‘La magia de las casualidades imposibles’: una novela sobre segundas oportunidades
El nuevo libro que presenta María Martínez es todo corazón, un protagonista más que tendrá que resistir el paso de cada página
A Céline, la protagonista de esta historia, le encanta leer un buen libro sobre épicos romances que contengan un final feliz. Y, precisamente de eso sabe un poco María Martínez, quien, además de dar vida a este personaje en su nueva novela, también acostumbra a llenar los stands de las librerías con otras obras como Tú y otros desastres naturales o, Cuando no queden más estrellas que contar, entre otros.
Cross Books (2024). 429 páginas
La magia de las casualidades imposibles
La magia de las casualidades imposibles es su reciente publicación en la que plasma un concepto evidente, pero que, en ocasiones, cae en el olvido debido al ritmo al que nos hemos acostumbrado en la actualidad: en un momento inesperado, todo puede cambiar para siempre y, en el caso de la joven Céline, no necesariamente para bien.
Porque, ¿qué se puede hacer cuando aceptas lo inevitable? O, ¿cuando descubres que tienes una segunda e inesperada oportunidad? A través de estas preguntas, Martínez nos presenta a una joven que se muestra, en esencia, todo corazón, siendo este casi un protagonista más en la historia. Dañado, de forma física; después, emocional.
Hasta que llega Julien, claro, para hacerlo bombear como nunca antes. En lo que se consideraría un capricho del destino, el siguiente capítulo que les proporcionará el «feliz para siempre»: alcanzar ese amor con el que todas las jóvenes sueñan, natural, fácil y lo que Céline considera mágico, si bien él se muestra escéptico ante esta fantasía.
Convergen en este relato dos personalidades antagonistas, una chica que irradia vida, que ya no quiere perder más tiempo y que, en su transparencia, radica aquello que atrae a un joven algo más reprimido, tímido y reticente. Julien es el enigma que anima a pasar cada página, siendo él quien encierra prácticamente todo el misterio de la trama.
No resulta demasiado sorprendente el giro dramático, un imprescindible a la hora de determinar el valor de una buena novela romántica, pero la autora consigue mantener al lector con el libro abierto gracias a la carga emocional que transmite. Todo predecible si se posee algo de imaginación y tendencia al melodrama, pero esperado y deseado, como corresponde en este género.
Asimismo, encontramos que la ágil narración se ha orquestado igual que la perfecta noche de fuegos artificiales que tanto significado alberga para los dos protagonistas: un desarrollo estable gracias a la voz de Céline que se encumbra hacia el desenlace, donde Julien hace su breve pero gran aparición; y, después, acribilla con una traca final en las que ambos se van intercalando precipitadamente.
Constatamos, sin duda, que el libro se inclina hacia un público del conocido género Young Adult, donde María Martínez ahonda en temas que resultan atrayentes para los jóvenes: desde sentirse perdido buscando el futuro que anhelas, la decepción que pueden causarte aquellos en los que más confías y, por supuesto, las míticas mariposas en el estómago.
Para los que lleven mal el abuso de una buena dosis de azúcar, es posible que se topen con algunas menciones que les endulcen en exceso. Sobre todo, las referidas al gusto por las puestas de sol, notar la espuma de las olas en los pies o imaginarse la vida de los desconocidos que se sientan al lado.
Aun así, para aquellos que quieran leer más allá de estos hobbies, también podrán pasar un rato por la librería/cafetería en la que trabaja Céline y acomodarse en una de las mesas con nombre de autora o autor clásico, a la vez que ojean una adquisición literaria.
Sí, La magia de las casualidades imposibles es una de esas historias que nos llaman la atención por su edición cuidada y vistosa que sabemos que nos va a deleitar con un romance de principio a fin. Sin embargo, y dejando al lado los tópicos, a veces tenemos la oportunidad de descubrir pequeños tesoros que nos son valiosos. En este caso, hallamos uno entre las líneas que tejen los pensamientos de la protagonista: «así funciona el tiempo, las heridas dejan de doler y las cicatrices se funden con la piel».
He aquí la verdadera máxima de la novela. Todos tenemos cicatrices, visibles o no, por diferentes causas. Lo determinante es cómo se cura la herida y qué decidimos aprender de ella. Si queremos usarla para regodearnos en el dolor o como aprendizaje para afrontar un nuevo día.