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24 de abril de 2024

'Fiesta valenciana', cuadro de Joaquín Sorolla

'Fiesta valenciana', cuadro de Joaquín Sorolla

La Valencia de Sorolla en cinco claves: de su barrio a la Escuela de Bellas Artes pasando por las exposiciones por el centenario

La ciudad natal de Joaquín Sorolla se suma a las conmemoraciones por el centenario de su muerte. Recorremos Valencia siguiendo sus pinceladas, el recorrido artístico –y vital– de uno de los más grandes pintores de la tradición española reciente

Joaquín Sorolla es uno de los artistas más destacados de la pintura española del siglo XIX y principios del siglo XX. Nació en Valencia, una ciudad que tuvo una gran influencia en su vida y obra y que hemos recorrido, buscando sus huellas, de la mano de Visit València.
Como este 2023 se conmemora el centenario de la muerte de Joaquín Sorolla, se han programado diversas exposiciones no sólo en Madrid (en su casa-museo, en el Palacio Real y en el Museo del Prado), sino que Valencia ha decidido también celebrar su figura y su legado artístico.

El barrio de los Pescadores

Joaquín Sorolla y Bastida nació el 27 de febrero de 1863 en la calle de las Mantas, en pleno corazón del barrio de la Seu, en el casco antiguo de Valencia. Sin embargo, por entonces era el barrio de los Pescadores, porque por allí pasaba el Turia, y no era un barrio especialmente pudiente. Fue el mayor de ocho hermanos y desde muy joven mostró un gran talento para el dibujo y la pintura.
Su familia se mudó a la calle Barcelona, pero sus padres murieron por la epidemia de cólera y su hermana Conchita y él fueron adoptados por sus tíos, que tenían un taller de cerrajería sobre el que vivían. En esa misma calle estaba la Escuela de Artesanos, el Teatro Apolo y la sede del periódico El Pueblo, de Blasco Ibáñez, con quien Sorolla acabará trabando una gran amistad.
A los 15 años dejó la Escuela de Artesanos, donde alternaba sus estudios con el trabajo de cerrajero, e ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, donde comenzó su formación artística seria. En 1900 ganó el premio nacional de la Exposición de París con Triste herencia (antes llamado Los hijos del dolor, pero Sorolla le cambió el título por consejo de Blasco Ibáñez). Ese mismo año ganó también el escultor Benlliure, razón por la que el Ayuntamiento de Valencia los nombró Hijos Predilectísimos y Meritísimos y les dio una calle y una plaza en su ciudad, convirtiéndose en dos de los primeros artistas en tener una calle en vida.
'Triste herencia' (1900), cuadro con el que Joaquín Sorolla ganó el premio nacional de la Exposición de París

'Triste herencia' (1900), cuadro con el que Joaquín Sorolla ganó el premio nacional de la Exposición de París

La obra de Sorolla refleja la luz y el color de Valencia y de su entorno mediterráneo. Sus paisajes y escenas costumbristas están impregnados de la luz cegadora del sol valenciano y de los reflejos del mar. La ciudad de Valencia aparece en muchas de sus obras, como en La vuelta de la pesca, donde se puede ver el puerto y la playa de la Malvarrosa, o en La fiesta del pan y del vino, donde se representa una tradicional fiesta valenciana.
'La fiesta del pan y del vino', de Joaquín Sorolla

'La fiesta del pan y del vino', de Joaquín Sorolla

Sorolla también dejó su huella en la ciudad con su labor como muralista. En 1910, el Ayuntamiento de Valencia le encargó la decoración de la Sala de Plenos del Ayuntamiento. Sorolla realizó una serie de murales que representan la historia y los valores de Valencia, desde la época romana hasta la Edad Media. Estos murales, que todavía se pueden contemplar en la actualidad, son una muestra del amor de Sorolla por su ciudad natal.

Sorolla, Clotilde y su suegro

Joaquín Sorolla se enamoró rápidamente de Clotilde, con cuya familia mantuvo siempre una excelente relación. El padre de ella, Antonio García Peris, tuvo una gran importancia en su formación artística y en su carrera profesional: fotógrafo y pintor, formado en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos (la misma institución en la que Sorolla se formó), entendía mucho mejor el gusto de Sorolla por el arte que su tío, quien continuaba empeñad en que heredara su taller de cerrajería.
García Peris se convirtió en el mentor de Sorolla y lo introdujo en el mundo de la fotografía, enseñándole técnicas y métodos de trabajo que luego el artista aplicaría en su pintura. Sorolla comenzó siendo mozo de luces de su suegro, que fue quien le compró su primer cuadro, un bodegón datado en 1878.
'Antonio García en la playa', retrato de su suegro por Joaquín Sorolla

'Antonio García en la playa', retrato de su suegro por Joaquín Sorolla

Además, García tuvo un papel importante en la promoción de la carrera de Sorolla. En 1884, organizó una exposición conjunta en la que presentaron sus obras junto a otros artistas valencianos. Esta exposición llamó la atención del crítico de arte Teodoro Llorente, quien reconoció el talento de Sorolla y le recomendó que viajara a Roma para seguir formándose.
Antonio García también influyó en el estilo de Sorolla, que se caracterizó por la luminosidad y la vibrante paleta de colores. El propio Sorolla reconoció la influencia de García en su obra y afirmó: «Fue mi guía, mi amigo, mi maestro».

