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25 de abril de 2024

Invulnerables e invertebrados de Lola López Mondéjar

Portada de «Invulnerables e invertebrados» de Lola López MondéjarAnagrama

'Invulnerables e invertebrados': un mundo a la medida de narcisistas y psicópatas

Una descripción de las patologías psíquicas del hombre de hoy, escrita por quien le atiende en terapia

La excepcionalidad del tiempo que vivimos es tan evidente que cualquier luz que se arroje sobre sus causas, desarrollo o consecuencias debería suscitar una enorme curiosidad. Y aunque personalmente creo que la prioridad es iluminar la tarea que el tiempo reclama, la necesidad previa de entender lo que está pasando se antepone a todo otro interés. De ahí que debamos celebrar la aparición del último ensayo de Lola López Mondéjar: Invulnerables e invertebrados. Mutaciones antropológicas del sujeto contemporáneo (Anagrama, 2022), cuyo subtítulo constituye una buena descripción de lo que el libro pretende ser: una descripción de las patologías psíquicas del hombre de hoy escrita por quien le atiende en terapia. Porque Lola López Mondéjar suma, a su faceta literaria, dedicarse a la psicología clínica. Y se tenga la opinión que se tenga del enfoque psicoanalítico del que parte la autora, ese es un punto de vista cualificado.
Pero el resultado es desigual.
Lo mejor, con diferencia, las abundantes descripciones de los trastornos que aquejan a una gran parte de nuestros contemporáneos: individuos irreflexivos («hombres huecos»), incapaces de establecer y mantener relaciones que no sean meramente funcionales para satisfacer pulsiones sobre las que no tienen ningún control y perfectamente adaptados a un mundo que se les presenta como un gran mercado de consumo, que les homogeneiza en la misma medida en que les mantiene en la ilusión de que sus elecciones de consumo les hacen únicos…
De ahí la elección del título, que procede de mecanismos inconscientes de defensa, la negación y la disociación: por el primero, el sujeto que tiene que sobrevivir en esta cultura se defiende generando una «fantasía de invulnerabilidad», por la que niega aspectos de sí mismo «los más fundantes de su personalidad, los vínculos de dependencia afectiva» que la sociedad actual oculta sistemáticamente; por el segundo, y para mantener esa fantasía, la constitución psíquica del sujeto ha de carecer de vertebración, es decir, «tiene que desprenderse del eje moral» que le constituye, lo que le permite obrar lo que cada contexto requiere, sin exigencia de coherencia ni remordimiento alguno, desde relaciones sexuales promiscuas o una salvaje competitividad profesional hasta un sincero compromiso desinteresado con el medio ambiente: un sujeto «capaz de amoldarse a cualquier recipiente que lo contenga», lo que la autora llama, «sujeto sin sujeto», es decir, sin una biografía unitaria, sin identidad.
Lo peor, la reiteración y, por lo mismo, la aparente falta de sistema, por la que la tesis surge más por acumulación que por ordenada exposición. A ello contribuye el recurso, a priori útil, de servirse de películas u obras literarias, o la dispar acumulación de citas, que producen la impresión de que el ensayo es el resultado forzado de unificar lo que quizá podrían haber sido artículos distintos, que, como piezas separadas, hubieran funcionado mejor. Junto con eso, la peregrina propuesta de la autora, en la última de las tres partes en que está dividida la obra, que constituye una privilegiada expresión de la misma desorientación que denuncia: una antropología andrógina cuyos fundamentos trata de buscar en textos de nuestra tradición cultural, desde el mito de Aristófanes en El banquete de Platón hasta una interpretación del Génesis según la cual «también Adán era andrógino, lo que se nos ocultó evidentemente en la escuela», y a partir de la cual trata de recuperar aquellos aspectos de la humanidad que la sociedad contemporánea trata de hurtar.
En todo caso, el ensayo es valioso por su inteligente punto de partida («cada sociedad produce el tipo de subjetividad que se adapta mejor que otras al régimen de verdad que la define») y por el juicio último que contiene, que resulta definitorio de esa sociedad: «el individuo más adaptado a los requerimientos del sistema es el psicópata».
Hace ya casi cien años que el genial Chesterton apuntaba a esta incapacidad del hombre moderno de comprometerse consigo mismo a lo largo del tiempo, en un deseo desmesurado de serlo todo a un tiempo: célibe y casado, asceta y hombre de mundo, guerrero y pacifista…, señalando que la tragedia del hombre que quiere vivir mil vidas es que está llamado a morir mil muertes.
Por mí, que descanse en paz de una vez.
Invulnerables e invertebrados de Lola López Mondéjar

anagrama / 350 págs.

Invulnerables e invertebrados

Lola López Mondéjar

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