para La Caridad en una de las pechinas de la Regina Martyrum.
La Piedad atribuida a Goya y datada en 1774

Una obra devocional que realizó bajo encargo de un particular zaragozano

Aunque el diagnostico que atribuía a Goya el presunto Bayeu lo dio Ansón de forma casi inmediata ante la sorpresa del propietario, lo estuvo estudiando de forma exhaustiva durante casi un año, hasta mayo del 2009, fecha en que entregó el estudio a los propietarios y dio a la publicación especializada Ars magazine un estudio exhaustivo que se publicó poco después.
La pintura pasó, entonces, por el Prado para su estudio, donde fue sometido a distintas radiografías que revelaron una composición anterior bajo la superficie en la que se podía apreciar la figura de un hombre de cuerpo entero, con barba y cubierto con un manto. Como en otras ocasiones, Goya reutilizó un lienzo anterior para crear una nueva obra.
En la composición, el artista centra en primer plano a la Virgen y a Cristo, muerto en su regazo. Una intensa luz blanca cenital ilumina toda una escena de tono suaves con azules, rosas, blancos y ocres. A sus pies, una serie de símbolos de la Pasión, entre los que destacan la inscripción INRI, la corona de espinas y los clavos.
Ansón vincula la obra a las últimas escenas del ciclo La vida de la Virgen, las últimas pinturas también que realizó en la Cartuja de Aula Dei, monasterio zaragozano al que llegó tras volver de Roma en julio de 1771 y que precedía a la pintura de la cúpula en el Pilar, cuando el pintor de Fuendetodos tenía 28 años, y su marcha a Madrid en 1775.
Goya pintaría esta obra devocional como encargo de un particular zaragozano, posiblemente algún eclesiástico o comitente de la burguesía zaragozana. «Sabemos que, a mediados del siglo XX, pertenecía a un canónigo del Cabildo de Zaragoza, y que fue comprado por un importante coleccionista zaragozano, que tenía desde obras de artesanía popular hasta pinturas y grabados. Al fallecer hace pocos años este señor, sus herederas se repartieron su gran colección, y una de esas herederas fue quien en 2008 vendió el cuadro», explicó Ansón en El País. Posteriormente, pasó a formar parte de los fondos de la galería Bernat de Barcelona, su actual propietaria.
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