'De la foscor a la llum'

En el Palacio de las Comunicaciones de Valencia, inaugurado en 1923, se ubica una de las exposiciones de mayor relevancia en el recorrido de Sorolla en la comunidad. 'De la foscor a la llum' ('De la oscuridad a la luz') recoge cinco siglos de arte valenciano, en los que destaca especialmente «el pintor de la luz».
El edificio historicista de influencia francesa de 9.400 metros cuadrados, que incluye elementos propios del modernismo valenciano, alberga un recorrido por la colección Lladró, recientemente adquirida por la Generalitat Valenciana: se trata de una de las colecciones privadas más importantes de la Comunidad Valenciana y es representativa, a su vez, de la Historia del Arte Valenciano.
Entre los artistas de la región se encuentran Joan Reixach, Vicente Macip, Joan de Joanes, Ribalta, Espinosa, Vicente López, Mariano Salvador Maella, Ignacio Pinazo y, por supuesto, Joaquín Sorolla. El recorrido expositivo comienza con un enorme cuadro de este último, Yo soy el pan de la vida o Jesús en el lago Tiberíades (1896-1897), que fue un encargo de Rafael Errázuriz Urmeneta, importante hacendista y viticultor chileno para su recién inaugurada casa-palacio en Valparaíso. «Sorolla, que no suele pintar temática religiosa más allá de El entierro de Cristo –que nadie entendió y el propio pintor acabó rompiendo en pedazos–, se inspira en Jávea, uno de sus paraísos. De hecho, cuando lo vio por primera vez, escribió a Clotilde: 'Es todo lo que puedo desear. Si estuvieras tú, ya sería perfecto'», explica María Hernández-Reinoso, la guía cultural contratada por Visit València para la ocasión.
'Yo soy el pan de la vida' o 'Jesús en el lago Tiberíades' (1896-1897), de Joaquín Sorolla

'Yo soy el pan de la vida' o 'Jesús en el lago Tiberíades' (1896-1897), de Joaquín Sorolla

La exposición se divide en cinco zonas, coincidentes con los periodos históricos. En 'Del medievo a la Valencia del Siglo de Oro' se recorre el siglo XV, cuando la ciudad alcanza un gran esplendor cultural, reflejo de su pujanza política y económica. Valencia se transforma gracias al comercio, que trajo consigo nuevas corrientes artísticas procedentes de Flandes y de Italia. Así, la estética del gótico da paso a las primeras influencias del Renacimiento flamenco e italiano.
En 'Grandes pintores del Renacimiento' se recoge la influencia de artistas como los Hernandos, formados en Italia junto a Leonardo da Vinci, así como de las estampas de Rafael, que condicionaron a artistas como Vicente Macip o Juan de Juanes, que adoptaron fondos paisajísticos y el sfumatto de Leonardo. En cambio, 'El esplendor del Barroco' entra de ello en el siglo XVII, cuando la pintura evoluciona hacia el naturalismo tenebrista de acuerdo a los preceptos posteriores al Concilio de Trento. Francisco Ribalta y su hijo Juan Ribaltason las figuras centrales de la producción pictórica valenciana, además de Pedro Orrente y Jerónimo Jacinto de Espinosa.
'Del academicismo al romanticismo' abarca la fundación de las Academias de Bellas Artes, que trajo consigo la institucionalización y el control de las enseñanzas sobre la pintura, refinando la técnica, los materiales y los procesos mediante reglas estéticas. El academicismo de corte clasicista va desplazando al barroco, como vemos en José Vergara y Vicente López, con una gran calidad técnica y temas religiosos, retratos burgueses y de corte. Madrazo o Piquer desarrollan el género, alejándose del naturalismo y abriéndole el camino a Sorolla.
'Grupa valenciana' (1906), de Joaquín Sorolla

'Grupa valenciana' (1906), de Joaquín Sorolla

'La Valencia de entre siglos' se centra precisamente en los finales del XIX y principios del XX, cuando la pintura valenciana vuelve a experimentar un gran esplendor artístico, con pintores formados en academias y escuelas de Bellas Artes e incluso en Roma. Ignacio Pinazo y Joaquín Sorolla son los dos pintores sobre los que se gestará la renovación de la pintura valenciana, superando las formas clásicas y académicas del periodo anterior y con un nuevo enfoque sobre la pincelada, la luz y el color. Sorolla será el gran maestro de la pincelada suelta, como Fortuny o Pinazo. La pintura a plein air dará paso a la plasmación del naturalismo a través de la captación

'Sorolla en Roma'

