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24 de abril de 2024

Ilustración de Guillermo Altarriba para «Manual para comprender y resistir a la cultura de la cancelación» de Jorge Soley

Ilustración de Guillermo Altarriba para «Manual para comprender y resistir a la cultura de la cancelación» de Jorge SoleyCEU Ediciones

¡Por fin, unas instrucciones de uso!

Imprescindible cuaderno de campo sobre la cultura de la cancelación para no perderse en la vida política, cultural y social actual

«Manual para comprender y resistir la cultura de la cancelación» de Jorge Soley

ceu ediciones / 147 págs.

Manual para comprender y resistir a la cultura de la cancelación

Jorge Soley

En 1908 Chesterton publicó una divertida novela, El hombre que fue jueves, en la que un joven poeta es reclutado para militar en las filas de un novedoso cuerpo de policía dentro de Scotland Yard: un cuerpo de policía filosófica. Se había creado a partir de la convicción de que quien pone en peligro a las sociedades no es el delincuente común, que, por así decirlo, vulnera su legalidad sin negarla, sino de aquellos cuya afán está en la negación de sus mismos fundamentos (el peligroso no es el ladrón, que en su actividad sólo manifiesta un desmedido amor a la propiedad, sino quien pretende abolirla para todos).
Señalaba así Chesterton algo que pasa habitualmente desapercibido y que conviene recordar ahora, que todas las sociedades se sostienen sobre premisas inexpresadas que marcan el límite de lo que en ellas es posible decir y, por tanto, pensar, sin cometer «herejía», es decir, sin poner la misma vida social en peligro.
Lo que Chesterton anticipaba genialmente era la necesidad de luchar por esos fundamentos, porque en el momento en que él escribía estaban siendo sometidos a fuego de demolición. No sólo en su Inglaterra natal, sino en todo Occidente. Lo que un siglo después nosotros podemos afirmar es que, finalmente, el derribo ha llegado a su término. Esos fundamentos han cambiado y la persecución de la herejía parece que nos coge, a la mayor parte de nosotros, en el lado incorrecto.
Asistimos atónitos, desde hace no demasiado tiempo, a una sorprendente mutación en el campo de lo que es posible decir y, por extensión, de lo que es posible pensar dentro de las tradicionalmente llamadas sociedades libres; es decir, de las sociedades nacidas del encuentro entre la razón griega y la fe cristiana. Una mutación que se extiende de modo capilar a todos los ámbitos de la vida social hasta hacerla irrespirable y que se caracteriza por un evidente cambio del marco dentro del cual es posible pensar con cierta pretensión de sentido.
Ilustración de Guillermo Altarriba para «Manual para comprender y resistir a la cultura de la cancelación» de Jorge Soley

Ilustración de Guillermo Altarriba para «Manual para comprender y resistir a la cultura de la cancelación» de Jorge SoleyCEU Ediciones

Ese cambio no sólo afecta a todos los ámbitos de la vida del hombre, incluso al más íntimo de la familia, en la relación educativa entre padres e hijos, sino que, además, se impone por medio de los Estados, que han puesto su legislación, también la penal, al servicio de esta pretensión hegemónica, con el objetivo de dar por cancelados los cimientos sobre los que se levantó la civilización que Chesterton quería proteger y que todos nosotros amamos.

El fenómeno al que asistimos constituye el estadio último del esfuerzo largamente sostenido de abatir una civilización para levantar otra en su lugar

En este contexto, la Asociación Católica de Propagandistas acaba de publicar un libro, a través de CEU Ediciones, Manual del buen ciudadano para comprender y resistir la cultura de la cancelación, escrito por Jorge Soley, que no dudamos en calificar de imprescindible. Su autor, al que no nos atrevemos a encasillar (¿economista?, ¿editor?, ¿ensayista? –lean ustedes su excelente La historia de los EEUU como jamás te la habían contado–, en todo caso católico y padre de familia) se ha convertido, a partir de su cada vez más frecuente aparición en medios escritos, en un faro del pensamiento conservador católico.
El libro contiene todo lo que el título promete y es, así, una verdadera guía para entender lo que está pasando: proporciona de modo sencillo las raíces próximas del fenómeno, un significativo repaso de sus manifestaciones características y, finalmente, una primera propuesta de respuesta, que pasa por la sencilla y heroica resistencia que supone no abdicar del sentido común. Por todo esto, es el libro que he puesto en manos de mis hijos para que entiendan cuál es el mundo en el que viven y cómo deben empezar a vivir en él.
Como señalábamos al principio, el fenómeno al que asistimos constituye el estadio último del esfuerzo largamente sostenido de abatir una civilización para levantar otra en su lugar. Que se haya conseguido esto último no es algo evidente, pero de lo primero ya no es posible dudar. En los orígenes de esa civilización, los primeros cristianos encontraron en la filosofía griega los recursos necesarios para expresar y defender el inaudito acontecimiento de la entrada de Dios en la historia y de este encuentro nació un modo de entender al hombre que ha dejado en la historia monumentos imperecederos de lo que la humanidad es capaz de engendrar, en todo ámbito de cultura y, desde luego, en las relaciones humanas. Eso es precisamente lo que se quiere cancelar y por lo que hay que luchar.
Ya hace tiempo señaló el cardenal de Lubac que es posible organizar la tierra sin Dios, pero, en ese caso, decía, «no puede organizarse más que contra el hombre», como la realidad demuestra. Lo que para nosotros no debiera ser motivo de desánimo, al contrario, esta es nuestra hora en la historia, siempre que tengamos claro cuál es el fundamento de nuestra esperanza. El sabio jesuita terminaba entonces diciendo: «la tierra, que sin Dios no dejaría de ser un caos, para convertirse además en una prisión, es, en realidad, el campo magnífico y doloroso donde se elabora nuestro ser eterno. Así, la fe en Dios, que nada podrá arrancar del corazón del hombre, es la única llama donde se alimenta, humana y divina, nuestra esperanza».
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