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26 de abril de 2024

Elvis firma autógrafos en Minneapolis en 1956

Elvis firma autógrafos en Minneapolis en 1956

El primer y único año de la carrera de Elvis en que simplemente fue él mismo

El año de su lanzamiento mundial fue 1956, apenas unos meses donde el chico pobre de Tupelo removió los cimientos de la sociedad estadounidense solo con la naturalidad desnuda de su voz y sus movimientos

En 1973 mil quinientos millones de personas vieron a Elvis en el concierto Aloha from Hawai. Era la cumbre en la rampa de despedida. Fue la mayor audiencia de la historia de la televisión. Solo cinco años antes había vuelto a los escenarios después de una década haciendo películas. El Special Comeback de 1968 fue otro acontecimiento memorable. Enfundado en un traje de cuero negro de una sola pieza, que al final de la actuación tuvieron que cortar para poder sacárselo debido al sudor, le dijo al mundo que el Rey había vuelto sin que nadie pudiese imaginar que se marcharía para siempre solo nueve años después.

El 'Hillbilly Cat'

Con apenas 20 años había hecho explotar precisamente las televisiones y en las televisiones las mentes de una generación que no sabía lo que le pasaba, igual que no supo el mismo Elvis lo que le pasó un día de 1954 cuando empezó a cantar y a moverse espontáneamente como nunca nadie antes. Le llamaban el Hillbilly Cat. Un camionero adolescente que cantaba Rythm and Blues por el sur de Estados Unidos. El año fue 1956, cuando había grabado cinco canciones en los estudios Sun Records de Sam Phillips y con eso ya se había hecho un pequeño cimiento en la música con la que iba sonando igual que con los apéritifs iban haciendo cimiento los borrachos del Café des Amateurs de París como contaba Hemingway.

Esa mezcla de góspel y blues crearon el rockabilly, el germen del rock’n roll, que empezó a sonar en las radios casi como los atrayentes platillos de una visita extraterrestre

Esa mezcla de góspel y blues crearon el rockabilly, el germen del rock’n roll, que empezó a sonar en las radios casi como los atrayentes platillos de una visita extraterrestre. Sus actuaciones en los pequeños clubes locales de los inicios provocaban un extraordinario efecto: Elvis producía con sus movimientos y su voz un influjo similar al del flautista de Hamelín, mayormente con las chicas, abandonadas a sus instintos para ir a ver a aquel chico pobre que era un sueño sobre el escenario.

El «coronel» Parker

Todo eso lo vio el «coronel» Parker, un expromotor de carnavales, quien fue el que primero vio a Elvis como un manantial de dinero. Tom Parker fue su representante toda la vida. Antes de los 21 años, en aquel 1956, le compró el contrato a Phillips y se lo vendió a RCA Récords, quien pagó 40.000 dólares, el mayor dinero pagado por un artista «country», dijeron, pues nadie sabía aún que es lo que cantaba aquel joven. Heartbreak Hotel fue su primer disco con la nueva discográfica. Lo que pasó después fue el asalto de los Estados Unidos que el coronel Parker ideó a través de la televisión.
Cuando apareció en medio de la oscuridad en el show de los hermanos Dorsey, América solo empezó a saber quién era Elvis. El cantante que se movía como nadie porque lo necesitaba para sus nervios. Se movía y reía burlonamente mientras cantaba y tocaba la guitarra entre tics faciales que hacían estragos en las plateas y en los hogares. Usaba esa voz de dos octavas como si le saliera sola. No había habido nunca nada igual: el peinado, la ropa, las patillas que hacían temblar precisamente los cimientos de la moralidad. Baby Let’s Play House, en la CBS, provocó risas nerviosas incontrolables, una revolución íntima, cultural, sexual.

Elvis repetía una y otra vez la misma estrofa de una forma diferente cada vez

Un blanco que cantaba y bailaba música negra. La sonrisa, casi las carcajadas, la electricidad que se adivinaba en los miembros de su grupo por detrás de la figura sinuosa era la representación de una felicidad desconocida. Tutti Frutti, oh rootie, repetida cinco o seis veces, como una bomba a punto de estallar: A wop bop a loo bop a lop ba ba y los gritos incontrolables que se escuchaban de fondo mientras Elvis repetía una y otra vez la misma estrofa de una forma diferente cada vez.

El cataclismo de 'Heartbreak Hotel'

Reía, jugaba con esa audiencia casi agarrada como liliputienses al pelo del tupé a punto de despeñarse. El contoneo de Heartbreak Hotel como un cataclismo. La siguiente parada fue en el show de Milton Berle, una actuación que obligó a actuar a las autoridades ante el derretimiento de las mentes y de los cuerpos. Según Robert Zemeckis, aquel fue el baile que Forrest Gump le enseñó a Elvis con sus prótesis en las piernas.
El frenesí ya ha comenzado, pero a esa época inaugural del mito no le quedaba mucho tiempo. Tras la gira televisiva, Elvis vuelve en tren a Memphis. Aprovecha el largo viaje para dormir y revisar sus grabaciones. En su ciudad le esperan 14.000 personas para un concierto nocturno y benéfico. «Esa gente de Nueva York no me hará cambiar, esta noche os enseñaré al verdadero Elvis». Pero aquello no podía ser cierto. No, por la magnitud de su figura, que no pararía de crecer incluso después de morir, un 16 de agosto como hoy, en 1977, con solo 42 años, colapsado por las drogas que necesitaba para mantenerse en pie. También sobre el escenario.

A Elvis le bastaba con mover una ceja para desnudar al público delante de todos sus guardianes

Después de aquel concierto de 1957 en Memphis, que fue la entonces inimaginada despedida del Elvis primigenio, volvió a la televisión, al programa de Ed Sullivan, ya con el pelo teñido de negro. Creyó que así salía mejor y que se parecía a Tony Curtis. Fue la primera pérdida de su naturalidad esencial. Sullivan solo lo sacó de cintura para arriba en un inútil intento de censura, pero a Elvis le bastaba con mover una ceja para desnudar al público delante de todos sus guardianes.

El fin de una era efímera

Solo un año después dejó de dar conciertos porque nadie podía escuchar ni una nota debido al tumulto y al griterío. Fue cuando su madre se murió y él compró la mansión Graceland, lo enviaron dos años a la mili y luego se refugió de casi todo haciendo películas para ser el actor mejor pagado de Hollywood durante una década. En ese tiempo vendió mil millones de discos en todo el mundo y ya nadie nunca le podría ver de cerca como al principio, pues ya estaba en órbita. Se pasó veinte años ascendiendo en un cohete hasta el universo para quedarse allí como una estrella que brilla por el reflejo de las lentejuelas.
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