La exposición ‘Sorolla a Roma. L’artista i la pensió de la Diputació de Valencia (1884-1889)’ resalta el paso del pintor por su ciudad natal, ciudad que abandonó en su juventud pero a la que siempre estuvo muy ligado. En ella, los archivos de la época, que sirven para contextualizar al artista en la Valencia del siglo XIX, se combinan con obras originales de Sorolla y su paso por Roma, Florencia, Nápoles y Asís.
Desde El grito del Palleter (El Palleter fue el sobrenombre de Vicente Doménech, que según la leyenda fue el primer español en levantarse contra Napoleón), obra con la que Joaquín Sorolla ganó la pensión de pintura de la Diputación a sus 21 años, hasta El Padre Jofré defendiendo a un loco, el óleo que pintó en Asís en 1887 como broche al mecenazgo de la institución provincial, la exposición recorre un período esencial en la trayectoria creativa del artista, con sus vivencias en tierras italianas, sus apuntes, las notas de color, las fuentes de inspiración de los grandes clásicos y, por supuesto, las obras.
'El gripo del Palleter' (1884), obra con la que Joaquín Sorolla ganó la pensión de la Diputación de Valencia para estudiar en Roma

'El gripo del Palleter' (1884), obra con la que Joaquín Sorolla ganó la pensión de la Diputación de Valencia para estudiar en Roma

Entre la producción pictórica se pueden contemplar una veintena de piezas propiedad de la Diputación, entregadas por el artista durante su período romano, junto a trabajos de la misma etapa no entregados a la institución y conservados por el Museo Sorolla de Madrid. Todos, originales de gran valor que ilustran la producción de un joven Sorolla y que se funden con recreaciones escenográficas de la Roma y la Valencia que vivió y pintó el artista, desde la Academia de San Carlos a la Academia de España en Roma y la de San Lucas, el Caffè Greco y la Via Margutta, donde se ubicaban los talleres de la colonia española en Roma.
La exposición descubre las inquietudes del pintor en sus inicios, los esfuerzos de la Diputación por hacerle cumplir los requisitos de la pensión y las primeras obras maestras de Sorolla. Los trazos iniciales de la trayectoria de un pintor eterno se combinan con los documentos y objetos que estimulan la curiosidad por el genio, desde su partida bautismal hasta la letra ‘J’ con la que firmaba su producción anónima, el título de pensionado en Roma y la carta de su futuro suegro, el fotógrafo Antonio García, justificando el retraso en los envíos del artista a la Diputación.

Sorolla en el Museo de Bellas Artes

Inaugurada en marzo de 2023, la exposición del Museo de Bellas Artes de Valencia, que en su momento acogió la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos en la que Joaquín Sorolla inició su formación artística, reúne un amplio conjunto de obras del artista, pertenecientes tanto a la colección del museo como a préstamos de otras instituciones.
Museo de Bellas Artes de Valencia, que en tiempos de Sorolla albergó también la Real Academia de Bellas Artes San Carlos, en la que se formó

Museo de Bellas Artes de Valencia, que en tiempos de Sorolla albergó también la Real Academia de Bellas Artes San Carlos, en la que se formó

La exposición, que conmemora el centenario de la muerte de Sorolla, es un homenaje al legado artístico del pintor valenciano, cuya obra se caracteriza por su luminosidad y su vibrante paleta de colores. La muestra está organizada en varias secciones temáticas, que permiten al visitante hacer un recorrido por los distintos géneros y temáticas que abordó el artista en su carrera.
Entre las obras expuestas, destacan algunos de los cuadros más emblemáticos de Sorolla, como La vuelta de la pesca, Paseo a orillas del mar o La hora del baño. Pero la exposición también ofrece la oportunidad de descubrir obras menos conocidas del artista, como los retratos que realizó durante su estancia en Roma o las pinturas de pequeño formato que realizaba como apuntes para sus obras de mayor tamaño.
La muestra no solo permite contemplar la obra de Sorolla en toda su riqueza y diversidad, sino que también ofrece una visión de su proceso creativo y de su evolución artística a lo largo del tiempo. El visitante puede apreciar cómo Sorolla fue desarrollando su estilo a lo largo de los años y cómo fue experimentando con distintas técnicas y formas de representación.
'La hora del baño', uno de los cuadros más célebres de Joaquín Sorolla

'La hora del baño', uno de los cuadros más célebres de Joaquín Sorolla

Además, la exposición está acompañada de un amplio programa de actividades, que incluye visitas guiadas, conferencias y talleres para niños y adultos. Este programa se ha diseñado con el objetivo de acercar la obra de Sorolla a un público amplio y diverso, y de ofrecer una experiencia enriquecedora y educativa para todos los visitantes.
Con esta exhibición se cumple en parte la voluntad expresada por el artista de que toda su obra descansara en Valencia tras su muerte, ya que es «parte del capital cultural de sus paisanos». En 1919 Joaquín Sorolla pintó en su jardín la efigie del conde Amalio Gimeno: la entonación clara de la vegetación armoniza con el elegante atuendo del célebre político y médico. La luz y composición de este retrato nos remiten a dos de los últimos trabajos de Sorolla, los protagonizados por Ramón Pérez de Ayala y su mujer. El último de ellos quedó inacabado al sufrir el pintor un ataque de hemiplejia que lo apartó de los pinceles tres años antes de su muerte, acaecida el 10 de agosto de 1923.
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