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02 de mayo de 2024

Cubierta de "Capitán de Mar y Tierra", de Patrick O'Brian

Cubierta de «Capitán de Mar y Guerra», de Patrick O'BrianEdhasa

‘Capitán de Mar y Guerra’: vuelve el capitán Aubrey con las alforjas cargadas de batallas navales

La editorial Edhasa reedita las 21 novelas de la saga del capitán Aubrey, del escritor irlandés Patrick O’Brian, con un diseño renovado, pero con la misma devoción por el mar y la historia naval británica

La saga de 21 novelas históricas sobre la Marina británica del escritor irlandés Patrick O’Brian (1914-2000) es uno de esos milagros literarios por los que tantos lectores se felicitan.
Las aventuras del capitán Jack Aubrey y del cirujano Stephen Maturin –llenas de batallas entre navíos de línea, corbetas y fragatas– provocaron una sana envidia en muchos lectores españoles deseosos de que la rica historia naval española se viera reflejada en una serie similar.
Cubierta de

512 págs. / Edhasa

Capitán de Mar y Guerra

Patrick O'Brian

Lo cierto es que tampoco vamos mal servidos. La Trafalgar de Benito Pérez Galdós –sin duda la mejor novela naval jamás escrita– es una novela muy superior a cualquiera de las de O’Brian, y junto con los demás Episodios Nacionales sacia el apetito de todo exigente amante de la literatura histórica española.
Sin embargo, la saga naval de O’Brian se ha convertido en cultura pop en todo el mundo angloparlante y, también, en el hispanohablante, tanto por méritos propios como por la brillante película dirigida por Peter Weir y protagonizada por Russell Corwe, Master and Commander.
La editorial Edhasa comenzó a reeditar en 2023 las 20 primeras novelas de la saga, y ha prometido traducir la 21ª, inédita en lengua castellana, con un aspecto renovado.
Las nuevas ediciones ya no tienen la tapa dura de la mítica edición anterior de Edhasa, pero cuenta con cubiertas actualizadas, llenas de sugerentes detalles náuticos que nos trasladan a las andanzas de inigualable sabor salado de Aubrey y Maturin.
El rediseño, quizás en exceso barroco –es inevitable echar de menos la serenidad de las elegantes cubiertas de la edición clásica de Edhasa–, sin duda acercará las novelas a nuevos lectores que, tal vez, se familiarizaron con O’Brian por primera vez por medio de la película de Peter Weir.
Por el momento, Edhasa ha publicado las dos primeras novelas: Capitán de Mar y Guerra (Master and Commander, en el título original) y Capitán de Navío. En los próximos meses saldrá la tercera novela, La fragata Surprise.
Sea como fuere, leer las novelas de O’Brian es un auténtico gozo para expertos en asuntos navales y profanos. O’Brian, afincado en la mediterránea ciudad francesas de Colliure, habría querido ser marino, pero las enfermedades respiratorias que lo tenían atenazado se lo impidieron.
Decidió entonces el autor dar rienda suelta a su pasión a través de la literatura y, por medio de una incansable labor de documentación y estudio, retrató el día a día en un navío de principios del siglo XIX como si del más viejo lobo de mar se tratara.
En el caso de la saga de Aubrey, él mismo explica en la introducción de Capitán de Mar y Guerra que buceó en los Archivos Navales británicos y en el Museo Marítimo de Greenwich para poder escribir con rigurosa exactitud.
De ese modo, O’Brian plasma con un lenguaje extremadamente técnico y exacto la vida en una corbeta de guerra británica de finales del siglo XVIII y principios del XIX.
Esa exactitud exige que la novela esté acompañada de un glosario de términos náuticos para poder seguir la lectura que, en algunos párrafos, puede resultar farragosa por ese motivo, pero que, en cambio, otros encontrarán en esas líneas un deleite para sus sentidos:
«Dio dos o tres vueltas con la mirada puesta en las vergas: estaban agarrochadas tan fuertemente como lo permitían los obenques de los palos mayor y trinquete, pero no tanto como lo estarían en una situación ideal, y tomó nota mentalmente para decirle al contramaestre que pusiera jaretas transversales que permitieran ganar de tres a cinco grados».
¿De qué trata Capitán de Mar y Guerra y la saga del capitán Aubrey? A principios del siglo XIX, en un tiempo en que Gran Bretaña, España y Francia se disputan el dominio de los mares, cuando la Francia revolucionaria y napoleónica amenazaba el antiguo régimen, un teniente inglés, Jack Aubrey, es ascendido a capitán.
El capitán Aubrey, afincado en la Menorca dominada entonces por los ingleses, recibe el mando de una humilde corbeta de Su Majestad: la Sophie.
Y recibe también una misión: emprender un crucero a lo largo de la costa peninsular española para interceptar y apresar buques mercantes españoles y francesas con el objetivo de destruir el comercio de ambas naciones enemigas de Inglaterra.
La personalidad de Aubrey es tremendamente interesante, y se distancia mucho del Jack Aubrey retratado en el cine.
El Aubrey de las novelas es más un antihéroe que un héroe. Admirador de Nelson, de quien habla siempre con gran devoción, Aubrey ejecuta las órdenes recibidas más como un corsario que como un capitán de la marina británica.
El capitán Aubrey muestra una incontrolable avaricia por las riquezas de los barcos que logra apresar, lo que, al final, le lleva a cometer una serie de errores fatales que ensombrecerán sus triunfos precedentes.
En ese sentido, Aubrey se aleja incluso de la figura de aquel pirata de Espronceda que proclamaba lacónico: «Solo quiero por riqueza la belleza sin rival».
Su mismo amigo Maturin dice de él que «tiene una personalidad más propia de un capitán pirata del Caribe del siglo pasado».
En tierra, Aubrey se comporta como un pendenciero que frecuenta prostíbulos, se emborracha y monta escándalos en las fiestas de alta sociedad organizadas por la aristocracia inglesa en el puerto de Mahón.
En alta mar, es un hombre valiente y audaz, capaz de asumir riesgos convencido de su victoria, que afronta las peores situaciones con asombrosa sangre fría, y que, en los peores contextos, logra salir airoso, lo que le valió el sobrenombre de «el Afortunado».
«Puede que yo no sea perfecto, pero por Dios que no soy cobarde», dice de sí mismo el capitán Aubrey.
Concibe su barco como una escuela de estoicismo y establece hacia su tripulación –y en particular hacia los guardiamarinas– una actitud de severa protección: «Aprendiendo a obedecer también aprendían a mandar».
Pero, sobre todo, el capitán Jack Aubrey es un sensible intelectual, amante de la música de Boccherini y Locatelli, deseoso de ganarse unos minutos de tranquilidad en su camarote para tocar el violín acompañado del violonchelo de su amigo el cirujano Maturin.
Y tal vez ese sea el rasgo con el que más nos identificamos los lectores de la saga de O’Brian. Al fin y al cabo, la música es un idioma universal, aunque la interprete un cateto como Aubrey, capaz de romper su amado violín en un ataque de ira.
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