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Portada de «Como bestias» de Violaine Bérot

Portada de «Como bestias» de Violaine Bérotlas afueras

'Como bestias': insólito cuento de hadas

La pequeña novela-fábula de Violaine Bérot, un misterio articulado sobre las leyendas rurales, cautiva al lector con su magnetismo

Creo que fue en noviembre. El Instituto Francés había montado un interesantísimo ciclo titulado «El traductor, primer lector», para que los profesionales del gremio nos contasen a los curiosos sus experiencias volcando al español los textos de autores como Annie Ernaux, Pierre Lemaitre o David Foenkinos. (Por cierto, la última sesión del ciclo tendrá lugar este 16 de mayo con María Teresa Gallego, traductora de Patrick Modiano. Recomiendo mucho la asistencia). Aquel día a quien le tocaba hablar era a Pablo Martín Sánchez, traductor de Hervé le Tellier y de mi admirada Delphine de Vigan, entre otros; además de escritor, profesor de novela y único miembro español del grupo Oulipo. ¿Que por qué cuento todo esto? Pues aparte de para ofrecer un pequeño reconocimiento a estos profesionales y al magnífico trabajo que hacen, para enlazar rápidamente con lo que aquí nos atañe: fue Pablo quien contó en aquella estupenda charla que acababa de traducir un libro buenísimo, y que pronto vería la luz en la editorial las afueras. En la libreta que llevaba aquel día apunté su título: Comme des bêtes.

Si atendemos a su extensión, Como bestias, de la francesa Violaine Bérot, resulta a priori una novelita breve y asequible; pero una vez que entramos en ella comprendemos que se trata de una obra que no aspira a la ligereza, sino a dejar huella en el lector. Y la trama contribuye a que no resulte indiferente.

Portada de «Como bestias» de Violaine Bérot

las afueras / 144 págs.

Como bestias

Violaine Bérot

En los aislados montes de una pequeña aldea del valle de Ourdouch viven una madre y su hijo; un joven al que los vecinos apodan «el Oso» por su descomunal tamaño y la enorme fuerza que posee, cuando no se apresuran a señalar que el muchacho es «discapacitado» o «medio bobo». A pesar de esta convivencia mejorable, el día a día de madre e hijo parece desarrollarse en calma hasta que se descubre que el chico tenía escondida a una niña en una gruta, lo que provoca que lo apresen y empiece a especularse sobre si la ha secuestrado o si podría ser hija suya.

Arranca así la narración de esta novela-fábula en la que se intercalan una polifonía de testimonios a modo de interrogatorio policial sin réplica, rítmica y vertiginosa, que funciona como herramienta muy efectiva para conferir agilidad al relato y que este avance sin esfuerzo. Combinando las intervenciones de diferentes miembros de la comunidad que tuvieron algún contacto con el Oso, el lector se va armando una efectiva visión multiplano de las distintas formas de entender una misma historia. Además, la autora termina de rematar su obra añadiendo a este tejido de voces un coro de hadas —las otras protagonistas de esta fábula— para acotar cada nuevo testimonio, logrando así la cohesión de todas las piezas de este misterioso puzle de leyendas.

En Como bestias, Bérot examina una sociedad rural que suspende a la hora de afrontar la tarea de tener que hacerle un hueco al diferente: El Oso, un joven del que lo mismo se decía que «nos tenía acojonados. Evitábamos por todos los medios cruzarnos con él cuando íbamos solos» que «por muchas milongas que nos cuenten, nadie nos podrá convencer de que ese chico es malo». En este crudo escenario, nos presenta una historia sobre el rechazo, sobre el que se ve apartado a la fuerza o decide aislarse en defensa propia, sobre la vulnerabilidad y la seguridad que solo puede encontrarse en comunión con la naturaleza; una novela que revisa las trabas que se imponen al tratar de buscar el encaje en una sociedad que no acepta lo que traspasa el terreno de lo establecido.

Folclore y mitos, temores e instintos animales se combinan en esta narración bien construida que esconde en sus últimas páginas una dura reflexión sobre el peligro al que se exponen las mujeres en la sociedad actual, esa que a pesar de decirse civilizada demasiadas veces muestra actitudes de lo más salvajes. Ha sido ahora, escribiendo estas últimas líneas, cuando he terminado de entender por qué durante la lectura de Como bestias me he acordado tanto de mi también admirada Cristina Sánchez-Andrade, lo que supongo que dice mucho y muy bueno de esta novela.

He visto que Violaine Bérot está considerada una de las joyas mejor escondidas de la literatura francesa, y me alegra mucho que una editorial pequeña como es las afueras haya sabido prestarle atención a su madurez literaria, lo que seguramente se traducirá en más títulos a este nivel. Visto lo visto, no cabe duda de que conviene seguir atentos a la francesa y a las futuras recomendaciones que nos haga Pablo Martín Sánchez.

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