Fundado en 1910

26 de abril de 2024

Portada de «Orlando furioso» de Italo Calvino

Portada de «Orlando furioso» de Italo CalvinoSiruela

Centenario de Italo Calvino

'Orlando furioso': en los orígenes del Quijote

Italo Calvino moderniza uno de los textos más importantes de la poesía épica italiana, manteniendo su valor y favoreciendo su lectura

Este año celebramos el centenario del escritor italiano Italo Calvino. Uno de los grandes autores de su generación y yo diría que uno de los más internacionales de la Italia contemporánea. Calvino tiene mucho de Borges, al que le une un interés por la tradición literaria y la cultura escrita, y un acercamiento de orfebre a la creación literaria. De tan premodernos, se hicieron posmodernos.
Calvino es uno de esos autores que merecen ser leídos por entero. Su obra es un gran país que, para conocerlo, hay que recorrerlo caminando: sus novelas, cuentos y ensayos forman una unidad de creación sin grandes disonancias. Ni picos ni valles pero con muchos recovecos y tesoros escondidos. Siguiendo con la metáfora viaje, algunos autores pueden ser conocidos en tren o incluso el avión: una cata en sus grandes creaciones nos da ya un conocimiento de su genialidad: Moby Dick, Crimen y castigo, Ulises y tantos otros son obras que se encierran en sí mismas y ya transmiten un mundo. Para bien o para mal así no pasa con Calvino, por eso recomiendo su lectura inversiva. Afortunadamente para el lector, su obra no es excesiva en cuanto a tamaño y diría que cuando gusta, gusta mucho.
Calvino (como Borges) le dio una vuelta de tuerca a la literatura fantástica y logró que su obra fuera aceptada por el mundo cultural como literaria y no como un subgénero. El imaginario le viene de su latinidad atravesada por ese renacimiento tan italiano. De ahí viene su famosa trilogía Nuestros antepasados: El vizconde demediado, El barón rampante y El caballero inexistente. Pero las finas y elegantes líneas renacentistas y la lógica de la perspectiva también aparecen en sus libros posteriores, donde el laberinto, las repeticiones, los espejos y el juego se convierten en herramientas narrativas para la creación de relatos hecho de novelas o lo contrario: Las ciudades invisibles, El castillo de los destinos cruzados y Si una noche de invierno un viajero.
Una de sus obras de cabecera, por su complicada estructura, por su uso de la fantasía y la alegoría y por su belleza es el Orlando furioso, poema épico que Ludovico Ariosto escribió entre 1516 y 1532 donde describía en verso las aventuras de los más afamados pares de la Francia carolingia. Al tratarse de un libro de caballerías, tenemos en España un conocimiento indirecto y algo sesgado de este poema, aunque recordemos que es uno de los pocos libros del género salvados por el cura y el barbero de la famosa quema.
Portada de «Orlando furioso» de Italo Calvino

siruela / 176 págs.

Orlando furioso

Italo Calvino

Pero volvamos a Calvino. En este libro que reseñamos (un clásico de un clásico) el narrador italiano ha prosificado, reestructurado y comentado el Orlando original. Diría que Calvino nos propone su lectura del Ariosto, del mismo modo que Tolkien lo hizo con Beowulf, Baricco con La Iliada o Trapiello con El Quijote. En su excelente ensayo Por qué leer a los clásicos dice que un clásico es un libro que siempre se relee, pues nunca termina de decir que lo tiene que decir. Pues eso.
Reconozco no haber leído antes el Orlando, ni ningún otro libro de caballería. Con la lectura de Calvino me he quitado prejuicios y he entendido la belleza de esa Edad Media anacrónica e irreal llena de caballeros andantes, damas en apuros, sarracenos y crueles magos. Muchas de las aventuras de Orlando y Rinaldo, Bradamante y Angélica las he leído reflejadas en el espejo cervantino, pero nuestro genio nacional no ataca a la totalidad, sino a su exceso, y esa melancólica aspiración quijotesca por vivir un mundo ficcional, estructurado y artificiosamente hermoso es el que aparece en todo su esplendor en esta lectura de Arioso. Como dice otro contemporáneo suyo, «se non è vero, è molto ben trovato».
Leer a los clásicos es contemplar un diálogo de genios que se preguntan, se responden y se completan con cada libro. Qué mejor diálogo que el de esta obra que une el pasado Clásico con el Medioevo y el Renacimiento, y todo ello contemplado desde los ojos de la posmodernidad.
Comentarios
tracking